sábado, 23 de enero de 2021

Brechas en la vacunación contra covid-19

Según el reporte oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del 12 de enero de 2021, existen en la actualidad 63 vacunas contra covid-19 en diferentes fases de ensayos clínicos. Esto es, en estudios controlados en personas con el propósito de evaluar si las vacunas son seguras y efectivas. Y, además, señala el informe, existen 173 vacunas en fases pre-clínicas, es decir, para determinar que se pueden probar en sujetos voluntarios.

Esto significa que, debido a las múltiples combinaciones de conocimientos científicos, recursos disponibles para los estudios y la producción de vacunas, y alianzas entre gobiernos, academia y la industria farmacéutica, existe una gran diversidad de opciones para lograr el control de la pandemia de covid-19. Esta diversidad permite anticipar que las vacunas irán mejorando para que la administración sea más flexible, y disminuyan los costos, entre otros aspectos.

Que menos de un año después de haber comenzado la pandemia se haya logrado tener varias vacunas que cumplen con los requisitos, es un avance espectacular. Es la primera vez en la historia de la humanidad que se utiliza una vacuna contra una severa pandemia en curso. En la última pandemia de grandes proporciones en 1918 y 1919, el virus solo se pudo identificar años después, y transcurrieron varias décadas para contar con una vacuna.

También es extraordinario que las vías para producir algunas de las vacunas ya aprobadas, hayan generado un alto grado de seguridad y efectividad. Estos criterios han sido tomados en cuenta para la aprobación de estas vacunas por agencias reguladoras con estrictos sistemas de evaluación.

En la vacuna producida por BioNTech y Pfizer, también conocida como BNT162b2, se obtuvo una efectividad de 95%. Esto significa que el 95% de los casos de covid-19 se produjo en el grupo no vacunado. El estudio contó con dos grupos de 21 mil personas (mayores de 16 años) cada uno. A un grupo se le administró la vacuna y a otro grupo un placebo. La efectividad de 95% fue igual en sujetos de diferentes edades, sexos, razas, y con enfermedades preexistentes. El 90% de los casos severos ocurrió en el grupo que recibió el placebo. Los eventos adversos después de la vacunación ocurrieron en igual proporción en ambos grupos (placebo y vacunado). Las reacciones a la vacuna, en los pocos casos que se registraron, fueron dolor moderado en el sitio de la inyección, fatiga y dolor de cabeza. Esta vacuna requiere dos dosis para alcanzar la inmunidad.

La vacuna producida por Moderna, también conocida como mRNA-1273 registró una efectividad de 94,1%. En este caso los dos grupos (vacunado y placebo) tenían 15.210 voluntarios cada uno. En el grupo placebo se registraron 185 casos de covid-19, mientras que en el grupo vacunado solo 11 casos. También se requieren dos dosis. Todos los casos severos de covid-19 ocurrieron en el grupo placebo. Los eventos con reacciones severas fueron raros y en igual frecuencia en ambos grupos (placebo y vacunado). En el grupo vacunado ocurrió con mayor frecuencia una reacción transitoria moderada.

Con estos excelentes resultados, verificados en sus diferentes fases por las agencias reguladoras en Estados Unidos, Reino Unido, Unión Europea, y de otros países, ambas vacunas fueron aceptadas para ser utilizadas de acuerdo con las prioridades de los sistemas de salud.

En la actualidad, entonces, el objetivo es que estas vacunas, y otras tan o más efectivas que puedan aprobarse, se utilicen para cubrir a toda la población mundial. Para que ello pueda realizarse a la brevedad, dos grandes brechas deben evitarse. La primera de ellas es que muchos países no cuentan con los mecanismos institucionales para examinar la calidad de las evidencias para aprobar vacunas en general (incluyendo, por supuesto, las anticovid-19). Lo ideal es que todas las pruebas de todas las vacunas pudieran examinarse y. en consecuencia, decidir en función de los mejores criterios (mayor efectividad, menores costos, mayor facilidad en la administración). Lamentablemente, muchos países no solo no cuentan con estos mecanismos, sino que por distintas razones (muchas veces poco transparentes), los gobiernos han tomado estas decisiones sin contar con el adecuado respaldo científico. De manera que es posible que expongan a sus poblaciones a riesgos, o que no faciliten las opciones de vacunas de la mejor calidad.

La segunda gran brecha está relacionada con las capacidades para vacunar a la totalidad de la población en los países. Luego de un mes de iniciadas las vacunaciones, por ejemplo, solo cinco países de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, y México) reportan datos de personas vacunadas para comparaciones internacionales. Ninguno de estos países alcanza 0,5 dosis por cada 100 personas, mientras Israel ya se acerca a 30%. De no tomarse con prontitud las medidas adecuadas para la adquisición, transporte, preservación, y administración de las vacunas en los países de América Latina, a medida que pasen los meses, la brecha de cobertura crecerá con respecto a los países de economías avanzadas, afectando por supuesto las posibilidades de recuperación económica y social. Para que estas brechas no se produzcan, se requiere reducir la brecha de políticas a la brevedad. Ese es en estos momentos el tamaño del reto para superar la pandemia.

Politemas, Tal Cual, 20 de enero de 2021

jueves, 14 de enero de 2021

Capacidad para vacunar contra covid-19

Afortunadamente ya están disponibles varias vacunas contra covid-19. La gravedad de la pandemia, el desarrollo científico existente, y la asignación de los recursos requeridos, actuaron de manera sinérgica para que se lograra probar la seguridad y efectividad de varias vacunas en menos de un año. Y quizás en los próximos meses se aprueben otras más. 

Ahora el gran reto de los sistemas de salud es garantizar que las vacunas sean administradas a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible. Mientras más rápido se pueda hacer. se evitarán muchos casos y fallecimientos. En esta semana en América Latina se ha registrado más de 3.000 fallecimientos diarios por covid-19, esto es, 22% de los que ocurren a escala global. Todavía muchos países de la región no han controlado la pandemia. Los retos para los próximos meses son, en consecuencia, mejorar las medidas de control, y vacunar la mayor cantidad de personas. 

La experiencia en los países con mayores recursos, algunos de ellos en los cuales se han generado las vacunas, indica que la tarea no será nada fácil. Cuando se está a punto de cumplir un mes del inicio de la vacunación, solo en Israel se ha logrado un porcentaje de cobertura por encima de 20%. En varios países europeos y en Estados Unidos, se han reportado significativas deficiencias en la gestión de la vacunación, la cual involucra en algunos casos sofisticados procesos de transporte, distribución, y almacenamiento. 

Conviene, entonces, explorar la situación de partida que tienen los países de América Latina para gestionar adecuadamente este complejo proceso de vacunación. La primera consideración es práctica: los países que estén realizando con alta efectividad los programas regulares de vacunación tienen mayores posibilidades de adaptarse a las exigencias en el caso de la vacuna contra covid-19. Por supuesto, esto no es una regla automática. Ya se ha visto que realizar algunas tareas no significa que se tendrá igual capacidad al enfrentar una situación nueva. Pero, a los efectos de la comparación, se puede asumir que aquellos países con altas coberturas de vacunaciones tendrán ventajas iniciales. 

Para tener una referencia de las capacidades de vacunación de los países, se pueden seleccionar solo dos vacunas: la vacuna anti-tuberculosa (BCG), y la vacuna contra el sarampión. Ambas deben ser administradas en América Latina, en general, en los primeros años de vida. La BCG se coloca inmediatamente después del nacimiento. Lo ideal es que, al egreso de la maternidad, el recién nacido ya tenga administrada la vacuna. En el caso de la vacuna anti-sarampionosa, lo ideal es que el niño haya sido vacunado con la segunda dosis al comenzar el segundo año de vida. Los diferentes períodos de vacunación también permiten explorar la capacidad del sistema de salud para mantener el contacto con las personas. 

En principio, la situación ideal es que en ambas vacunas alcancen la cobertura del 100% de la población. La cobertura promedio de BCG en los países de América Latina fue 88% en 2019 (último año con información disponible en el sitio web de UNICEF). En Cuba, República Dominicana, Panamá, y Uruguay, se alcanzó 99% de cobertura. En Brasil, El Salvador, Haití, y México, la cobertura fue menor de 80%. 

En la vacuna anti-sarampionosa, la cobertura promedio en la región fue 76% (de la segunda dosis), lo cual indica también que a medida que aumenta la edad de las personas, el contacto con los servicios de salud disminuye. En Cuba, Nicaragua, y Uruguay la cobertura fue 99%. Sin embargo, en nueve países (Bolivia, Brasil, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Haití, México, Perú, y Venezuela) la cobertura se registró por debajo de 80%. En Bolivia, Haití, y Venezuela, la cobertura fue menor de 50%. Venezuela registró la menor cobertura de la región (13%). 

La vacunación contra covid-19 deberá tomar en cuenta estas restricciones en las coberturas de otras inmunizaciones. Es de especial significación que la población que debe recibir la vacuna anticovid-19 se encuentra en los rangos de mayor edad. Estas personas, en muchos países, tienen un contacto limitado o nulo con el sistema de salud. Localizar estas personas y administrar la vacuna requerirá significativos esfuerzos de los servicios de salud. A este aspecto habría que agregar que en muchos países no se cuenta con los mecanismos institucionales para incorporar las vacunas en los planes de compras de los servicios públicos. Esto puede explicar que a la fecha solo en Argentina, Costa Rica, Chile, y México se cuenta con información sobre personas vacunadas que permita realizar comparaciones internacionales. 

Si las limitaciones que tienen actualmente los programas de vacunaciones de los países de la región, afectan la vacunación contra covid-19, es evidente que los sistemas de salud no podrán garantizar la mayor cobertura en el menor tiempo posible. Si a ello se agregan las limitaciones económicas de los países, agravadas por la pandemia, es también claro que es fundamental un acuerdo dentro de los países para darle prioridad a la vacunación anticovid-19, apoyado por recursos, probablemente de fuentes internacionales en algunos casos. Solo así se podrá evitar que la cobertura de la vacuna anticovid-19 sea otra área en la que se exprese crudamente la inequidad en el acceso a los servicios de salud en el contexto global.

Politemas, Tal Cual, 13 de enero de 2021