domingo, 30 de octubre de 2022

Los nuevos presidentes ante los efectos de la pandemia

La pandemia de covid-19 ha afectado la vida del mundo por casi tres años. Sus efectos se han extendido a todas las áreas de la actividad humana. Puede decirse que sus implicaciones han sido profundas y persistentes. Hasta el punto que todavía persisten riesgos de aumentos de casos y muertes en los próximos meses. El rol de las múltiples instancias de la vida social ha sido afectado por la pandemia.

América Latina ha sido la región del mundo que ha sufrido el mayor impacto de la pandemia. El número de casos y muertes es desproporcionado: más del 20% de los casos y 30% de las muertes en el 8% de la población mundial. En estas circunstancias, es lógico esperar que los gobiernos electos en 2022 tengan especial consideración sobre los efectos de la pandemia en los respectivos países, así como de los planes que se proponen para superarlos, y para reducir los riesgos de nuevas pandemias.

En 2022 han tomado posesión tres nuevos presidentes en la región: Rodrigo Chaves de Costa Rica, Gabriel Boric de Chile, y Gustavo Petro de Colombia. Ya sabemos que en sus discursos de toma de posesión las menciones sobre propuestas de políticas públicas y desarrollo sostenible han sido prácticamente inexistentes. Sin embargo, dadas las implicaciones tan grandes de la pandemia, se podría pensar que harían importantes propuestas.

Lamentablemente, los tres discursos de toma de posesión no expresan en análisis y decisiones la importancia que ha tenido la pandemia para la región, y en particular, para los tres países señalados. El acumulado de exceso de mortalidad por covid-19 en Costa Rica es cuatro veces superior al de Corea del Sur. En Colombia es cinco veces, y en Chile seis veces. De manera que el impacto de la pandemia en los tres países es extremadamente alto cuando se compara con países que pusieron en marcha medidas más adecuadas para el control.

Estos severos impactos de la pandemia no se corresponden con la vaguedad de las propuestas de los nuevos gobiernos que se han instalado en estos países. El presidente de Chile, Gabriel Boric, mencionó la importancia de las vacunaciones y que se pondrá “especial atención a los efectos de la pandemia”. El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves indicó que durante la pandemia se produjo un “apagón educativo”. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, señaló que lo peor de la pandemia fue que América Latina no fue capaz de juntarse. Hasta allí llegaron las ideas de los nuevos presidentes. No señalaron ninguna propuesta para analizar los efectos de la pandemia, ni metas específicas para el primer año de las respectivas gestiones, mucho menos lineamientos para los cambios que deben realizarse en los sistemas de salud para enfrentar los riesgos de nuevas pandemias. Los presidentes no tienen incorporado en sus agendas el tema de la pandemia. Tampoco los equipos técnicos que los asesoran tuvieron ideas que ofrecer o no fueron capaces de convencerlos.

Al menos tres propuestas podrían haber presentado los nuevos presidentes. En primer lugar, mantener el porcentaje de vacunación contra covid-19 en 90% de la población para el caso de Chile. En Costa Rica y Colombia se ha podido plantear alcanzar el 90% en el transcurso de 2022, y también mantenerlo en 2023. La segunda propuesta podría haber sido constituir en cada uno de los países sendas comisiones presidenciales con el mandato expreso de elaborar un informe exhaustivo sobre las respuestas del país ante la pandemia, identificando los éxitos, limitaciones, y especialmente los lineamientos de acción para prevenir y enfrentar nuevas pandemias. La tercera propuesta podría haber sido alcanzar el 100% de cobertura en todas las inmunizaciones disponibles para el año 2023. Que no aparezcan propuestas de este tipo en los discursos de toma de posesión de los nuevos presidentes de la región, en tres de los países con mayores capacidades institucionales, es revelador de la gran brecha entre los problemas reales de los ciudadanos y la visión que tienen los líderes políticos sobre el ejercicio del gobierno.

