El 23 de noviembre es una oportunidad excepcional para que tengamos gobiernos de encuentro de todos los venezolanos. Casi diez años de enfrentamientos y exclusiones liderados desde las altas instancias del Poder Ejecutivo han podido dejar en muchos venezolanos la idea de que los gobiernos son instrumentos de separación entre los ciudadanos.
No faltan evidencias que sostengan lo anterior. El actual gobierno ha sido, sin duda, un factor de exclusión y polarización entre los venezolanos. Antes que espacio de encuentro y de acuerdos, el gobierno de presidente Chávez ha profundizado la división en la sociedad.
Todo ello se ha concretado dentro de una retórica de supuesta inclusión. La práctica hegemónica se ha acompañado de un interés, muchas veces circunstancial y electoral, por mejorar las condiciones sociales. A final del día, sin embargo, hemos terminado más separados y sin haber resuelto los problemas centrales del desarrollo.
Las cosas no tienen que ser siempre de esa manera. Si hay alguna institución que debe promover la concordia y el entendimiento es el gobierno. Entre otras razones, porque son los gobiernos los encargados de liderar las sociedades especialmente en tiempos de cambios.
Ahora que nos disponemos a elegir nuevos gobiernos en estados y municipios, es una coyuntura que favorece la inclusión. Para ello se requiere que los nuevos gobiernos ofrezcan modificaciones sustantivas.
En primer lugar, se requiere un cambio en el lenguaje. Hablar de encuentro y entendimiento es algo positivo. La gente lo pide en la calle. El hastío de la diatriba es una característica de estos tiempos. De manera que los candidatos a gobernadores y alcaldes se anotarían muchos puntos si empiezan por reconocer que todos nos necesitamos. Esos gestos ya serán indicativos que la inclusión es posible.
El segundo aspecto está relacionado con las condiciones de vida de la población. Para millones de venezolanos la pobreza sigue siendo una realidad concreta. No se palpan soluciones definitivas. Todo ello deja un espacio significativo para combinar recursos en beneficios tangibles para la población.
Las fallas estrepitosas en la ejecución de los programas sociales del gobierno, ofrece buenas posibilidades para ensayar nuevas respuestas. Se trata de utilizar recursos públicos para garantizar beneficios sociales que traigan salidas al círculo vicioso de la pobreza. La pregunta es cómo combinar beneficios (sea en especie, o en dinero) con mejoras en la cobertura de servicios de salud y de educación. También se trata de mejorar la efectividad de los servicios públicos. Por ejemplo, dotar de vialidad y servicios de saneamiento, puede mejorar la productividad de las familias pobres en muy corto plazo. Se trata de ver posibilidades innovadoras, y convencer a los ciudadanos de que los gobiernos, sean ellos gobernaciones y alcaldías, pueden ser efectivos y eficientes.
El tercer aspecto es todavía más inexplorado. La gente no quiere dádivas ni apoyos transitorios. La gente quiere tener un buen trabajo. Quiere salir de la pobreza por sus propios medios. Esa es una característica de la sociedad venezolana. Los gobiernos nacionales han intentado muchas veces crear la dependencia. Ya tenemos experiencia muy reciente que lo confirman. Pero ello no significa que no existan modalidades que gobernadores y alcaldes no puedan explorar. A pesar de las restricciones generales de la economía venezolana, seguimos teniendo condiciones para explorar la creación de empleo productivo. Gobiernos con estos objetivos, serán, sin duda, adecuados instrumentos para ser una sociedad inclusiva. Se trata de hacerlos realidad.
Politemas, Tal Cual, 24 de septiembre de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario