Lo primero es lo primero, reza el dicho popular. La alianza democrática para rescatar al país de este gobierno autoritario e incompetente, tiene una primera meta: establecer un acuerdo sobre las condiciones fundamentales para que este año tengamos elecciones libres, transparentes, y respetadas por todos los sectores.
Si hay alguna institución ha sido minada por el gobierno del presidente Chávez, es justamente aquella que le permitió el acceso al poder ejecutivo. El voto. La propia elección de la Asamblea Nacional Constituyente no dejó lugar a dudas. La exclusión realizada por este gobierno comienza con el debilitamiento progresivo del voto. La dependencia del Poder Electoral es un aspecto central de la estrategia. No hay autonomía, no hay contrapesos, una sola palabra, aquella que proviene del control de todos lo poderes.
Está claro que para una gran mayoría de los venezolanos, la confianza en el sistema electoral es nula. Cunde en amplios sectores de la población un gran escepticismo sobre el valor del voto. En estos siete años hemos retrocedido décadas en cuanto a la valoración y respeto por el voto popular.
Ante esa realidad, es fundamental reafirmar la importancia de la institución del voto. La recuperación democrática de Venezuela supone revitalizar la convicción de que las elecciones libres, transparentes, y respetadas por todos los sectores, es la vía más efectiva para preservar la voluntad de cada venezolano.
También es claro que la realización de las elecciones, con esa características, supone la aceptación de las reglas de juego por todos los actores. Si no existe un pleno acuerdo sobre la calidad y legitimidad del acto electoral, los actores tienen todo el derecho a rechazar su participación en esas condiciones. Las elecciones suponen el respeto irrestricto en todas sus fases: requisitos de participación, campaña electoral, organización de las mesas, registro de electores, escrutinio, entre otros aspectos.
Todo lo anterior obliga a la sociedad democrática del país a ponerse de acuerdo. Todos los actores, sean los políticos, los que representan la sociedad y sus organizaciones, las asociaciones de ciudadanos, deben acordar los requisitos fundamentales para aceptar el llamado a elecciones a finales de este año.
Dichos requisitos no son solamente técnicos y legales, también son políticos. No son solamente las pautas que garanticen el secreto del voto, sino aquellas que regulen la excesiva discrecionalidad de un poder ejecutivo muchas veces arrogante y abusivo. Lo relevante es que estos requisitos sean discutidos y acordados con la mayor amplitud, pero también celeridad.
Estos requisitos fundamentales, vale decir el Acuerdo Electoral, debe ser aliciente para la organización y participación. Es evidente para todos que el mero acuerdo no es garantía de implementación. Todavía quedaría la fase crítica para lograr que tales condiciones sean aceptadas por el gobierno.
En la configuración de este Acuerdo Electoral también deben participar aquellos liderazgos que aspiren actuar como factores de confluencia democrática en las elecciones de este año. Ellos no solamente deben expresarse sino que deben asumir la tarea de la defensa y promoción del Acuerdo Electoral.
Una primera tarea, entonces, es la aprobación del Acuerdo Electoral. Esperamos que la sociedad democrática venezolana sea capaz de concertar. Tenemos bastante tradición para coincidir una vez más. Aprovechemos esta oportunidad histórica.
Una segunda tarea es lograr que las condiciones fundamentales sean aceptadas. Difícil tarea ante un gobierno que no tiene vocación democrática, sino autoritaria. Para que ello sea más viable se requiere la total cohesión de la alianza democrática. Total coincidencia con el objetivo. Manteniendo de manera estricta la exigencia sobre esas condiciones fundamentales. Y con la disposición a rechazar la participación cuando esas condiciones sean vulneradas. Es definitivamente tiempo de grandes acuerdos.
Politemas, Tal Cual, 15 de febrero de 2006
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