Politemas, Tal Cual, 26 de octubre de 2022

El contexto social de la crisis del gobierno en Perú

Dentro de las primeras obligaciones de un gobierno democrático está la generación de confianza para los ciudadanos. De manera que las múltiples políticas públicas que se deben poner en marcha, se desenvuelvan en un ambiente de estabilidad institucional. Cuando el origen de la inestabilidad está en el propio desempeño del gobierno, la gestión de las políticas públicas alcanza mayores niveles de dificultad. En el último año, los ciudadanos de Perú han experimentado las negativas consecuencias de que sea el gobierno el principal factor de distorsión de la vida social.

En los catorce meses transcurridos desde el inicio de la gestión del presidente Castillo, se han producido 72 cambios de ministros, incluyendo los que fueron censurados por el Congreso. A esta fuente de inestabilidad, hay que agregar las acusaciones contra el propio presidente Castillo. En un ambiente de estas características, es fácil entender que según datos de la encuesta de Ipsos realizada para Transparencia Internacional en Perú en agosto de 2022, el 37% de la población consideraba que el tercer problema del país era la “crisis política”. Este porcentaje representa casi cuatro veces más que lo que se había reportado en 2008.

Los datos más recientes sobre la evaluación de la gestión del presidente Castillo (de septiembre de 2022), indican que su gestión es reprobada por el 67% de la población. En otra encuesta de julio de 2022, al cumplirse el primer año de gestión, la reprobación del gobierno se produjo en las ocho áreas de políticas consultadas. Los mayores porcentajes de reprobación correspondieron con las siguientes áreas de políticas públicas: lucha contra la delincuencia (81% de reprobación), control de la inflación (80% de reprobación), y reducción de la pobreza (78% de reprobación).

Estas opiniones de los ciudadanos son bastante consistentes con la evolución de la situación social y económica de los dos últimos años en Perú (años relacionados con la gestión del presidente Castillo). De acuerdo con las últimas estimaciones del FMI (publicadas la semana pasada), la tasa de inflación de Perú en 2022 puede ser la más alta desde 1997 (hace 25 años), esto es, 7,4%, cinco veces más que la tasa de inflación de 2018.

También de acuerdo con el FMI, la tasa de crecimiento de la economía en 2022 será 2,7%, distante del 4% registrado en 2018. El FMI estima que hasta el año 2027 (último año de estimación), la tasa de crecimiento anual no superará 3,2%. En la práctica, esto significa que el PIB per cápita (en términos del poder de compra) dejará de aumentar, al menos comparado con el resto de los países de América Latina. Por otra parte, la tasa de desempleo estimada por el FMI para 2022 es 7,6%, la más alta del país desde 2012. De acuerdo con estas estimaciones, la tasa de desempleo será mayor a 7% hasta 2027.

Los ciudadanos de Perú están percibiendo en sus ámbitos cotidianos el impacto de la inflación y las dificultades para la generación de empleos. Ello es evidente por el nivel de insatisfacción que expresan sobre estas políticas. Dados los escenarios restrictivos previstos en los próximos años, tanto en el crecimiento económico como en el mercado de trabajo, es bastante probable que, de continuar las grandes debilidades de la gestión del gobierno nacional, se afectará aún más el nivel de bienestar de la población. Lamentablemente, los efectivos negativos de la inestabilidad de gestión en la calidad de las políticas públicas es ya un tema preponderante en la evolución institucional en Perú.

Politemas, Tal Cual, 19 de octubre de 2022

Discursos de toma de posesión sin políticas públicas

Es fácil imaginar lo relevante que es el discurso de toma de posesión para un presidente recién electo. Se trata de la concreción de una ardua trayectoria política. Es lógico suponer que los presidentes han imaginado durante mucho tiempo este momento tan especial. Durante muchos años han debido pensar en las palabras que pronunciarían en el inicio de la gestión presidencial. En cierta medida, estas palabras, ya superadas las incidencias de la campaña electoral, constituyen la referencia sobre la cual se valorarán las acciones del gobierno.

