viernes, 29 de mayo de 2020

Dimensiones urbanas de la pandemia

Antes de que termine el mes de mayo, América Latina alcanzará los 800 mil casos de covid-19. Casi 30 mil casos se notifican cada día. El 14% de los casos del mundo han sido diagnosticados en la región, lo cual representa una proporción mayor que el porcentaje de población. Al 25 de mayo, tres países de la región (Chile, Perú y Panamá) se encuentran entre los veinte primeros en número de casos por millón de habitantes. Cuatro países (Ecuador, Brasil, Perú y Panamá) están en el grupo de veinte países con mayor mortalidad por covid-19. 

Si se toma como referencia el tiempo que requirió Corea del Sur para controlar la pandemia (48 días desde el registro del primer caso), las perspectivas de la región indican que durará más tiempo y los efectos serán mucho más severos. A la fecha, solo tres países han disminuido el número de casos a menos de la mitad de los que registraron el día con mayor número. Estos tres países son: Uruguay, Costa Rica y Cuba. Sin embargo, en la última semana, el número de casos en los primeros dos países países ha aumentado hasta el punto que se encuentran muy cercanos a la mitad de casos señalada. De continuar esta tendencia, ambos paìses pueden presentar una involución en el control, tal como ocurrió con Honduras también en la última semana. Otros tres países con posibilidades de controlar la pandemia son República Dominicana, El Salvador y Panamá. Dado que ninguno de ellos tiene un período mínimo de 21 días con respecto al día de mayor registro de casos, se requiere monitorear esta evolución en la próxima semana. 

Lo anterior significa que catorce países de la región tienen menos de diez días desde que se produjo el máximo de casos en la pandemia. Once de estos países han registrado ese máximo en la última semana (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, Haití, Honduras, México, Perú y Venezuela). Siete países (Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México y Venezuela) han registrado el máximo de casos en las últimas 48 horas. Esto indica que en el mejor de los casos, es decir, alcanzar el control efectivo en las próximas tres semanas, la pandemia duraría en estos países casi cuatro meses. 

Los efectos de la pandemia se manifiestan no solo en el número de países, sino en la intensidad en algunos de ellos. Para el 25 de mayo cinco países (Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) registraron el 89% de los casos nuevos totales en la región (casi 24 mil casos). Si se analiza la distribución geográfica se encuentra que el 53% de los casos de Brasil se registraron en cuatro estados (Sao Paulo, Rio de Janeiro, Ceará, Amazonas). En Colombia el 33% de los casos se han notificado en Bogotá. La ciudad de Lima representa el 68% de los casos de Perú. El 78% de los casos de Chile se han registrado en la Región Metropolitana de Santiago. En Ciudad de México la proporción de casos con respecto al total nacional es 16%. 

La alta incidencia en zonas urbanas es esperable dados los patrones epidemiológicos de la enfermedad. A mayor aglomeraciòn de personas, la tendencia a la propagación del virus aumenta. El hecho de que sea justamente en estas grandes ciudades donde se reporta la mayor proporción de casos, indica que el funcionamiento de las medidas de distanciamiento social no ha tenido los efectos esperados, o que simplemente, por los patrones laborables en estas grandes urbes, es muy complicado que la alta proporción de población en el mercado informal pueda guardar estas medidas sin ver afectados sus ingresos diarios. En vista de que siguen aumentando las cifras de nuevos casos diarios, es evidente que los mecanismos de protección del ingreso no están alcanzando a la población de manera efectiva. 

La rigurosidad de las medidas de confinamiento, aunque alta en la norma, no se traduce en la práctica. En la medida que avance la disminución de la actividad económica, en esa misma forma la tendencia de la población es aumentar la movilidad para alcanzar el ingreso mínimo requerido. La premisa entonces, a los efectos de lograr el control en el corto plazo, es explorar cómo se están implementando las opciones de transferencias directas. Por supuesto, esta situación que ahora se presenta en estas ciudades, puede extenderse a otras ciudades intermedias de Centro y Sur América. 

La pandemia está colocando una presión enorme en los mecanismos de transferencia directa de los países de la región. El hecho de que luego de tres meses los efectos del control no se hayan obtenido, es indicativo del desgaste individual y familiar que se atraviesa en la región. A ello hay que agregar el desgaste de la institucionalidad pública, por semanas de alta demanda de servicios y el consiguiente impacto en los equipos humanos y en la logística. La utilización de medidas combinadas de protección social con la garantía de medidas de cumplimiento del confinamiento son indispensables. El control de la pandemia se ha convertido en el factor más crítico para el bienestar en América Latina en el corto y mediano plazo.

Politemas, Tal Cual, 27 de mayo de 2020

viernes, 22 de mayo de 2020

¿Cómo evoluciona la pandemia en América Latina?

El primer caso de covid-19 en América Latina fue reportado en Brasil el 26 de febrero. Al 18 de mayo, según la Universidad Johns Hopkins, el registro de casos en la región supera los 540 mil. El número de fallecimientos por covid-19 a la misma fecha es poco más de 30.000. Brasil ya ocupa el tercer lugar entre los países del mundo tomando en cuenta el número de casos. Tres países de la región (Perú, Panamá y Chile) se encuentran entre los veinte primeros en número de casos por millón de habitantes. Cuatro países (Ecuador, Brasil, Perú y Panamá) están en el grupo de veinte países con mayor mortalidad por covid-19. En la última semana, doce países latinoamericanos han experimentado la cifra más alta de casos desde que comenzó la pandemia. 

La crítica situación de salud pública se combina con las duras consecuencias económicas y sociales de la pandemia. La caída de la actividad económica en la más significativa en décadas en algunos países. La región avanza lamentablemente a una impresionante involución en el bienestar. El hecho de que la pandemia se encuentre finalizando el tercer mes de evolución, requiere examinar la situación de cada uno de los países con respecto a las políticas de control. Es el primer paso para identificar nuevas opciones de políticas. Sin control efectivo, se prolongará la incertidumbre y el shock económico y social. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en documento publicado el 12 de mayo, indica los criterios epidemiológicos que deben cumplirse para determinar si un país ha controlado la pandemia. Estos criterios preceden a los relacionados con el sistema de salud y la capacidad de monitoreo de salud pública. Es decir, el primer paso es establecer si se cumplen las condiciones en cuanto a la propagación de covid-19, para luego analizar si se está en capacidad de mantener el control. 

La OMS propone que la medida fundamental para establecer si existe control es la medición del “número efectivo de reproducción”, también denominado RO. Este número indica los casos secundarios infectados por un caso previo. Si este número es menor a 1 al menos por dos semanas, entonces la pandemia está en fase de reducción. Cuando no es posible contar con este indicador, la OMS propone alternativas. Una de ellas es que exista una reducción de 50% de los nuevos casos con respecto al máximo registrado en un período de tres semanas, y que esta disminución sea sostenida. 

De acuerdo con este criterio, solamente dos países de la región han controlado la pandemia: Costa Rica y Uruguay. El registro máximo de casos en ambos países se alcanzó hace 39 y 52 días respectivamente. La cifra de casos nuevos en ambos países al 18 de mayo es 3, es decir, una reducción de 91% con respecto al valor del día con mayor número de casos. En consecuencia, el siguiente punto en estos países es verificar la capacidad para mantener el control. Siendo dos de los países con mayor institucionalidad de salud pública en la región, es previsible que puedan manejar adecuadamente los nuevos casos que se puedan presentar en los próximos meses. Según la última información disponible del Índice de Rigurosidad de Políticas (Universidad de Oxford), estos dos países mantienen restricciones para el movimiento de las personas. En el caso del otro país que tiene más de 21 días de haber transcurrido el máximo de casos, Ecuador, la evolución de los casos hacia la disminución no ha sido sostenida, con lo cual la posibilidad del control no está confirmada. 

El segundo grupo de países está compuesto por aquellos con más de diez días transcurridos desde el máximo de casos nuevos (Panamá, Cuba y Honduras). En los dos primeros, las reducciones alcanzan 67 y 87% respectivamente, mientras que en Honduras fue 32%. En este grupo, una semana más con la actual tendencia podría indicar si efectivamente han controlado la pandemia. 

El tercer grupo incluye los países en los cuales han transcurrido menos de diez días desde el máximo registro de casos. En el grupo se encuentran desde Paraguay y República Dominicana (con nueve días desde el máximo de casos), hasta Colombia, Haití y Venezuela con menos de tres días. De especial relevancia es la situación en Perú, Chile, Brasil y México. El aumento de casos nuevos en estos países se encuentra en fase expansiva en los últimos días. De tal manera que las posibilidades de control en el corto plazo son menores a las de otros países. Un aspecto relevante en este grupo es si es posible aumentar la rigurosidad de las medidas, cuando ya muchos de ellos tienen niveles altos de confinamiento. 

El hecho de que solo una minoría de países en la región hayan controlado la pandemia, tiene un triple efecto. En primer lugar, significa que existe una gran presión sobre los sistemas de salud, especialmente por los requerimientos de recursos humanos, de equipamiento y logísticos, agravado por las dificultades derivadas de la dispersión geográfica (Perú y Brasil, por ejemplo). Un segundo aspecto, es la gran demanda de recursos fiscales para compensar los efectos de la caída extraordinaria de la actividad económica. Estos dos factores coexisten con las limitadas capacidades para la detección de contactos, que a su vez son claves para las siguientes etapas. Por estas razones, el gran reto de los países es tratar de modificar las políticas en curso con mecanismos innovadores que permitan recortar el tiempo necesario para controlar la pandemia. De lo contrario, en el curso actual, los efectos en el sistema de salud, y en la actividad económica y social serán de especial severidad.

Politemas, Tal Cual, 20 de mayo de 2020

viernes, 15 de mayo de 2020

América Latina: balance de políticas contra la pandemia

A la fecha, quince países de América Latina han registrado el mayor número de casos de covid-19 en las últimas dos semanas. Nueve de ellos lo han registrado en la última semana. Esto significa que, en las mejores condiciones, es decir, acercándose al desempeño de Corea del Sur, tienen por delante un mes más para controlar la pandemia. En efecto, Corea del Sur tardó 34 días desde que registró el mayor número de casos hasta que se redujo de manera significativa y estable. Si se suma el período desde el inicio de los casos, el tiempo necesario para el control en Corea Sur fue poco más de dos meses. En consecuencia, en la gran mayoría de los países de América Latina la covid-19 podría ser controlada, en el mejor de los casos, en más de tres meses. Ya son visibles los efectos de lo que esto significaría en la región. 

Hacer el balance, entonces, es tratar de identificar las opciones de políticas que se deben implementar de manera inmediata, con el propósito de revertir la dinámica de la pandemia, pero también para aminorar sus consecuencias sociales, económicas y de salud. Por otra parte, dado que la posibilidad de contar con vacuna efectiva y utilizada masivamente no está planteada en el corto plazo, las políticas que se apliquen en esta fase determinarán la capacidad para el control en los próximos meses. 

Para realizar el balance, al menos cuatro aspectos pueden considerarse. En primer lugar, el punto de partida, es decir, las condiciones diferenciales en las cuáles se encontraban los sistemas de salud de la región antes de la aparición de la covid-19. Un segundo aspecto corresponde a las decisiones que fueron tomadas por los países antes de que se registrara el primer caso en los respectivos territorios. Las políticas implementadas luego del inicio de la pandemia, constituyen el tercer aspecto. Los efectos en el número de casos y fallecimientos corresponden a los criterios de efectividad de las políticas. 

Las condiciones de los países para enfrentar una situación de riesgo global como una pandemia, fueron ponderadas con la elaboración de Índice de Seguridad de Salud Global. Este índice es un proyecto entre la Nuclear Threat Initiative (NTI) y el Centro de Seguridad en Salud de la Universidad Johns Hopkins, y fue desarrollado con The Economist Intelligence Unit (EIU). Los resultados fueron publicados a finales de 2019. De acuerdo con el índice, los países mejor preparados para enfrentar un riesgo biológico eran: Brasil, Argentina, Chile y México. Siete países de la región obtuvieron una puntuación por debajo del promedio mundial, siendo Venezuela el país con menor puntuación. 

La medición de capacidades de los países puede dar pistas sobre las posibles respuestas en una situación crítica como una pandemia. Pero es la ejecución de políticas lo que permite conocer si esas capacidades se ponen en práctica. La Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford ha elaborado un índice para realizar el seguimiento de estas políticas. De acuerdo con este índice, la gran mayoría de los países de la región no alcanzaron 20 puntos (en una escala de 100) en políticas implementadas antes de registrarse el primer caso de covid-19. La puntuación de Bolivia, Brasil, Chile y República Dominicana fue 0 en la etapa de pre-pandemia, la de México fue 3 puntos. En otras palabras, tres países con las mayores capacidades no implementaron ninguna política en la fase de preparación. El caso contrario fue El Salvador, al tener un índice de 70 antes del diagnóstico del primer caso. 

Luego del inicio de la covid-19, dos aspectos han tenido especial relevancia para el control: la realización de pruebas diagnósticas y la aplicación de medidas de distanciamiento social. Tres países destacan en la región por la importancia asignada a la realización de pruebas diagnósticas: Perú, Chile y Panamá. Estos tres países han aumentado entre cinco y siete veces el número de pruebas por 1.000 habitantes desde el reporte del primer caso. Brasil, México y Bolivia no han incrementado la realización de pruebas en los dos meses de evolución de la pandemia. Otros países: Haití, Venezuela, Nicaragua, Guatemala, Honduras, República Dominicana, no están incluidos hasta la fecha en el registro de este indicador por parte de Our World in Data, de allí que se dificulte de manera significativa el seguimiento. 

El grado de rigurosidad de las medidas de distanciamiento social discrimina dos grupos de países. En el grupo con menos rigurosidad en medidas como confinamiento, cierre de escuelas, restricciones del transporte, se encuentran México y Brasil que tienen en la actualidad las mayores cifras de contagios diarios. También en este grupo se encuentran Chile, Panamá, Colombia y Argentina. En los dos primeros se han registrado las dos mayores tasas de casos por millón de habitantes en la región. 

En los países con mayor rigurosidad se destacan dos grupos. En el primer grupo se encuentra países con medidas de rigurosidad moderada como Uruguay y Costa Rica en los cuales el control ha sido mayor, contrapuestos a Ecuador y Perú que presentan las mayores tasas de mortalidad de América Latina. Esta diferencia indica que las condiciones previas, especialmente el desarrollo de la institucionalidad del sistema de salud es un factor de especial incidencia en el control de casos. En el segundo grupo están países con mayor rigurosidad en las medidas, pero que presentan menor desempeño, en términos de la mortalidad por covid-19, como es el caso de Honduras que ya se encuentra en el octavo lugar de mortalidad en la región. 

Algunas lecciones pueden plantearse de este balance. En primer lugar, las capacidades pueden ser altas, pero requieren calidad de las políticas para que constituyan una diferencia. Los casos de Brasil y México son demostraciones de esta restricción. Una segunda lección es que la ausencia de acciones previas tiene sus efectos. En este grupo se encuentran nuevamente Brasil y México, pero pueden agregarse Chile y República Dominicana. La realización de pruebas diagnósticas reduce la incertidumbre para la toma de decisiones, y es también de utilidad para identificar las secuelas por covid-19. Los países que hayan diagnosticado más personas estarán en capacidad de estimar mejor los servicios que se requerirán en el futuro para su atención. La cuarta gran lección es que la fortaleza institucional, especialmente en la gestión de salud pública, es el factor clave para el control. La evolución de los casos en Costa Rica y Uruguay indica claramente este aspecto. Los países que aspiren controlar rápidamente, deben, en consecuencia, reforzar los servicios de diagnóstico de casos y seguimiento de contactos. De lo contrario, la pandemia con sus efectos seguirá representando un riesgo de grandes proporciones para la salud de los latinoamericanos.

Politemas, Tal Cual, 13 de mayo de 2020

jueves, 7 de mayo de 2020

120 mil rastreadores sanitarios para controlar la pandemia

América Latina entra en el tercer mes de la pandemia por Covid-19. En un momento comparable, es decir, a los sesenta días del primer paciente diagnosticado, ya Corea del Sur había reducido los casos nuevos a una décima parte. El primer caso de Covid-19 fue confirmado en este país el 24 de enero. El máximo número de casos nuevos ocurrió el 3 de marzo (851 casos). Para el 23 de marzo (a los sesenta días), el número de casos nuevos se había reducido a 76. Ahora bien, para llegar a 8 casos nuevos se requirieron 25 días más. El 4 de mayo se reportaron sólo 3 nuevos casos. 

La experiencia de Corea del Sur demuestra que es posible controlar casi completamente la pandemia, pero ello requiere estrategia, recursos, y tiempo para ejecutarla. Justamente por la rapidez en las acciones emprendidas en este país, no fue necesario realizar confinamientos generales de la población. La efectividad de estas acciones está relacionada con la preparación y la capacidad para tratar personas infectadas por Covid-19, pero también para anticipar aquellas personas que eran contactos, y que por tanto podían padecer la enfermedad o transmitirla. 

La situación en América Latina al día de hoy es completamente diferente. En doce países, la cifra más alta de casos nuevos se ha registrado en la última semana. Solo en Costa Rica y Uruguay la cifra más alta se produjo hace más de un mes. En estos dos países, el número de casos al 4 de mayo era tres y dos, respectivamente. Que esta tendencia se mantenga en estos países, depende fundamentalmente de la capacidad diagnóstica y del seguimiento de contactos. 

En el resto de los países las tendencias son preocupantes. A pesar de que varios de ellos (Chile, Perú, Panamá), tienen altas cifras de pruebas diagnósticas por población (en niveles comparables con Corea del Sur), en otros países se aprecia el estancamiento de este indicador (Bolivia y México, por ejemplo). Por otra parte, siete países de la región no tienen datos disponibles en la base de datos “Our World in Data”, entre ellos Brasil y Venezuela. Es por ello que en muchos casos no es posible conocer la situación real. 

La pandemia afecta de manera significativa, pero no única, a la mortalidad. Doce países de la región tienen ya tasas de mortalidad por Covid-19 superiores a la de Corea del Sur. En Ecuador, con la mayor tasa, la mortalidad es veinte veces superior. El número de casos de Covid-19 por 100.000 habitantes en Panamá y Ecuador es casi nueve veces el registrado en Corea del Sur. 

En estas circunstancias es evidente que el confinamiento per se, o las prácticas de distanciamiento social, no son suficientes para controlar la pandemia en el grado requerido. De hecho, la continuación de estas medidas sin cambios, puede ocasionar mayores efectos en la dinámica productiva y social de los países. Es fundamental, entonces, minimizar la propagación de la pandemia, en los niveles cercanos a “cero casos”, y retomar en plazos perentorios la reanudación de las actividades sociales y productivas. 

En aquellos países que están implementando confinamientos, es fundamental que se produzca una reducción sustancial de casos nuevos. La experiencia de algunos países europeos (España, Italia, Alemania), indica que al menos se requiere un mes para que la tendencia de los casos nuevos se reduzca sistemáticamente. Esto significa, de replicarse esta dinámica europea (lo cual no es necesariamente así, por supuesto) que, en algunos países como Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Honduras, México, Panamá, alcanzar un número de casos compatible con una tendencia de franca reducción, puede llevar un mes más (primera semana de junio). 

Asumiendo que en un mes se alcanza esa situación en la región, queda una gran pregunta, ¿cuáles son los países que están en capacidad de detectar adecuadamente los casos nuevos y evitar que se produzcan nuevos episodios de la pandemia? Por lo descrito, tal parece que las mejores condiciones se dan en Costa Rica y Uruguay, países de baja población comparativamente en la región. Esto significa que la mayor proporción de la población de América Latina puede estar sujeta a la perversa dinámica de casos de Covid-19 de curso intermitente, obstaculizando aún más la recuperación económica y social. 

La evolución dramática de la pandemia en países europeos indica que una de las razones fue no contar con capacidades para realizar detección masiva de contactos en una magnitud superior al ingreso de pacientes en los centros de salud. También ha sido reconocido que la mejor forma de evitar en la actualidad la reaparición de la pandemia, es identificar la mayor cantidad de contactos. De allí que, en las últimas semanas, varios gobiernos europeos han iniciado el diseño e implementación de programas de “rastreadores sanitarios”. En el Reino Unido se planea reclutar 18 mil en las próximas semanas. En Alemania se ha propuesto que se necesita 1 rastreador sanitario por cada 25.000 habitantes. En el estado de Nueva York se ha estimado la cifra entre 6 y 17 mil. 

Los países de América Latina deben considerar seriamente esta opción. Con urgencia. No se puede esperar que la tendencia de casos empiece a disminuir. Se deben implementar estos programas a la brevedad. Si se aplica el criterio de un rastreador por cada 5.000 habitantes, se puede estimar que se necesitan 120.000 mil rastreadores sanitarios en la región. Este personal puede ser menor en los países que han mostrado capacidades para esta tarea (como Costa Rica y Uruguay), o en otros que estén realizando ya estos ajustes. 

Esta opción supone organizar cuerpos técnicos dependientes de los ministerios de salud, con el propósito de detectar contactos y supervisar la realización de los servicios para esta población. Podrían participar personas que están actualmente en los servicios de salud, pero probablemente se requiera incorporar otros nuevos. El centro de actividad de los rastreadores sanitarios es la comunidad, por cuanto deben interrogar a las personas diagnosticadas, elaborar la lista de contactos, identificar cada uno de estos contactos y establecer si padece la enfermedad o si la puede padecer. Para ello deben realizar pesquisas a través de llamadas telefónicas o visitas a domicilios y sitios de trabajo. Toda la información recolectada debe ser ingresada en bases de datos para realizar el análisis detallado. Se debe establecer quiénes son las personas en mayor riesgo. El criterio de éxito es que todos los nuevos casos hayan sido contactos de casos previos. De esta manera se irá cercando la propagación del Covid-19 hasta que no exista ningún caso en el territorio de los países. Mientras no exista la vacuna, esta debe la estrategia para garantizar la estabilidad social y productiva. 

Los rastreadores sanitarios deben ser personas de trato afable, comunicativas, con disposición a interpretar las particulares condiciones de las familias afectadas por el Covid-19, con sensibilidad por la salud pública, con vocación por el trabajo en la comunidad, con manejo de las nuevas tecnologías, y con competencias para apoyar la gerencia de servicios de salud. 

Estos cuerpos de rastreadores sanitarios están adscritos a las instituciones nacionales o locales de salud. Son profesionales de salud pública. En consecuencia, deben asignarse los recursos para sufragar sus servicios, vehículos para desplazamientos, servicios para alojar a las personas asintomáticas que requieran aislamiento y no puedan cumplirlo en sus domicilios, y toda la logística complementaria. Se trata de una amplia operación de seguimiento de personas orientado a evitar casos y proteger la salud de la población. Los ministerios de salud deben examinar los recursos disponibles para constituir estos programas, que no deben ser muchos en estos momentos. En ese caso, los gobiernos pueden acudir con celeridad a los organismos internacionales para solicitar recursos para financiar estos requerimientos. Se trata de programas que deben estar funcionando en el plazo máximo de un mes. 

La superación de la tremenda crisis que ha significado la pandemia para los pueblos de América Latina requiere la constitución urgente de miles de equipos de rastreadores sanitarios, atravesando las inmensidades de la geografía de la región. En la medida que se haga con mayor rapidez, se podrá iniciar la recuperación de los efectos severos de la pandemia. Es fundamental asignar los recursos, para lo cual será de gran valor el rol de los responsables económicos en los países y en los organismos internacionales. 

No debe haber preocupación por la sostenibilidad de estos equipos, porque luego de controlada la pandemia, queda una gran cantidad de enfermedades infecciosas que afectan la región, y también se encuentran decenas de millones de personas con enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes, solo para nombrar dos, que todavía no están diagnosticadas. Estas tareas también requerirán rastreadores sanitarios por las próximas décadas. La constitución y sostenibilidad de los cuerpos de rastreadores sanitarios puede ser una de las inversiones más significativas y de mayor retorno para el mejoramiento de las condiciones de salud en la historia de América Latina.

Politemas, Tal Cual, 6 de mayo de 2020

viernes, 1 de mayo de 2020

Países más efectivos ante la pandemia en América Latina

Después de dos meses de los primeros casos reportados de Covid-19, las diferencias en las capacidades de los sistemas de salud de América Latina se han puesto de manifiesto. El curso de la pandemia dependerá de que se profundice el éxito en aquellos países que están actuando con mayor efectividad, y de los cambios que logren realizar aquellos que hasta la fecha muestran un bajo desempeño. Para ello se requiere analizar los efectos hasta la fecha, y a partir de allí, diseñar los correctivos necesarios. 

La pandemia por Covid-19 ha afectado a casi todos los países. En muchos de ellos, el efecto se extiende ya por casi 100 días. Esto significa un mes más que la duración promedio en América Latina. Esto puede resultar una ventaja por la posibilidad de aprovechar la experiencia de otros países. De allí que sea de especial utilidad realizar el seguimiento de la pandemia en aquellos países con más tiempo, con el propósito de establecer una guía de referencia. Esta actividad debe ser realizada de manera permanente, justamente por los cambios que pueden ocurrir. Por ejemplo, el reporte de nuevos casos en Japón y Singapur ha obligado a la implementación de medidas de confinamiento que no habían sido necesarias en las primeras etapas. 

El examen de la experiencia comparada requiere seleccionar los criterios para el análisis. En la situación ideal, los sistemas de salud deben evitar el mayor número de muertes y casos, y realizar la mayor cantidad de pruebas que permitan detectar casos y el respectivo aislamiento y cuarentena. Dicho en otras palabras, aquellos países que presenten la menor tasa de mortalidad por Covid-19, la menor incidencia de casos por 100.000 habitantes, y la mayor tasa de pruebas por 1.000 habitantes, puede ser identificados como las referencias a imitar. La diferencia entre estos países y los de América Latina indicará la mayor o menor efectividad de las políticas implementadas. 

Tomando en cuenta la información disponible al 27 de abril en fuentes internacionales en los tres indicadores señalados, se pueden comparar 67 países. Los tres países con mayor efectividad son Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. La duración de la pandemia en los dos primeros países es 97 y 93 días, respectivamente. En Nueva Zelanda ha sido 60 días. La tasa de mortalidad es menor a 5 muertes por millón de habitantes en los tres países. La tasa de incidencia es menor a 30 casos por 100.000 habitantes también en los tres países. Y el promedio de pruebas por 1.000 habitantes en los tres países es 18. De manera que se podría plantear que esos son los criterios de éxito más exigentes. 

El primer paso en el análisis se fundamenta en la capacidad diagnóstica de los países de América Latina. A mayor cantidad de pruebas, se dispone de más información para establecer la magnitud de la pandemia en cada país. Este aspecto es fundamental para identificar las intervenciones más adecuadas. A tal efecto, se compararon los países que tienen información disponible en el sitio web “Our World in Data” (proyecto conjunto de la Universidad de Oxford y el Global Change Data Lab). Se seleccionó como criterio la cobertura de pruebas de Corea del Sur (por ser la menor de los tres países de referencia mencionados anteriormente). El valor de cada país al 25 de abril se comparó con el de Corea del Sur a días equivalentes de pandemia. 

Siete países de América Latina (Brasil, República Dominicana, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Venezuela) no tienen información disponible en el sitio web mencionado. Esto impide la comparación con otros países y es una deficiencia relevante para el control de la pandemia. La situación ideal es contar con esa información en cada país y que también sea conocida en el ámbito internacional. Se puede identificar a este grupo de países como de capacidad diagnóstica no reportada. En cinco países (Chile, Cuba, El Salvador, Panamá, Perú), la cantidad de pruebas por 1.000 habitantes es superior a la realizada por Corea del Sur en momentos equivalentes. Esto significa, en principio, que estos países cuentan con mayor calidad de información para la toma de decisiones. Se podría identificar a estos países con alta capacidad de diagnóstico. El tercer grupo (los restantes ocho países) tienen capacidad diagnóstica intermedia. 

La comparación de efectividad toma en cuenta, en primer lugar, la capacidad diagnóstica porque de esta manera se explora la disposición real de los países para enfrentar la pandemia con rigor. Todos los países del grupo con mayor capacidad diagnóstica, excepto El Salvador, ya han superado la tasa de mortalidad de Corea del Sur, a pesar de que tienen un mes menos de evolución de la pandemia. El país con mayor mortalidad es Panamá (38 muertes por millón de habitantes), seguido por Perú (23 muertes por millón). En el caso de El Salvador puede influir el hecho de que tiene el menor número de días de pandemia del grupo. También Panamá presenta la mayor tasa de incidencia de la región (140 casos por 100.000 habitantes). Todos los países de este grupo, con excepción de Cuba, han experimentado el mayor número de casos nuevos dentro de los últimos cinco días. Es por ello que la ponderación de la tendencia de casos requiere al menos diez días más para la evaluación más precisa. Hasta el día final del período analizado, Chile y Cuba presentan una tendencia hacia la disminución de casos, muy diferente a Perú (incremento de 100% en los últimos tres días). 

En el grupo de capacidad de diagnóstico intermedia, todos los países han superado la tasa de mortalidad de 4 muertes por millón de habitantes, con la excepción de Costa Rica y Paraguay. La mayor tasa de mortalidad de este grupo se registra hasta la fecha en Ecuador (37 muertes por millón). Solo en dos países del grupo (Costa Rica y Uruguay), el número más alto de casos nuevos se registró hace más de 14 días. Con la excepción de Paraguay, todos los países de este grupo registraron aumentos del número de casos en los últimos siete días, siendo los mayores aumentos los de Bolivia y Ecuador. 

Dentro de los países con capacidad diagnóstica no reportada, se encuentran los tres que registran la mayor cantidad de días sin casos nuevos en las últimas dos semanas (Haití, Nicaragua y Venezuela). Dada la magnitud de contagios que se aprecia en otros países de la región, este hecho, junto con la ausencia de reportes internacionales, indica que el subregistro de casos puede ser muy significativo. Otros países del grupo (Brasil, República Dominicana, Guatemala, Honduras) han registrado altas tasas de crecimiento de casos en la última semana. Brasil, República Dominicana y Honduras ya tienen tasas de mortalidad superiores a 4 muertes por millón de habitantes. 

A pesar de la diversidad de contextos de los sistemas de salud de la región, es posible identificar tres niveles de efectividad. El más alto está compuesto por países que están realizando mayor detección de casos, algunos de ellos (Chile y Cuba) con bajas tasas de mortalidad relativa. Otros países de este grupo (Panamá y Perú) con notables esfuerzos de diagnóstico, probablemente están captando los casos tardíamente o con complicaciones. De allí las mayores tasas de mortalidad. Un segundo grupo de países debe mejorar a la brevedad la realización de pruebas, so pena de que el aumento de casos se prolongue en el tiempo. Y un tercer conjunto de países en los cuales es evidente que no están en capacidad de identificar casos en proporciones adecuadas. En este grupo se encuentran México y Brasil, los cuales experimentan a la fecha extraordinarios aumentos en los casos nuevos. Los países de este último grupo son los que presentan al día de hoy el peor pronóstico para el control de la pandemia en la región.

Politemas, Tal Cual, 29 de abril de 2020