El rumbo del país preocupa a la gran mayoría de los venezolanos. Son muchos años de deterioro en la calidad de vida y en el clima de libertades. A pesar de que existe un avance notable de las fuerzas democráticas, en algunos sectores a veces cunde el desaliento, especialmente por la incertidumbre sobre la evolución del país.
En tales circunstancias se debe insistir en la importancia de los cambios por la vía institucional. Los esfuerzos realizados en estos años indican que esa es la ruta correcta. Para la mayoría de los venezolanos existen posibilidades reales de dar paso a una nueva etapa, de transformaciones reales, liderada por una nueva generación política. Para que ello sea sostenible es fundamental que anticipemos con el mayor nivel de detalle las exigencias de los venezolanos. Que seamos capaces de identificar sus problemas, y acompañar sus demandas a través de la cotidianidad de la lucha ciudadana. Quizás una revisión de nuestro pasado pueda ayudar.
El 2 de diciembre de 1945 se realizó en Morón el primer rociamiento con DDT en suelo venezolano. Una cuadrilla de Malariología, a cargo de Levi Borges, se ponía al frente de una legión de héroes civiles para derrotar a la malaria. Los venezolanos sufrían los embates de esta enfermedad como ningún otro país tropical. Una de cada tres muertes era causada por la malaria. El inicio de los rociamientos con DDT se asocia con el éxito obtenido en poco tiempo.
Lo que es menos conocido es lo realizado entre 1936 y l945. Durante diez años, los equipos de Malariología rastrearon palmo a palmo el territorio nacional. Con el liderazgo de Arnoldo Gabaldón, identificaron los hábitos del mosquito transmisor y los mecanismos de propagación de la enfermedad. Dado que la malaria es una enfermedad local, había que escudriñarla en cada lugar. Porque la combinación de las condiciones del mosquito, del parásito y el ambiente, producían diferentes efectos.
Es así como se conoce las zonas del país en las cuales el mosquito picaba, ya fuera dentro o en el exterior de la vivienda, y se colocaba en las paredes dentro de la vivienda para reposar. Es el comportamiento del mosquito como “reposador intradomiciliario”. Al conocerse que el DDT, rociado en las paredes, producía la muerte del mosquito, y por ende, el cese de la transmisión, fue directa la conclusión. Había que comenzar el rociamiento en los sitios donde el mosquito era reposador intradomiciliario.
Y así fue. La información estaba disponible por el trabajo de los diez años anteriores. El éxito no se hizo esperar. La mortalidad por malaria prácticamente desapareció de la faz de Venezuela en cinco años. Dejamos de ser un país azotado por el paludismo. La anticipación valió la pena. Hoy como ayer necesitamos mapear los problemas de los venezolanos con el mayor nivel de detalle. Es el primer paso para acertar de manera sostenible.
Politemas, Tal Cual, 19 de junio de 2013
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