Desde la perspectiva de la sociedad, el discurso de toma de posesión genera muchas expectativas. Fundamentalmente porque en ese discurso se deben expresar las grandes líneas y compromisos de la gestión presidencial. También se aspira conocer los detalles de las primeras medidas que tomará el gobierno. Es, en la práctica, un momento para transmitir esperanza y posibilidades concretas para mejorar la vida de las personas a lo largo y ancho del país.

En este año se han realizado las tomas de posesión de tres presidentes de América Latina: Rodrigo Chaves de Costa Rica, Gabriel Boric de Chile, y Gustavo Petro de Colombia. Al revisar sus discursos de toma de posesión queda bastante clara la distancia entre lo que se ha podido señalar con respecto a las grandes líneas y compromisos, y lo que efectivamente se expresó.

Estos discursos de toma de posesión son más bien declaraciones de carácter general, con muy pocas precisiones sobre los problemas de los ciudadanos en esos países, y mucho menos con compromisos concretos de la gestión del gobierno. Más allá de frases como “detener la discriminación de las mujeres”, “volver a abrir las escuelas”, “proteger el suelo y el subsuelo”, no existe especificación de políticas concretas. De tal manera que en esos discursos no se encuentran referencias adecuadas para analizar las políticas públicas. Son discursos sin políticas públicas.

Conviene elaborar sobre las razones de esta ausencia de políticas públicas en los discursos de toma de posesión. Esto es especialmente significativo porque los tres países señalados se encuentran entre los de mayor desarrollo institucional en la región. Estas limitaciones deben ser mayores en los países de menores capacidades institucionales.

Al menos tres explicaciones no excluyentes pueden proponerse. La primera es que obviamente no pueden expresarse políticas públicas en la toma de posesión cuando también han brillado por su ausencia en las campañas electorales. Es decir, campañas sin discusión sobre los problemas públicos conducen a colocar el énfasis en otros aspectos, y no en las alternativas de solución a través de políticas públicas. Una segunda explicación está relacionada con la capacidad de los equipos que entran a dirigir el gobierno. Si no se maneja el detalle sobre los problemas públicos, es poco probable que se puedan concretar alternativas para ser expresadas en la toma de posesión. La tercera explicación es el rechazo que puede existir para indicar compromisos concretos que luego sean utilizados por la oposición al gobierno. Por supuesto existen alternativas para enfrentar cada una de las explicaciones que incluso se puedan convertir en fortalezas para el gobierno entrante. Dentro de estas alternativas están una mayor capacidad técnica para diseñar políticas públicas, mejores fuentes de información, y mejor utilización de la comunicación política.

Las consecuencias de que los gobiernos se inicien sin compromisos concretos son muy perjudiciales para los ciudadanos. En primer lugar, porque no existe guía para la acción del gobierno. Y, en consecuencia, tampoco existe el seguimiento sistemático de la gestión, y mucho menos la generación de la información necesaria para cumplir estos procesos. Es bastante evidente que no habrá progreso en estos aspectos, mientras los líderes políticos que aspiran ser presidentes no elaboren con mayor rigurosidad sus visiones para gobernar.

Politemas, Tal Cual, 12 de octubre de 2022

sábado, 29 de octubre de 2022

¿Cuál es el mejor gobierno de América Latina?

La pregunta es muy relevante. Especialmente porque, dadas las grandes restricciones de los últimos años en la región, pareciera que una buena gestión gubernamental es una rareza. Como en tantas áreas, llaman más la atención las malas actuaciones que las buenas. Uno de los efectos de esta percepción es que puede transmitirse la idea de que ejecutar buenas gestiones en los gobiernos es más bien la excepción que la regla. Sin embargo, con políticas públicas adecuadas, es posible realizar gestiones de alto desempeño que tengan impacto en la calidad de vida de los ciudadanos.

En el caso particular de los 20 países de América Latina, de acuerdo con el Índice Bertelsmann de Transformación (BTI, por sus siglas en inglés), los tres países con mayor calidad de gobierno en América Latina son Uruguay, Chile, y Costa Rica. Esta primera caracterización se concentra en el desempeño general de los gobiernos.

En un segundo paso se puede comparar la gestión de acuerdo con los recursos públicos utilizados por los gobiernos. En este grupo de países, los estimados del gasto del gobierno para el año 2022 (de acuerdo con el FMI) son los siguientes: Costa Rica (19,5%), Chile (26,8%), y Uruguay (28,9%). De manera que el gobierno de Costa Rica es el que requiere menor cantidad relativa de recursos para alcanzar el mayor nivel de desempeño en la región. Se puede argumentar que la diferencia con los otros dos países (Chile y Uruguay), se debe a que en Costa Rica no existe gasto regular en fuerzas armadas, aspecto característico del diseño político e institucional en este último país.

La cantidad de recursos públicos utilizados en términos per cápita, permite identificar en un tercer paso, los países que tienen gobiernos de mejor desempeño en función de la población. De acuerdo con estimados del FMI para 2022 (excepto para Ecuador y Venezuela), el gobierno de Costa Rica es el que tiene el menor gasto per cápita (4.780 dólares) dentro del grupo de países con mejor desempeño de los gobiernos. Países como Argentina y Panamá, en los cuales el desempeño de los gobiernos es menor, tienen el doble de gasto público per cápita que Costa Rica (Argentina con 9.783 dólares, y Panamá con 8.570 dólares). Incluso si se asume que Costa Rica tuviera la proporción de gasto público de Chile y Uruguay, también tendría menor gasto per cápita que estos dos países.

De acuerdo con lo señalado, el gobierno de Costa Rica se encuentra en el grupo de mejor desempeño, y además requiere menor cantidad de recursos, tanto en términos relativos como per cápita. En otras palabras, el gobierno de Costa Rica obtiene mejores resultados que los restantes gobiernos de la región cuando se compara con los recursos asignados. Otro grupo de países (en el cual están Argentina y Panamá, entre otros) tienen un bajo desempeño con respecto a los recursos asignados. En un tercer grupo están los países de menor desempeño que tienen también bajos recursos relativos (por ejemplo, Nicaragua, Honduras, y Guatemala).

En este contexto, las exigentes demandas que confrontan los países de la región deberían implicar cambios notables en la gestión de los gobiernos. En el caso de Costa Rica se deberá mantener la adecuada gestión con la asignación eficiente de recursos. En otros países se deberán introducir reformas para obtener mejores resultados con los recursos que ya se invierten (lo cual podría repercutir en la ampliación de beneficios en otras áreas). Otros países requieren incorporar mejoras de la gestión, y también aumentar los recursos asignados. En todo caso, fortalecer la gestión gubernamental tendría que constituir un aspecto fundamental para mejorar la calidad de vida de los latinoamericanos en los próximos años.

Politemas, Tal Cual, 5 de octubre de 2022

Calidad del gasto gubernamental en América Latina

En una primera impresión, se puede argumentar que la calidad de los gobiernos es una función directa de los recursos utilizados, expresados en el tamaño del gasto público que manejan. La razón que se puede postular es que la calidad requiere necesariamente más recursos. Por tanto, a mayores niveles de gasto se podría alcanzar una mayor calidad en la gestión de los gobiernos. Sin embargo, también se sabe que se puede gastar sin mayor efectividad, porque existen procesos de gestión que de no cumplirse más bien aumentan el gasto improductivo. Dicho de otro modo, puede ser que algunos gobiernos hagan mucho con pocos recursos relativos, y que otros gobiernos hagan poco incluso con muchos recursos disponibles.

