En materia de salud, el gobierno del presidente Chávez ha sido un estruendoso fiasco. En los primeros meses de su gestión, hace ya siete años, prometió una reforma profunda de la seguridad social, y, dentro de ella, la del sector salud. El Congreso de la época aprobó una Ley Habilitante para que el Ejecutivo propusiera la nueva reforma. Pasaron los meses previstos. El gobierno fue incapaz de acordar en el propio seno de su gabinete. Se adujo que un tema de esa complejidad debía ser discutido en la Asamblea Nacional Constituyente. La Constitución aprobada en referéndum otorgó las posibilidades para una completa transformación del sistema de salud. Pasaron siete años, no hubo reforma. El gobierno no puede mostrar otra cosa que su incapacidad en esta materia.
Fue a mediados de 2003 (luego de cuatro años de gestión), cuando el gobierno entendió que una seria política de salud requiere trabajar por la gente. Tuvimos que pasar por la crisis política del 2002-2003 y contar con la asistencia técnica cubana para que el gobierno intentara ponerse “al día” en materias que ya tienen casi tres décadas de vigencia en muchos países. Fue allí cuando el gobierno, en picada en la opinión pública, pidió prestada una idea, una ilusión. La llamó Barrio Adentro. Y la convirtió en fracaso, en decepción. Hoy en día, lo que existe es un gran fracaso barrio adentro.
No podía ser de otra manera. Barrio Adentro lleva el germen del fracaso porque asume que la cobertura de los servicios de salud es una oferta que hace el Estado. No. La cobertura de los servicios de salud, en una sociedad moderna y democrática, es un derecho de los ciudadanos. Que debe especificarse en términos de cantidad y calidad. De manera que cada ciudadano, haya nacido o no en el territorio nacional, tiene derecho a un conjunto de servicios que deben ser prestados con la mayor efectividad y prontitud. Es lo que se conoce como “conjunto de prestaciones”. Para todos los ciudadanos, sin ninguna restricción. El gobierno no ha especificado esos servicios, no ha dicho cuáles son los servicios que puede exigir cualquier ciudadano con cargo a los recursos públicos.
Lo que ha hecho el gobierno, es intentar convencer a la colectividad, especialmente a la más pobre, que la construcción de un ambulatorio y la prestación de consultas de primer nivel es sinónimo de cobertura real. Hay que decir, con toda claridad, que no es verdad que hoy tengamos 17 millones de venezolanos cubiertos por el sistema de salud. Simplemente porque el gobierno no ha elaborado y aprobado a lista de servicios de salud a financiarse con los recursos públicos. Lo que si puede decirse es que hoy tenemos 17 millones de decepcionados.
Luego de tres años del programa, no existe un sistema de información sobre las reales actividades prestadas. El primer sitio web creado tiene un atraso de casi 2 años en la información. El nuevo sitio web, en el Ministerio de Salud, ha mejorado un poco: tiene un retraso de “sólo” seis meses. Pero la poca información presentada no permite saber cuántos niños han sido atendidos, cuáles tienen riesgo nutricional, cuántas mujeres embarazadas, entre otros aspectos.
Tampoco es acertado el énfasis colocado, especialmente en la modalidad llamada Barrio Adentro II, en la realización de exámenes diagnósticos con el uso de la tecnología más sofisticada. El diagnóstico es importante cuando se quiere tratar personas. O dicho de otra manera, lo que es importante son las personas tratadas o diagnosticadas, no el número de exámenes de laboratorio o placas de rayos X.
El gobierno del presidente Chávez ha desperdiciado una oportunidad única para resolver los problemas centrales de nuestro sistema de salud. Los resultados están a la vista: empeoran las condiciones de salud y se deterioran las capacidades institucionales del sector. Un gobierno que no puede mejorar la salud de la gente ya no tiene argumentos, ya no despierta ilusión.
Politemas, Tal Cual, 18 de enero de 2006
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