lunes, 14 de diciembre de 2015

Los cimientos del autoritarismo

El año 2006 ha dejado dudas relevantes sobre la estabilidad política en América Latina. La reelección del presidente Chávez permitirá ampliar el espectro de la imposición autoritaria en Venezuela. La crisis electoral en México es también expresión de las dificultades de la consolidación democrática en este país. Si a ello sumamos la coyuntura constituyente en Bolivia y la disputa que se anticipa en Ecuador sobre el mismo tema, es posible concluir que los tiempos por venir no serán tranquilos.

Ya en el año 2004, con ocasión de la elaboración del Informe “ La Democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos” (segunda edición, diciembre), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señalaba que la región vivía un momento de “inflexión y crisis” e insistía en la valorización del sentido de la política, así como en el reto de fortalecer la ciudadanía.

La constatación de PNUD (América Latina) no fue producto solamente de las opiniones de expertos o de la reflexión sistemática sobre la región y sus problemas. El informe señalado colocó especial énfasis en conocer las opiniones de los ciudadanos de 18 países latinoamericanos. Casi 20.000 personas fueron encuestadas para explorar sus opiniones sobre la democracia.

La revisión de algunas de las respuestas permite concluir que para un sector bastante amplio de nuestras sociedades, la democracia no es un valor completamente aceptado. Casi 43% de los encuestados estuvieron “de acuerdo con que el presidente vaya más allá de las leyes”. Dentro de las personas que indicaron que prefieren la democracia a cualquier otra forma de gobierno (“demócratas”), el porcentaje fue casi 39%. Casi 40% de los encuestados indicaron que están “de acuerdo con que el presidente ponga orden por la fuerza”. En el caso de los “demócratas” los que estuvieron de acuerdo representaron el 32,3%. 

Casi el 57% de los entrevistados manifestó que “el desarrollo económico es más importante que la democracia”. En el grupo de los que prefieren a la democracia, este porcentaje llega al 48%. Más aún, 54,7% de los encuestados apoyarían “a un gobierno autoritario que resolviera los problemas económicos”. Casi el 45% de los “demócratas” también estuvo de acuerdo con lo anterior. 

Para cuatro de cada diez latinoamericanos puede haber democracia sin partidos. Una cifra similar se encuentra en los “demócratas” (34%). Iguales porcentajes (en ambos grupos) expresan que puede haber democracia sin un Congreso Nacional. Así mismo, el 38,1% de los entrevistados está “de acuerdo con que el presidente deje de lado al Congreso y los partidos”. Finalmente, el 36% están “de acuerdo con el control del presidente sobre los medios de comunicación”.

En líneas generales, es posible concluir que casi la mitad de los latinoamericanos no tiene una especial preocupación por el destino de la democracia ni mucho menos por las instituciones que la expresan. Ubicar las razones de esta indiferencia, e incluso rechazo, es probablemente el principal reto de los sectores democráticos de las región. Es muy posible que una gran parte de este desencanto esté relacionada con el pobre desempeño de muchos gobiernos y la falta de vinculación entre las organizaciones políticas y los problemas de los ciudadanos. Es también probable que los mecanismos de socialización de la cultura política democrática estén naufragando desde hace varias décadas.

Pero también es obvio que no podemos tener mejoras a la democracia (y a todo lo que ella exige), en un marco autoritario que promueva la dependencia de una sola opinión, una sola voz, una sola obediencia. Todavía más peligroso es la nítida tendencia que se aprecia en muchos sectores para pasar del autoritarismo al totalitarismo. Por esta razón, fomentar la valoración de la democracia, como opción y praxis, es la tarea política del momento. En ella deberíamos coincidir todas las expresiones asociativas e institucionales de una sociedad democrática. En caso contrario, la desaparición de la institucionalidad democrática, como ya ha sucedido en Venezuela, será el mayor escollo para el desarrollo de América Latina.

Politemas, Tal Cual, 10 de enero de 2007

No hay comentarios: