lunes, 28 de diciembre de 2020

¿Cómo puede evolucionar la pandemia en 2021?

La pandemia entra en el segundo año. A finales de 2019, solo en China se habían registrado los casos de neumonías atípicas que terminarían siendo conocidas como casos de covid-19. Fue apenas a principios de 2020 que la OMS recibió la notificación de las autoridades chinas. A partir de ese momento, el mundo ha experimentado la severidad de la pandemia, con afectaciones en todas las facetas de la vida social. 

Cierra 2020 con el gran avance representado por las distintas vacunas que ya están disponibles contra covid-19. En algunos países como Reino Unido, Estados Unidos, Rusia, China, se ha comenzado la administración de las vacunas, aunque no todas ellas han estado sometidas a los mismos procedimientos de evaluación por las agencias reguladoras. Pero lo cierto es que la perspectiva de que se pueda vacunar a la población en los próximos meses, constituye una excelente noticia. 

Dado que la vacunación de una proporción alta de la población no se puede conseguir tan rápido, es conveniente visualizar los posibles cursos de la pandemia en los próximos meses. Queda muy claro que incluso en los países más avanzados, la pandemia requerirá atención significativa en el 2021. Los próximos meses son de especial preocupación porque, aunque esté disponible la vacuna, la tendencia de la infección en las próximas semanas está vinculada con las medidas de prevención que deben seguir las personas en esta fase final del año. Ya existen evidencias del aumento de casos en muchos países europeos, por ejemplo. 

Luego de superados estos dos o tres meses próximos, queda ya de parte de los sistemas de salud de los países más avanzados garantizar que la vacuna sea administrada a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible. Por lo tanto, se podría estimar que, para finales de 2021, en la mayoría de estos países la situación de la pandemia ha debido mejorar significativamente. 

Lamentablemente, esta no es la situación esperable en áreas como América Latina. Sabemos que el número de casos en la región ha representado el 19% de los casos totales, y casi el 30% de los fallecimientos en el mundo. Estas proporciones superan ampliamente el 8% de la población mundial, que es la correspondiente a América Latina. Por otra parte, en la gran mayoría de los países a la fecha no se ha controlado la pandemia, situación muy diferente a la de Europa. 

Si bien es cierto que algunos de los países de la región, ya han aprobado la utilización de la vacuna, la puesta en marcha de la logística necesaria estará condicionada por las restricciones estructurales de los sistemas de salud. Se puede estimar, entonces, que la pandemia avanzará mucho más hasta que se puedan tener los efectos de la vacunación. Esto significa que muy probablemente en muchos países de la región se sigan registrando más de 100 casos diarios nuevos de covid-19 por millón de habitantes, esto es, 10-15 veces más que en las fases de control de la mayoría de los países europeos. 

La consecuencia de esta prolongación en la magnitud de los casos nuevos, tendrá efectos más intensos en la provisión de los servicios de salud. Ya sería el segundo año consecutivo en el que la prioridad en la asistencia de los casos de covid-19, impedirá la realización cabal de las actividades de prevención y tratamiento de los otros problemas de salud. Es más, podría decirse que el conocimiento de la magnitud de estas brechas de atención, requerirá mucho más tiempo que la duración de la fase crítica de la pandemia. 

El hecho de que los casos de covid-19 puedan reducirse con la administración de las vacunas, no significa que vayan a desaparecer. Todas las evidencias indican que covid-19 tendrá una presencia significativa por un tiempo considerable. Esto implicará cambios financieros, organizativos y de servicios, que por supuesto encontrarán a los sistemas de salud con restricciones significativas. 

En este contexto, alcanzar la cobertura universal de salud, establecida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el año 2030, sufrirá retrasos considerables, especialmente si agregamos a los efectos en los sistemas de salud, los que se están produciendo en las economías y en los sistemas de protección social de América Latina. Es por ello que 2021 será un año de avances con respecto a las fases más agudas de la pandemia, muy vinculados a las capacidades institucionales de los sistemas de salud, pero en modo alguno significará una solución de fondo. Lo que si debe traer el nuevo año es una reflexión profunda, en los liderazgos generales de la sociedad, sobre las implicaciones de la pandemia para los ya deteriorados niveles de vida de los latinoamericanos. La pandemia ha puesto al descubierto grandes restricciones. Ojalá en 2021 también se puedan empezar a construir las nuevas alternativas.

Politemas, Tal Cual, 23 de diciembre de 2020

sábado, 26 de diciembre de 2020

Diez meses en la primera ola

El inicio de la vacunación contra covid-19 en varios países del mundo es una noticia extraordinaria. Que ya estén disponibles alternativas para prevenir casos y fallecimientos es un logro muy relevante de las capacidades de investigación a escala global. Sin embargo, garantizar que las vacunas sean administradas a toda la población que la requiere llevará tiempo. También se puede anticipar que el desempeño de los sistemas de salud no será igual en todas las regiones del mundo. De manera que la desigualdad del acceso a la vacunación es casi un hecho indiscutible. 

A pesar de que las vacunas estén disponibles, el ritmo de administración implica que transcurrirán varios meses para cubrir una proporción significativa de la población. Mientras tanto, la pandemia seguirá avanzando. En algunos países el número de fallecimientos supera en la actualidad la cifra de las primeras etapas. Hasta el punto que en algunos países de Europa se estén considerando medidas de la mayor severidad para evitar el incremento de casos por las celebraciones de fin de año. 

La atención está concentrada en la evolución probable de la pandemia. Y para ello se ha popularizado el concepto de “ola” con el propósito de describir la secuencia de los casos. Lo que se ha observado en muchos países es que se produce un punto máximo de casos, a partir del cual comienza el descenso (por las medidas tomadas). En la experiencia de la gran mayoría de los países de Europa, este descenso llegó a ser menor de 8 casos nuevos diarios de covid-19 por millón de habitantes. Es decir que, comparado con las tasas máximas de más 100 casos nuevos diarios por millón, alcanzar la cifra de 8 (o menos), es indudablemente una gran diferencia. Estos países experimentaron el primer ciclo de la pandemia, también llamado “primera ola”. 

La evolución deseable es que los países se mantuvieran en este nivel de 8 casos nuevos diarios por millón de habitantes. Este fue el caso, por ejemplo, de Corea del Sur. En esta situación, los países solo tendrían la primera ola. Cuando los casos empiezan a aumentar nuevamente, y superan este umbral de 8 casos, se podría presentar la segunda ola. Esto es lo que ha ocurrido en países europeos, hasta el punto que muchos de ellos han experimentado topes de casos superiores a los de la primera ola. Nuevamente, para que termine la segunda ola habría que volver a alcanzar 8 casos nuevos diarios por millón de habitantes. Al 14 de diciembre, todos los países que controlaron la primera ola en Europa, tienen tasas superiores a 8 casos nuevos diarios por millón. Dicho de otra manera, están todavía en la segunda ola. 

En América Latina se pueden indicar cuatro grupos de países en cuanto a la evolución de los casos de covid-19. En el primer grupo están países que han registrado menos de 8 casos nuevos diarios/por millón, pero no tienen registros de los diagnósticos de covid-19 comparable en el contexto internacional. Este es el caso de Haití y Nicaragua. 

En el segundo grupo están Uruguay y Cuba. Ambos países cuentan con datos comparables en el ámbito internacional sobre pruebas diagnósticas de covid-19. Los registros indican que estos dos países mantuvieron el número de nuevos casos diarios por debajo de 8 durante un largo período. Sin embargo, Uruguay, desde el 16 de octubre, ha registrado un aumento sostenible de casos (actualmente tiene 103 casos nuevos por millón). Es evidente, entonces, que Uruguay se encuentra en la segunda ola. Por su parte, Cuba ha registrado cifras superiores a 8 casos por millón desde el 9 hasta el 13 de diciembre. Habría que esperar las próximas semanas para determinar si este aumento corresponde realmente a una segunda ola. 

En el tercer grupo de países solo está en este momento Bolivia. La tasa máxima de casos fue alcanzada por Bolivia el 22 de julio (146 casos por millón). Entre el 8 y 29 de noviembre registró un número de casos diarios menor a 8, indicativo, según el criterio señalado, de alcanzar el control. Sin embargo, ya la cifra de casos se encuentra en 20, de manera que, de continuar esta tendencia de aumento, Bolivia podría entrar francamente en la segunda ola. 

El cuarto grupo está conformado por 15 países de la región. En todos ellos, no se ha disminuido la tasa de nuevos casos por debajo de 8 después del inicio de la pandemia. Esto significa que se han mantenido por diez meses en la primera ola. En este grupo destacan Panamá, Argentina, Paraguay, Costa Rica, y Colombia, que registran en la actualidad más de 100 casos nuevos diarios por millón de habitantes. Panamá registra en este momento la tasa más alta de todos los países de América Latina durante la pandemia, esto es, 500 casos nuevos diarios por millón de habitantes. 

A diferencia de Europa, la mayoría de los países de América Latina continúan en la primera ola. Esto significa que la presión sobre los servicios ha sido permanente a lo largo de estos diez meses. Las consecuencias tanto para los recursos humanos y la gestión de los servicios son de la mayor significación. Lamentablemente, tal como se deriva de las tendencias actuales, el número de casos diarios continuará en niveles muy altos. La vacunación contra covid-19, en consecuencia, será realizada en contextos de gestión severamente afectados.

Politemas, Tal Cual, 16 de diciembre de 2020

viernes, 4 de diciembre de 2020

Tareas previas a la vacunación contra covid-19

Anuncios recientes por parte de empresas farmacéuticas internacionales, han confirmado que existen posibilidades de que en los próximos meses se disponga de vacunas efectivas para proteger contra el virus causante de covid-19. Los resultados de los estudios, no publicados todavía en revistas especializadas arbitradas, indican que la efectividad puede alcanzar niveles compatibles con los más altos obtenidos hasta la fecha por otras vacunas. La siguiente fase consiste en lograr la aprobación de los organismos reguladores, especialmente en Estados Unidos y Europa. Cumplidos estos pasos, las vacunas podrán administrarse a escala global. 

La posibilidad de que estas vacunas estén disponibles ha motivado a muchos gobiernos a tramitar las respectivas compras. Algunos de estos gobiernos (Alemania, España) también han aprobado planes de vacunación para el próximo año. En Estados Unidos se ha solicitado la aprobación de emergencia, con lo cual se podrá indicar la vacuna al personal de salud a cargo de la atención de pacientes con covid-19 y a otras poblaciones en riesgos. 

La obtención de una vacuna en pocos meses, con los niveles de efectividad reportados, es un logro extraordinario. Demuestra las inmensas capacidades tecnológicas puestas en funcionamiento y ampliadas en el curso de la pandemia. También evidencia el enorme avance experimentado, especialmente si se compara con el tiempo que se logró obtener otras vacunas en el pasado. 

A pesar de estas extraordinarias y gratas noticias, colocar la atención exclusivamente en la vacuna puede traer consecuencias negativas para las personas que día a día siguen adquiriendo la infección, y para aquellas que tienen complicaciones por las cuales deben ingresar a centros hospitalarios. Esta situación es especialmente preocupante en América Latina. Por dos razones. La primera es la gran afectación que ha sufrido la región con casi un 25% del total de casos de covid-19, y el 33% de los fallecimientos en todo el mundo, a pesar de tener solo el 8% de la población. 

La segunda razón está vinculada con la brecha de políticas de la región con respecto a los países que han logrado un mejor desempeño en el control de la pandemia. La gran mayoría de los países de América Latina no han alcanzado el control. Si se compara con Corea del Sur, algunos países tienen una incidencia diaria de casos 45 veces superior y una mortalidad 120 veces mayor. 

Es fácil suponer que las debilidades que han mostrado los sistemas de salud de la región ante la pandemia, también pueden manifestarse en la ejecución de las tareas que concluyan en la vacunación de los millones de latinoamericanos requeridos. Conviene identificar las tareas que se deberían realizar en los próximos meses a tal efecto. 

La primera de ellas es mejorar las estrategias de control desarrolladas hasta fecha. En los países que se encuentran negociando la adquisición de las vacunas, se espera comenzar las inmunizaciones a principios de 2021. Los países de América Latina podrán entrar en arreglos particulares con estas empresas y/o acordar con los organismos internacionales que están facilitando la adquisición de las vacunas en el marco de la cooperación con la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el mejor escenario las inmunizaciones también podrían comenzar en el primer semestre de 2021. Esto significa que todavía queda un período crítico (entre 4 y 6 meses) en los cuales se requiere seguir evitando infecciones y tratando personas enfermas. Es también esperable que la flexibilización de las medidas, relacionada con el hecho de contar con la vacuna, puede generar un aumento de casos de covid-19. Tales situaciones deberán ser atendidas con prontitud, especialmente en aquellos países de la región que siguen con 100 o más casos diarios de covid-19 por millón de habitantes (Argentina, Panamá, Costa Rica, Colombia, Brasil, y Paraguay). 

La segunda tarea es realizar las modificaciones de procesos, equipos, recursos humanos, entre otras, que son necesarias para que la vacunación sea exitosa. Es de suponer que los países con mejores capacidades en los programas de inmunizaciones, podrán sacar provecho de estas ventajas para el caso específico de la vacuna para prevenir covid-19. Aquellos países con mayores restricciones deberán renovar o reforzar los programas de inmunizaciones, especialmente en la atención a las áreas de menor acceso de los servicios de salud, casualmente también las que pueden tener población de mayor riesgo. Estas actividades de preparación no deberían significar la desatención de las medidas de control ya señaladas. 

La situación ideal es que, paralelo a las dos tareas anteriores, los sistemas de salud de la región examinen en detalle las restricciones que tienen con respecto al atención de las enfermedades infecciosas. Muchas de ellas han sido evidenciadas en la manera de enfrentar la pandemia. Lo importante es tener presente que existen riesgos de otras epidemias en el futuro, y que en muchos países la atención de las enfermedades infecciosas no cuenta con los recursos humanos y técnicos necesarios. 

Los efectos que ha tenido la pandemia hasta la fecha en la región indican que se requieren cambios sustantivos en las estrategias para atender epidemias y endemias. Algunas enfermedades erradicables todavía están presentes en la región. Otras enfermedades frecuentes como malaria y dengue, solo por citar unas pocas, deberían registrar muchos menos casos. Es claro que no solo será complicado lograr la cobertura universal en enfermedades crónicas, también habrá que priorizar a las enfermedades infecciosas. Lo que ha vivido el mundo en 2020 pareciera no dejar ninguna duda.

Politemas, Tal Cual, 25 de noviembre de 2020