El Presidente tiene una manera muy particular de entender las agresiones. Ha señalado que tomará medidas ante la “agresión” que podría sufrir el país. Como siempre, se trata de un alerta que repetirá incesantemente, especialmente cuando entramos en pocas semanas en la campaña electoral. En el marco de la ruptura de relaciones con Colombia, es una buena forma de escapar a las verdaderas agresiones, esas que tienen su efecto concreto en la vida de millones de venezolanos.
Comencemos con la agresión al abastecimiento de las familias. Los alimentos que deben comprarse en los hogares, especialmente en una época de alta inflación y caída de los ingresos. Esa agresión está representada por 120 mil millones de toneladas de alimentos podridos por la total incompetencia del actual gobierno. No sólo por la existencia de un clima contrario a la producción agro-industrial, sino por la incapacidad para garantizar la compra, almacenamiento y distribución de la mejor calidad. Esos alimentos perdidos representan daño al patrimonio nacional y restricciones en el consumo de alimentos, especialmente en las familias de menores ingresos del país.
Sigamos con la existencia de un clima de agresión que pone en riesgo la vida de todos los que transitan por las calles de Venezuela. No hay nadie seguro. Las 16.000 muertes anuales por causa de la violencia son demostraciones tangibles de estas agresiones. Ante ellas el gobierno no ha tenido una política coherente y efectiva en estos once años. Todo lo contrario, el gobierno ha contribuido, con su exacerbación e irresponsabilidad en el manejo del lenguaje, a aumentar el clima de conflictividad que vivimos. Digamos que no sólo ha sido tolerante con las agresiones sino que las estimula y profundiza.
También el gobierno ha sido fuente de estímulo a las agresiones a la propiedad privada. Miles de estas agresiones han sido ya documentadas. Cada agresión a la propiedad privada es una afectación al adecuado clima de respeto a los derechos que debe caracterizar a una sociedad democrática. Cada agresión a la propiedad privada es un escollo en el camino del desarrollo. El actual gobierno es culpable de que estas agresiones hayan lesionado nuestra capacidad productiva y y el clima de derechos.
Como si fuera poco el gobierno es pasivo antes las agresiones al bienestar de las familias, expresadas en el aumento de los precios y el deterioro del empleo. En el segundo año de recesión las agresiones son mucho más visibles y críticas.
Antes todas estas agresiones el gobierno no muestra ninguna capacidad de respuesta. No articula políticas coherentes. Ha dejado que cada una de estas agresiones lesione la vida de los venezolanos. La existencia de estas agresiones revela que el actual gobierno no tiene el menor interés en la vida concreta de los venezolanos.
Comencemos con la agresión al abastecimiento de las familias. Los alimentos que deben comprarse en los hogares, especialmente en una época de alta inflación y caída de los ingresos. Esa agresión está representada por 120 mil millones de toneladas de alimentos podridos por la total incompetencia del actual gobierno. No sólo por la existencia de un clima contrario a la producción agro-industrial, sino por la incapacidad para garantizar la compra, almacenamiento y distribución de la mejor calidad. Esos alimentos perdidos representan daño al patrimonio nacional y restricciones en el consumo de alimentos, especialmente en las familias de menores ingresos del país.
Sigamos con la existencia de un clima de agresión que pone en riesgo la vida de todos los que transitan por las calles de Venezuela. No hay nadie seguro. Las 16.000 muertes anuales por causa de la violencia son demostraciones tangibles de estas agresiones. Ante ellas el gobierno no ha tenido una política coherente y efectiva en estos once años. Todo lo contrario, el gobierno ha contribuido, con su exacerbación e irresponsabilidad en el manejo del lenguaje, a aumentar el clima de conflictividad que vivimos. Digamos que no sólo ha sido tolerante con las agresiones sino que las estimula y profundiza.
También el gobierno ha sido fuente de estímulo a las agresiones a la propiedad privada. Miles de estas agresiones han sido ya documentadas. Cada agresión a la propiedad privada es una afectación al adecuado clima de respeto a los derechos que debe caracterizar a una sociedad democrática. Cada agresión a la propiedad privada es un escollo en el camino del desarrollo. El actual gobierno es culpable de que estas agresiones hayan lesionado nuestra capacidad productiva y y el clima de derechos.
Como si fuera poco el gobierno es pasivo antes las agresiones al bienestar de las familias, expresadas en el aumento de los precios y el deterioro del empleo. En el segundo año de recesión las agresiones son mucho más visibles y críticas.
Antes todas estas agresiones el gobierno no muestra ninguna capacidad de respuesta. No articula políticas coherentes. Ha dejado que cada una de estas agresiones lesione la vida de los venezolanos. La existencia de estas agresiones revela que el actual gobierno no tiene el menor interés en la vida concreta de los venezolanos.
Politemas, Tal Cual, 28 de julio de 2010
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