martes, 2 de mayo de 2017

Gobierno de violencia

Llegará un día, más temprano que tarde, en que el actual gobierno será cesado por lo venezolanos, a través de los medios democráticos y constitucionales. Con el paso del tiempo es bastante evidente que este largo gobierno decidió desde el principio cómo quería que se le recordara. Antes que ser el gobierno del “bienestar” o de la “prosperidad”, o de la “paz”, prefirieron ser “gobierno de violencia”. Con esa marca han dejado una huella de mucho sufrimiento para todos los venezolanos, una marca de división, una marca de maldad.

El gobierno se inauguró, allá por 1999, con una gran muestra de violencia institucional. Su propia constitución, por la que se convocó una Asamblea Nacional Constituyente, fue violentada cuando no tenía ni una semana de vigencia. El nombramiento de los poderes públicos contradiciendo lo establecido en el texto constitucional, significó la anulación del equilibrio de poderes y el monopolio de las decisiones de Estado por parte de un sector de la sociedad. Lo que hemos vivido desde diciembre de 1999, con esa decisión, ha sido el resultado de la anulación violenta de un acuerdo constitucional. La violencia se hizo presente a través de las maniobras y el sectarismo.

Luego el gobierno dejó que la violencia aumentará de manera exponencial en el país. Antes que controlar y disminuir la violencia, como se hace en los países democráticos y modernos, el gobierno permitió, a través de la negligencia, la pasividad, que el crimen se hiciera cotidiano. Los órganos de protección de los ciudadanos lucían inermes. Para remate, desde las más altas instancias del Poder Ejecutivo se enviaron mensajes complacientes y muchas veces justificativos de la violencia. Peor aún, se promovió la creación y desarrollo de grupos civiles que empezaron a recibir instrucciones y recursos para sustituir a las instancias del propio Estado. La violencia que hemos sufrido en los últimos días está relacionada con esas decisiones realizadas muchos años atrás.

Una nueva fase de la violencia fue contra los adversarios políticos. Líderes de la oposición han sido perseguidos, obligados a marcharse del país, otros se encuentran en la cárcel, alejados por años de sus familias, limitados en el ejercicio de sus derechos políticos. Es la violencia desencadenada desde el poder para callar a la disidencia. También han corrido la misma suerte medios de comunicación y organizaciones civiles. Muchos directivos de estas instancias tienen prohibición de salida del país, sufren vejámenes y ofensas. Es la violencia ejercida sin ninguna consideración.

En las últimas semanas, la violencia se ha hecho más anárquica. Son los propios órganos de seguridad del Estado los que agreden a ciudadanos que manifiestan en el ejercicio de sus derechos políticos. Estas agresiones coinciden con otras realizadas por bandas armadas, consolidadas en el marco de un Estado muchas veces cómplice. Las muertes sucedidas en estos días, más de treinta hasta este momento, son la demostración de la tragedia que vive el país, de lo que produce la violencia cuando se deja crecer y proliferar.

Especial mención debe recibir la Fuerza Armada Nacional, la cual está obligada a velar por la seguridad y protección de todos los venezolanos. Muchas de las consecuencias de esta violencia que vivimos está relacionada por la manera como el liderazgo de la Fuerza Armada Nacional ha tomado partido, no ha visto a todo el país, ha desvirtuado su papel profesional de garantía y respeto a los derechos de todos los venezolanos.

Por todas estas razones este gobierno será recordado como un “gobierno de violencia”. Tiene otras muchas características negativas, pero aquella que pone en peligro la vida y la integridad de los ciudadanos que habitan este país, es la que probablemente marcará más el juicio que recibirá este largo gobierno por parte de la Historia. De allí que sea cada día más urgente que cese la actual gestión por la voluntad democrática de los venezolanos.

Politemas, Tal Cual, 26 de abril de 2017

Fusiles para un país con hambre

Así, con todas sus letras. En un país que se encuentra en la peor crisis social de su historia, con más de la mitad de los hogares con ingresos que no permiten comprar los alimentos del día, se anuncia que el gobierno ofrece fusiles, 500.000 fusiles exactamente. Es bastante difícil encontrar una separación más grande entre la situación concreta de los venezolanos y un anuncio gubernamental.

Ya en el cuarto mes del año, las condiciones de la economía no dejan de empeorar. No se ha aprobado ninguna medida de política económica que atienda los grandes desequilibrios que se confrontan desde hace varios años. Las condiciones sociales se deterioran día a día, en la medida que la inflación afecta gravemente a toda la población, pero de manera especial a aquellos que no tienen ningún mecanismo para ajustar el ingreso, vale decir más del 80% de la población.

La desvinculación del gobierno con estas realidades es cada día más notoria. De hecho, prácticamente todos los anuncios del gobierno en las últimas semanas se han concentrado en temas políticos, y, dentro de ellos, los relacionados con el mundo militar. Se puede inferir que la naturaleza de la crisis poco importa en términos de los objetivos de la actual gestión. También se deduce que el gobierno ha pasado a un modo de sobrevivencia, en el cual poco cuenta la discusión y aprobación de políticas que atiendan la gravedad de la situación.

Todo lo cual demuestra una vez más las razones por las cuales el gobierno actual tiene el peor desempeño en la gestión pública del planeta. Es bastante evidente que al gobierno poco le interesa ya la calidad de las políticas ni sus objetivos. Se trata sencillamente de mantener el poder sin ninguna otra preocupación. 

En esas condiciones conviene examinar la perspectiva que se tiene para los próximos meses. Es decir, ¿cuáles son las implicaciones que tiene esta situación de práctico abandono de las funciones gubernamentales? ¿qué podemos estimar con lo que ya sabemos de la evolución de las condiciones de vida de los venezolanos? Todas las respuestas son negativas. En los topes ya alcanzados de deterioro de los ingresos, es bastante probable que la tendencia siga afectando de manera especial a los sectores sin empleo formal. Lo cual significa que probablemente aumente la población en pobreza extrema. 

El siguiente efecto que puede estimarse es el aumento en la proporción de la población que se encuentra en pobreza estructural. Es decir, aquellas familias que estarán más limitadas para superar la pobreza. Esto es característico en las familias en las cuales han dejado de asistir a las escuelas los estudiantes de primaria o secundaria. Esta proporción de familias prácticamente se ha duplicado entre 2014 y 2016, al pasar de 16% a 31%. Por ello es bastante probable que aumente la desigualdad debido a que la brecha con respecto a las familias más pobres será mayor.

En estas circunstancias el anuncio de los fusiles debe motivar una reflexión profunda en el país. Las implicaciones éticas y sociales, especialmente por la vulneración de las condiciones de vida de las familias más pobres, son absolutamente dramáticas. El gobierno nuevamente ha demostrado que sus palabras y hechos solo aumentan el sufrimiento de los venezolanos.

Politemas, Tal Cual, 19 de abril de 2017

Inhabilitado está el gobierno

Es bastante irónico que el gobierno que ha sido inhabilitado por los venezolanos, aparezca de pronto impidiendo el ejercicio de derechos políticos. Una somera mirada a las mediciones de opinión público muestra que el actual gobierno fue inhabilitado por los venezolanos desde hace tiempo. La gran mayoría de los ciudadanos considera que el gobierno no tiene las competencias para ejercer la conducción del país. Más aún, lo que esa gran mayoría desea es la oportunidad de ir a los centros electorales para expresar la opinión de que este gobierno debe cesar en su ejercicio. Y esa es la razón por la cual este gobierno se niega a cumplir con lo estipulado para que se realicen las elecciones previstas en la Constitución. 

Este gobierno ha sido inhabilitado porque su gestión es la más incompetente en el siglo XXI en el mundo. No solamente ha introducido la división y la polarización de la vida de los venezolanos, también ha aniquilado sistemáticamente la institucionalidad democrática. La Constitución que fue bandera de este largo gobierno, hoy está fuera de vigencia. En los casi 18 años transcurridos desde su aprobación, el gobierno se ha encargado de eliminar en la práctica todas las disposiciones que consagraban la vigencia del Estado de Derecho. No existe equilibrio de poderes, las cárceles tienen a cientos de venezolanos recluidos por causas políticas, la Asamblea Nacional ha sido despojada de sus competencias constitucionales. Todas las formas y prácticas de una democracia funcional han sido transgredidas.

También ha sido inhabilitado este gobierno por su visión ideológica, atrasada y profundamente limitada. Por haber creído que era posible tomar el control del Petro-Estado y resolver todo por añadidura. Este gobierno más bien quiso controlar la riqueza derivada del petróleo para controlar el Estado, como objetivo central de su gestión. Es por ello que procedió a enfrentar progresivamente todas las instancias sociales fundamentales: al sector productivo, a los sindicatos, a la Iglesia, a las universidades autónomas, a las organizaciones de DD.HH., a las organizaciones de pacientes, a todos aquellos que disentían de esta visión ideológica. Aparte del error de creer que solo la riqueza petrolera puede garantizar el bienestar de los venezolanos, el gobierno ha terminado destruyendo capacidades institucionales y productivas.

La inhabilitación está asociada con la ejecución por parte de este gobierno de la destrucción productiva más grande que se haya producido en el mundo en el siglo XXI. Se ha comprometido la viabilidad económica y financiera de la República. El país está en el cuarto año de la peor recesión experimentada en América Latina en toda su historia, con el cuarto año seguido de la inflación más alta del mundo, y la más alta en América Latina en los últimos 25 años. No existe peor política económica en el planeta en este momento que la de este gobierno.

La mayor cuota en esa inhabilitación la tiene el deterioro en las condiciones de vida de los venezolanos. Se ha producido la mayor reducción de bienestar de un país de la manera más abrupta en los últimos 50 años en América Latina. La pobreza total por ingresos alcanza al 82% de los hogares, y la extrema pobreza al 52%. Es decir, 16 millones de venezolanos no tienen ingresos para comprar la comida del día. Casi 10 millones de venezolanos comen máximo dos veces al día. Si hay algún gobierno inhabilitado en este momento es el venezolano. Ya todo el mundo lo sabe.

Politemas, Tal Cual, 12 de abril de 2017