miércoles, 30 de marzo de 2016

Últimos en creación de valor

Si de verdad Venezuela puede tener un escenario de bienestar y progreso en las próximas décadas, es menester analizar la capacidad para crear valor agregado. Desde hace varias décadas, el grado de progreso en los países se mide por la generación de productos con el mayor valor agregado posible. Si ese es el eje de desarrollo, entonces todas las actividades productivas marcharán en la dirección que permita acompañar ese ritmo. Dado que dichos productos son los más valorados en el mercado, entonces la rentabilidad de esa inversión es mayor. 

Si se pudiera seleccionar un indicador que exprese tal énfasis productivo, uno que habría que considerar es la cantidad de dólares per cápita obtenidos por exportaciones de bienes con altas tecnologías. La utilidad de este indicador se fundamenta en varios aspectos. En primer lugar, establece el acento en la exportación, de manera que es el consumidor extranjero el que decide sobre la calidad del producto. En otras palabras, coloca de una vez al país en la dinámica de las exigencias de calidad internacional. En segundo lugar, al considerar las altas tecnologías, se decide por el criterio más riguroso. Esto es, productos altamente intensivos en investigación y desarrollo (industria aeroespacial, informática, farmaceútica, instrumentos científicos, robótica, entre otros), de tal forma que su elaboración conlleva directamente la expansión de las capacidades de creación de conocimientos. Y en tercer lugar, al realizar la comparación por habitante, se puede ajustar el efecto proporcional en cada país. Es decir, no es el tamaño de los países ni de su economía lo que se toma en cuenta, sino la capacidad productiva de cada individuo.

Examinemos ahora, en el contexto de América Latina, la evolución de este indicador. Tomemos como referencia los últimos 30 años. De acuerdo con la información disponible elaborada por CEPAL, en 1985 el país que producía mayor cantidad de dólares per cápita por concepto de exportación de productos de alta tecnología en América Latina era México (23 dólares). El segundo país era Costa Rica (11 dólares). Un poco más atrás se encontraban Brasil (6,30 dólares), Guatemala (6 dólares), Argentina (5,3 dólares). Luego seguía el resto de los países. Venezuela obtenía en ese año 0,59 dólares por habitante por concepto de exportación de altas tecnologías, uno de los más bajos de la Región.

En estos 30 años la tendencia de que el conocimiento es la base fundamental del desarrollo, se ha expandido por América Latina. En México, por ejemplo, en 2015 las exportaciones de alta tecnología tuvieron un valor de 701 dólares por habitante (esto es, 30 veces más con respecto a 1985). En Costa Rica, por su parte, el valor de exportaciones de alta tecnología por habitante alcanzó 613 dólares (un aumento de 55 veces). Otros países aumentaron también de manera significativa. Guatemala aumentó a 20 dólares per cápita, Argentina a 33, Brasil a 45. Estos últimos países, como se puede observar, muy por debajo de México y Costa Rica. Venezuela es el país con el menor valor de exportación de altas tecnología per cápita: 0,67 dólares. El único país por debajo de un dólar por habitante, cuando ya había alcanzado 3,96 dólares en 1990. Mientras esto pasaba en América Latina, Corea del Sur aumentó de 90 dólares a 3.200, y Singapur de 1.700 a 29.000 dólares en ese período. Otra liga muy diferente. 

Las políticas de los últimos 17 años en Venezuela han sido la antítesis de las que se han aplicado en otros países: objetivos de mediano plazo, inversión en áreas de tecnologías de punta, respeto a los derechos de propiedad, mejoras en la formación de recursos, entre otros aspectos. Los resultados están a la vista. Esos países están en ventaja para enfrentar los retos de la sociedad del conocimiento del siglo XXI. Venezuela, por su parte, debe cambiar sustancialmente para dejar de ser el país con menor capacidad de valor agregado en América Latina.

Politemas, Tal Cual, 30 de marzo de 2016

jueves, 10 de marzo de 2016

La mayor privatización de la salud

El caradurismo no puede ser más grande. Ante las grandes penurias de los venezolanos por conseguir medicamentos, por tramitar un cupo quirúrgico, o la radioterapia para el tratamiento de cáncer, el actual gobierno solo insiste en consignas que han sido desmentidas por la realidad. Venezuela tiene los peores desempeños de salud en América, todas las evidencias así lo indican. No existe la garantía de tratamiento en las instituciones públicas. Y mucho menos es verdad que los venezolanos tienen cobertura gratuita de los servicios de salud.

Es todo lo contrario, los venezolanos tienen la mayor proporción de gasto privado de la salud en América. Según cifras de la OMS para 2013 (último año disponible), el 65,8% del gasto en salud en el país proviene del bolsillo de las personas. Esto significa que las familias deben tomar dinero de sus salarios, de préstamos a familiares, de las cajas de ahorros, de la venta de vehículos, de la hipoteca de viviendas, para conseguir los recursos que permita el tratamiento de alguno de sus miembros. En otras palabras, los venezolanos viven la peor desprotección posible en materia de salud.