Para identificar los gobiernos que son más efectivos en el uso de los recursos, es conveniente comparar. De acuerdo con el Índice Bertelsmann de Transformación (BTI, por sus siglas en inglés), los tres países con mayor calidad de gobierno en América Latina son Uruguay, Chile, y Costa Rica. Para tener una aproximación a la efectividad de los recursos utilizados por los gobiernos, se puede comparar la calidad según el BTI con el gasto estimado por el FMI.

De acuerdo con los estimados más recientes del FMI, en 2022 el gasto promedio del gobierno en los países de América Latina representa 26,6% del PIB. Solo dos países no tienen disponible la estimación del gasto del gobierno (Ecuador y Venezuela). En los tres países clasificados con la mejor calidad de los gobiernos. los estimados del gasto del gobierno son los siguientes: Costa Rica (19,5%), Chile (26,8%), y Uruguay (28,9%). Esto significa que el gasto general del gobierno no supera el 30% en los países con la mayor calidad. Es posible que la diferencia de Costa Rica con Uruguay y Chile se deba al hecho de no contar con gasto regular en fuerzas armadas.

En Argentina, Brasil, y Bolivia, clasificados de acuerdo con el BTI como de calidad moderada de gobiernos, el gasto general del gobierno representa casi el 40% del PIB (Argentina 37,8%, Brasil 38,4%, Bolivia 39,8%). De manera que, en este grupo de países, el gasto del gobierno equivale a más de 10% del PIB que en los países considerados de mejor calidad de gobiernos. En consecuencia, el mayor gasto en términos relativos no se traduce directamente en mayor calidad de los gobiernos. Dicho de otro modo, es bastante posible que muchos de los recursos utilizados por los gobiernos de estos tres países pudieran tener una mejor efectividad que la actual.

En el otro extremo de la clasificación están Haití, Guatemala, y República Dominicana. Estos países tienen menor proporción de gasto público con respecto al PIB total, y también menor calidad del gobierno en términos comparados. Las implicaciones en este caso son diferentes. Es probable que un aumento de los recursos utilizados por los gobiernos en estos países pueda repercutir en una mejor calidad de la gestión.

La relación entre los recursos utilizados por los gobiernos y la efectividad de la gestión será un tópico de mayor importancia en los países de la región. Las restricciones de las economías, junto con el aumento de la población y las demandas de servicios, deberían obligar a los gobiernos para incorporar innovaciones en la utilización de los recursos, habida cuenta de que el origen de estos recursos siempre estará vinculado con la capacidad de financiamiento de las sociedades. Hacer más con los recursos disponibles será cada día más relevante si se aspira expandir la calidad de vida de los ciudadanos. Asumir esta tarea con prioridad puede ser la diferencia para el porvenir de millones de familias en la región.

Politemas, Tal Cual, 28 de septiembre de 2022

viernes, 21 de octubre de 2022

El desarrollo sostenible en los discursos presidenciales

En 2015 se adoptaron en las Naciones Unidas los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se fijó el año 2030 como referencia para alcanzarlos. Estos ODS fueron ordenados en 17 áreas, desde la eliminación de la pobreza y el hambre, hasta la protección general del planeta.

Para el cumplimiento de los ODS se propuso la generación de múltiples consensos entre los gobiernos de los países, instituciones de investigación, empresas, organizaciones de la sociedad civil, entre otros sectores. También se consideró que alcanzar los ODS requería que todos los países asumieran procesos de planificación para garantizar las decisiones e inversiones necesarias.

Han pasado siete años desde la adopción de los ODS. Con una pandemia de casi tres años de duración, existen muchos indicios de que el ritmo de evolución en el cumplimiento se ha alterado desfavorablemente en muchos países. Obviamente, esto debería significar un mayor énfasis en los ODS, justamente por el tiempo perdido con los consiguientes efectos en el bienestar de las personas. Entonces, se podría esperar que los nuevos gobernantes electos, por ejemplo, en América Latina, insistieran sistemáticamente en los ODS, y especialmente, en las políticas públicas que se deben implementar para lograrlos.

