miércoles, 27 de enero de 2016

Crisis humanitaria

Todas las evidencias están en frente del país. La crisis humanitaria ha dejado de ser una posibilidad, ya está acá, instalada en toda su extensión, afectando el bienestar directo de los venezolanos en proporciones nunca vistas. Es una crisis de grandes magnitudes que amerita medidas urgentes, amplias, en el marco de un plan de transformación integral.

Los venezolanos sufren las consecuencias de una parálisis económica que está iniciando su tercer año. Especialistas han señalado que en los últimos tres años hemos perdido el 25% de la actividad económica. A eso hay que sumarle que estamos en el cuarto año con la inflación más alta del mundo. En 2015 la inflación está cercana a 300%, a pesar de que no se tienen las cifras oficiales. La semana pasada el FMI anunció que el pronóstico de la tasa de inflación para 2016 es 720%. 

Lo preocupante de esta situación es el vertiginoso deterioro social combinado con la parálisis del gobierno para tomar medidas. Las causas de la debacle económica radican en las políticas implementadas desde 1999 en las cuales se ha eliminado prácticamente la mayor parte de la capacidad productiva del país en áreas esenciales. La visión de que el Estado debía ser el único actor económico ha terminado por restringir de manera monumental las posibilidades de los venezolanos.

Las consecuencias en la vida cotidiana han sido directas y amenazan con empeorar. En un año se ha duplicado la población en pobreza extrema, hasta representar a mediados del año pasado a al 50% del país. La pobreza total alcanza al 76% de los venezolanos. A ello hay que agregar la escasez que oscila entre 50 y 80% de los productos, especialmente en los medicamentos en los cuales se coloca en 80% según instituciones del sector farmacéutico. Esto significa que las necesidades básicas de alimentación y protección de la salud no están garantizadas para el 80% de la población.

Todo lo anterior sería ya muy preocupante. Lo más grave es la incapacidad del gobierno para coordinar una respuesta adecuada a esta crisis. Las últimas decisiones no hacen sino ratificar que no hay coherencia en el seno del gobierno, o que las respuestas, ejemplificadas en el Decreto de Emergencia Económica rechazado por la Asamblea Nacional, están en la dirección contraria a las requeridas soluciones. El gobierno luce perdido, fragmentado, sin capacidad de interlocución real, sin ideas para esta crisis. El gobierno, en dos platos, ha sido sobrepasado por una situación que empeora día a día.

Los efectos en la vida de las familias se producen hoy, y también mañana. Una familia sin alimentos, sin medicamentos, sin ingresos, tiene daños inmediatos. La única manera de empezar a resolver esta situación es poner en ejecución un amplio programa de transformación económica que el actual gobierno no está en capacidad de diseñar ni articular. Y uno de los componentes centrales es la asistencia de corto plazo para las personas y familias en mayor riesgo. Urge que todos los liderazgos de la sociedad enfrenten a través del esfuerzo concertado este drama que afecta con crudeza a todos los venezolanos.

Politemas, Tal Cual, 27 de enero de 2016

miércoles, 20 de enero de 2016

Emergencia es la pobreza

El gobierno aparece con otra distracción. Un Decreto de Emergencia Económica que solo persigue que la Asamblea Nacional sea corresponsable de la gestión de la crisis, y permita una mayor intervención del gobierno en el manejo de la economía. La justificación y diseño de dicho decreto no dejan dudas de que debe ser rechazado, solo refuerza los errores del gobierno que nos han traído a esta monumental crisis.

La “emergencia” que ahora plantea el gobierno tiene en realidad varios años. Podría decirse que al menos desde 2009 ya eran muy evidentes los efectos perjudiciales de la política económica que ha desarrollado este gobierno. Además, desde 2013 el gobierno ha estado habilitado para múltiples materias. Es ahora que aparece con una propuesta para enfrentarla. Mientras tenemos un gobierno que actúa con esta “rapidez”, el deterioro social aumenta cada día.

Según los datos de ENCOVI (UCV-UCAB-USB) del año 2014, ya la pobreza medida por ingresos afectaba al 48,4% de los hogares venezolanos. Esto es, 3% más que la medición de pobreza con una encuesta comparable en 1998. En esa medición de 2014, la pobreza extrema, esto es, los hogares con ingresos menores con respecto a la canasta alimentaria, era 24% (cinco puntos más que en 1998). De manera que luego de 16 años transcurridos de este gobierno, la pobreza no solo no se redujo sino que alcanzó un nivel superior. Siendo que en 2014 no se implementó ningún cambio en la política económica, lo previsible era el aumento de la pobreza en 2015. 

Y efectivamente, así sucedió. De acuerdo con ENCOVI 2015 (realizada a mediados de año), el 73% de los hogares estaba en situación de pobreza, 76% cuando se toma en cuenta a las personas. La pobreza extrema alcanzó al 50% de los hogares y de las personas. Esto es, 15 millones de personas no tienen los ingresos para adquirir los alimentos requeridos cada día, en caso de que estuvieran disponibles. Es mucho peor cuando ni siquiera están disponibles. Cuando se analiza la pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), el aumento entre 2014 y 2015 fue de 8 puntos, de 21 a 29%.

La pobreza está en su máximo nivel histórico en el país. Eso es un hecho incontrovertible. Se palpa en cada hogar venezolano. Se siente en cada cola de muchas horas para conseguir alimentos al menor precio posible en la economía con la mayor inflación del mundo. Ante todo esto, tenemos un gobierno que no ha tomado medidas en casi tres años, que no ha entendido el problema, que sigue creyendo en soluciones que conducen a mayor pobreza, a mayor deterioro social. 

Las decisiones que se posterguen para atender esta situación ocasionan daño en el corto plazo, porque hoy esas familias no pueden conseguir los alimentos, pero sus efectos se prolongan por mucho tiempo. Hasta el punto que pueden ser irreversibles. Esta es la verdadera emergencia, para la cual tenemos el gobierno más incompetente que se pueda imaginar.

Politemas, Tal Cual, 20 de enero de 2016

miércoles, 13 de enero de 2016

El tamaño de la brecha

La crisis social se agrava en el país. Comenzamos 2016 con pocas perspectivas de solución. El nuevo Gabinete se caracteriza por la poca coherencia en las políticas a implementar. Más grave es que no hay posibilidades de un cambio sustancial con políticas que se fundamenten en la visión estatista de la economía. De manera que es muy probable que tengamos un año de mayor deterioro en las condiciones de vida de la población.

En tales circunstancias es conveniente precisar la brecha de posibilidades que tiene la vida de los venezolanos. Para tener muy presentes las exigencias que debemos hacer ante las políticas que deben ponerse en ejecución. De lo contrario, los desajustes serán mayores e iremos perdiendo más terreno, al menos en el contexto de América Latina.

De acuerdo con datos del FMI, en 1998 Venezuela tenía el segundo poder adquisitivo en términos internacionales de América Latina (sobre un total de 19 países). Argentina era el primero con 12.142 dólares. Venezuela tenía 11.946 dólares. Una diferencia de 196 dólares para ser exactos. Para una comparación internacional más amplia puede indicarse que el poder adquisitivo de España era 21.500 dólares, es decir, cerca del doble que el de Venezuela. El de Estados Unidos era tres veces superior, al igual que el de Singapur. 

En 2016 las estimaciones del poder adquisitivo de Venezuela, lo colocan en el noveno lugar con 14.884 dólares. El primer lugar lo tiene Chile con 24.186 dólares. Luego siguen en orden descendente: Uruguay, Argentina, Panamá, México, Costa Rica, Brasil, República Dominicana. Mientras el poder adquisitivo de Panamá se ha casi triplicado, y el de Chile, Costa Rica, Uruguay y República Dominicana se ha duplicado, el de Venezuela es el que menos ha crecido del grupo (42%). De continuar esta progresión, es decir, con las políticas que ahora se implementan, en 2018 Venezuela bajará al puesto once, superada también por Colombia y Perú.

Los resultados de la gestión de este largo gobierno son por donde se mire decepcionantes. La calidad de vida de los venezolanos se ha deteriorado. Por el contrario, en muchos países de la Región, lo que va del Siglo XXI ha representado un período de avances. Todo ello está originado por las políticas ejecutadas, centradas en la predominancia del estatismo, en la restricción a la iniciativa de la sociedad, en la reducción de las oportunidades para la inversión, en la ausencia de una visión de generación de riqueza.

Las consecuencias de esta brecha son obligantes. Es urgente un cambio en la dirección económica del país, so pena de que se profundice este rezago y se afecten aún más las condiciones de vida de la población. Es tarea en las instancias renovadas con el voto popular, acometer las tareas necesarias para generar posibilidades de transformación en el país. Las circunstancias exigen ver al país en perspectiva, para identificar el trecho de equivocaciones. Para no volverlo a transitar y recuperar lo más rápido posible el tiempo perdido.

Politemas, Tal Cual, 13 de enero de 2016