En menos de dos semanas después de las elecciones, el presidente Chávez colocó sus dos piezas claves en el tablero político del país. Ya decretó la extinción del Movimiento V República. En el mejor estilo autocrático ha conminado a sus seguidores a incorporarse a su nuevo partido. Tan sencillo como eso. Buena práctica de democracia participativa.
En la misma tanda de decisiones sin mayores consultas, señaló que el camino de la modificación de la Constitución de 1999 es la reforma. Indicó el Presidente: “ Una constituyente no tiene sentido, llevaría al país de nuevo a la incertidumbre política, que es lo que está haciendo la oposición para embochinchar al país”. Lo que no dijo el Presidente es que ahora es muy difícil que la alianza democrática acepte una Constituyente que no cuente al menos con representantes del 40% de los electores.
Con ambas propuestas el presidente Chávez opta por su mejor escenario. La aceptación obediente de sus seguidores indica que es poco probable algún disenso en la constitución del nuevo partido. Los oficialistas saben el final de esa historia.
La reforma constitucional a través de la Asamblea Nacional también es el mejor escenario del Presidente. Sabe que la Asamblea Nacional no osará contradecir ninguna de sus pretensiones. Es claro que una sola de ellas es la determinante: la reelección indefinida. Los propios legisladores se encargarán de justificar que la reforma no modifica la “estructura y principios fundamentales del texto Constitucional”.
De allí que los pasos están claros: presentar el proyecto de reforma, discusión en Cámara y luego referendo. En ese camino no aparecen mayores obstáculos.
La alianza democrática también debería escoger su mejor escenario. Para ello se requiere sopesar cuál es la alternativa más conveniente para la redemocratización de Venezuela. Es evidente que la reelección indefinida consolidará los signos autoritarios del actual gobierno. Que la alternabilidad del gobierno desaparecería de nuestras prácticas. Que se debilitaría aún más nuestra ya precaria plataforma institucional.
Si bien es cierto que la Constitución de 1999 tiene muchas debilidades, omisiones y contradicciones, en este momento sus disposiciones establecen que el segundo gobierno del presidente Chávez durará los próximos seis años, pero que en diciembre de 2012 tendremos unas elecciones en las cuales no se presentaría como candidato. En esas elecciones podría triunfar el candidato de la unidad nacional.
Promover la reforma constitucional por parte de la alianza democrática no hará otra cosa que aumentar las posibilidades de la reelección indefinida. Especialmente cuando ya sabemos que tal propuesta tiene poco chance de ser aceptada en la Asamblea Nacional. Quizás sea mejor explorar otras opciones para la alianza. Tales como fortalecer los partidos que la conforman, así como los grupos políticos y asociaciones que la apoyan. También sería deseable que se abriera una amplia discusión para completar la definición de las propuestas programáticas. Los espacios de lucha en sindicatos, universidades, gremios, asociaciones, comunidades organizadas, requieren la presentación de nuevas ideas que sean capaces de despertar simpatías y convencer a nuevos militantes.
Se podría incluso empezar a revisar las posibilidades para presentar candidatos unitarios en los comicios regionales del año 2008. Se podría aspirar a ganar en muchas gobernaciones y cientos de alcaldías. Esto sería un anticipo para las elecciones del año 2010 en las cuales se conformaría otra Asamblea Nacional, que pudiera ser un contrapeso democrático en los últimos años del próximo gobierno. Trabajo es lo que sobra.
El escenario de la reforma constitucional tiene muchos costos y pocos beneficios para la alianza democrática. Quizás sea conveniente dejar que el gobierno proponga la reforma. Si es tan alta la probabilidad de que se incluya la reelección indefinida, la alianza democrática podría considerar desde la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente hasta la oposición a la reforma en el referendo que exige la Constitución. Tener una estrategia coherente es una exigencia de los tiempos por venir.
Politemas, Tal Cual, 20 de diciembre de 2006
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