Esta privatización ha ido en aumento. En el año 2000, el 53,2% del gasto provenía del bolsillo de las personas. Esto significa que un período de 13 años el aumento ha sido superior a 12%. Mientras esto ocurre en nuestro país, en otros como Chile y Brasil ha disminuido el gasto de bolsillo, vale decir, ha aumentado el gasto público en 10% o más. En Colombia y Uruguay el gasto de bolsillo es menor a 20% del gasto total. Es decir, al contrario de la tendencia universal de aumentar el financiamiento público, las políticas del actual gobierno de Venezuela han significado la mayor privatización de la salud del Siglo XXI en América.

Cuando se compara a Venezuela con el resto del mundo, los resultados son más decepcionantes. Solo dos países tienen un mayor porcentaje de gasto de bolsillo que Venezuela. Esos países son Afghanistán (con 73,8% de gasto de bolsillo) y Azerbaiyán (con 71,1%). Vale decir, entonces, que la desprotección en salud de los venezolanos es la tercera más alta del mundo. Todo lo anterior coexiste con la intención permanente del gobierno de mostrar una gestión preocupada por la gente. Los resultados en la práctica, y las angustias de los venezolanos son suficientes para demostrar lo irreal de las afirmaciones del gobierno.

La actual gestión no solo ha destruido la economía, también ha vulnerado las condiciones de las personas, especialmente en servicios fundamentales como la salud. Bajo el cinismo ideológico se ha encubierto la mayor agresión a la equidad en el acceso a los servicios. Antes que ampliar las fuentes de financiamiento público, las políticas de esta administración han conducido a la mayor indefensión de las personas antes las contingencias de la salud. El actual gobierno ha dejado la salud de millones de venezolanos en la total desprotección.

Politemas, Tal Cual, 9 de marzo de 2016

La solución de Bolivia a la hiperinflación

En los primeros siete meses de 1985 la hiperinflación de Bolivia adquirió niveles dramáticos. Luego de varios programas de reformas económicas (en noviembre de 1982, noviembre de 1983, abril de 1984, agosto de 1984, noviembre de 1984, febrero de 1985), todos fallidos, la economía estaba completamente fuera de control. El gobierno de Siles Suazo, totalmente aislado, sin posibilidades de resolver la crisis económica, decide acceder al adelanto de elecciones, fijadas inicialmente para julio de 1986. Se realizaron finalmente en julio de 1985, permitiendo la entrada en escena de un nuevo gobierno presidido por Víctor Paz Estenssoro. 

Al momento de tomar posesión el nuevo gobierno, en agosto de 1985, la tasa de cambio oficial era 67.000 pesos bolivianos por dólar. Sin embargo, la tasa en el mercado “no-oficial” era 1.100.000 pesos bolivianos, una diferencia de 1.600% entre ambas tasas. La tasa de inflación en la semana antes de tomar las medidas se acercó a 20%. Según el FMI, la tasa de inflación de Bolivia en 1985 alcanzó 11.700%.

El gobierno de Paz Estenssoro informa las decisiones económicas a las tres semanas de estar en ejercicio. Fueron establecidas en el decreto 21.060 del 29 de agosto de 1985. Las medidas incluían las siguientes: unificación de las tasas de cambio con libre convertibilidad, ajuste de tarifas de servicios públicos, reducción del déficit fiscal y financiamiento externo de 80% de dicho déficit, reducción de aranceles (un arancel único de 20%), eliminación de la intervención del sector público en los salarios privados, excepto para el salario mínimo, eliminación de los controles de precios, congelación de salarios del sector público, descentralización de empresas públicas, reformas impositivas para simplificar el sistema, acuerdo “stand by” con el FMI, restablecimiento del crédito internacional del país, eliminación de las restricciones para la fijación de las tasas de interés.

Luego del anuncio de las medidas, exactamente a los diez días, se produjo una reducción abrupta en la tasa de inflación. En 1986 la inflación disminuyó a 276%, y en 1987 la inflación fue 14%. Se ha mantenido controlada desde esa época.

Varias lecciones deja la experiencia boliviana para la grave situación económica que experimenta Venezuela. En primer lugar, indica que los gobiernos sin la correspondiente capacidad política terminan complicando las crisis económicas, hasta el punto que se deben buscar las vías institucionales para facilitar su sustitución. De allí que la elección de un nuevo Presidente, en este caso Paz Estenssoro, fue un factor clave para encontrar una ruta efectiva para la crisis boliviana. La segunda lección está relacionada con los objetivos de la reforma. La aplicación de un plan integral, caracterizado tanto por la estabilización de la economía como con los objetivos de mediano plazo, como la modernización y la reducción del estatismo, fueron pilares para que dichos cambios fueran sostenibles. Y finalmente, la severidad de las medidas ejecutadas en 1985 en Bolivia no contó con un programa de protección de la caída del ingreso de los ciudadanos. Este último aspecto debe tener una gran importancia en las medidas que se tomen en Venezuela para superar esta severa crisis. No hay duda que las condiciones económicas favorables que hoy tiene Bolivia, cuando se compara en el contexto de la Región, tienen su fundamento en la aplicación de las medidas treinta años atrás.

Politemas, Tal Cual, 2 de marzo de 2016