Venezuela vive un extraordinario boom petrolero. Los entendidos lo califican como el más grande de nuestra historia. Lo cual es bastante decir. La cantidad de ingresos recibidos por concepto de venta de petróleo supera la imaginación.
Junto con la lluvia de petrodólares ha aumentado el ingreso de las familias. Ese ingreso, sin embargo, sufre los avatares de la economía con más inflación en América. El ingreso de las familias más pobres ha aumentado, pero también ha aumentado el precio de los alimentos. Hasta el punto de representar casi del cincuenta por ciento del presupuesto de estas familias.
En ese contexto, vale preguntarse si todo ese ingreso ha disminuido la pobreza. Esto es, si las familias tienen hoy menor riesgo de ser pobres mañana. Para aquellas que ni siquiera tienen ingreso para comprar los alimentos de consumo diario, es obvio que la pobreza es una realidad cotidiana. Pero para aquellas familias que han aumentado su ingreso, ¿qué garantías tienen que la pobreza no volverá?
Lamentablemente, ninguna. No se puede salir de la pobreza, ni las familias, ni los países, sin aumentar la capacidad productiva. Para salir de la pobreza hay que crear valor. Hay que mejorar la combinación de recursos, físicos y financieros, con habilidades para elaborar bienes y servicios. Las familias que no tienen recursos o habilidades no pueden salir de la pobreza. Para que ello ocurra se necesita organización, mucha veces provista por el Estado, así como el concurso de múltiples agentes de la sociedad.
Para que un país aporte a la sociedad global sus productos deben tener valor en el mercado internacional. La capacidad de exportar es otra forma de expresar la sostenibilidad del desarrollo. Pero no todo tipo de exportación. Se trata de estimular aquellas exportaciones que incorporan valor, que reflejan la utilización de recursos, inventiva, organización. Son los llamados bienes industrializados. Un ejemplo lo refleja, se trata de exportar vehículos, electrodomésticos, electrónicos, no las materias primas.
Según el último informe de la Cepal sobre la inserción internacional de América Latina y el Caribe, el panorama de riqueza no puede ser más lejano para Venezuela. En 2005 apenas el 10% de las exportaciones de nuestro país estaba representado por bienes industrializados. En 1995 teníamos 50%. En diez años hemos dejado de exportar productos elaborados, creadores de riqueza, para convertirnos nuevamente en exportadores de materias primas. Como al principio del siglo XX.
Todo esto sucede mientras algunos de nuestros vecinos exportan productos elaborados, muchos de ellos de alta sofisticación. En Chile, por ejemplo, el 58% de las exportaciones son bienes industrializados. En Brasil alcanzan el 67%. En México superan el 81%.
Peor aún es el balance cuando se analiza la proporción de exportaciones de bienes de alta tecnología. Justamente el tipo de producción que caracteriza a muchos de los países desarrollados. En 2005 apenas el 0,3 de las exportaciones de nuestro país estaba representado por bienes de alta tecnología. En Brasil este porcentaje ascendió a 8%. En México superó el 25%.
En tales condiciones es bastante claro que nuestros ingresos de hoy no son garantía de riqueza. La dependencia de la exportación de bienes primarios como el petróleo no es antídoto contra la pobreza. Para promover la riqueza requerimos consolidar espacios productivos basados en la capacidad de crear más y mejor conocimiento. Es una tarea de la sociedad. Es muy evidente que el actual gobierno tendrá muchos recursos, pero aleja cada día más a los venezolanos de la riqueza duradera. Es un gobierno que empobrece.
Politemas, Tal Cual, 6 de agosto de 2008
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