En la práctica, lamentablemente, el cumplimiento de los ODS es un tópico inexistente en los discursos presidenciales, al menos de los presidentes que han tomado posesión en América Latina en 2022. Los nuevos presidentes de Costa Rica, Chile, y Colombia, han iniciado sus gobiernos entre marzo y agosto del presente año. En los tres discursos de toma de posesión no existe ninguna mención de los ODS, ni de ninguna de las metas, ni mucho menos se señala el año 2030 como plazo para su cumplimiento. No existe ninguna referencia a esos compromisos, mucho menos una interpretación de la situación de sus países con respecto al cumplimiento de los ODS. Y esto sucede en tres de los países de la región con mayores capacidades institucionales.

La consecuencia previsible de esta falta de orientación de políticas con respecto a los ODS, es que poco probable que se formulen los respectivos planes de gobierno, se asignen los recursos necesarios, y se realice el seguimiento. Si los máximos líderes de las administraciones públicas nacionales no tienen la visión sobre los ODS, es bastante previsible que estas metas no significarán una prioridad para la institucionalidad de los países.

En este contexto, cabe preguntarse cuál será la evolución de los ODS cuando no existen los procesos de planificación y diseño de políticas, con respaldo de los altos responsables de la gestión publica en los gobiernos nacionales de la región. También es un hecho notorio que el tema no está en la agenda pública de los países. Se puede imaginar que, en estas condiciones, no existirán progresos sistemáticos para alcanzar los ODS en la región. Dicho de otra manera, la falta de prioridad que asignan los líderes de los gobiernos a los ODS, es un factor que limitará su cumplimiento, con el correspondiente efecto negativo en las condiciones de vida de los latinoamericanos. Es una perspectiva verdaderamente preocupante.

Politemas, Tal Cual, 21 de septiembre de 2022

El presidente Boric y la construcción de consensos

El día de la toma de posesión como presidente de Chile, hace seis meses, Gabriel Boric señaló: “quiero que sepan que no llegamos aquí solo para llenar cargos y solazarnos entre nosotros, para generar distancias inalcanzables, llegamos aquí para entregarnos en cuerpo y alma al compromiso de hacer mejor la vida en nuestra patria”.

Que el presidente Boric haya indicado como centro de la gestión “hacer mejor la vida en nuestra patria”, puede tomarse como referencia clara de la amplitud de la tarea que se había propuesto. La experiencia comparada nos indica que el bienestar de las personas, derivado de la acción de los gobiernos, supone construir los consensos requeridos para que los cambios sean sostenibles. Gobernar solamente para los seguidores, o actuar de manera prepotente para imponer los propios puntos de vista, es una receta para dividir a los países e impedir el contexto necesario para la sostenibilidad de las políticas públicas.

Algunas de estas lecciones ya las había aprendido el presidente Boric. En la primera vuelta de la elección presidencial había obtenido la segunda votación. Realizó los ajustes del caso para convencer a los electores de que podía promover políticas más inclusivas. Se alejó de los extremos para proponer un mensaje que le permitiera alcanzar la mayoría en la segunda vuelta. Y así fue como pudo llegar a la Moneda para gobernar.

Es evidente que el presidente Boric tenía bastante claro la importancia de la aprobación de la nueva Constitución. Por ello señaló en su discurso de toma de posesión: “vamos a apoyar decididamente, decididamente el trabajo de la Convención”. Manifestó el presidente Boric que “necesitamos una Constitución que nos una, que sintamos como propia”, que “nazca en democracia”, “que sea para el presente y para el futuro”, “una Constitución que sea para todos y no para unos pocos”.

Los resultados del plebiscito del 4 de septiembre demuestran que una amplia mayoría de los ciudadanos chilenos consideró que la propuesta de Constitución elaborada por la Convención no era para todos, era “para unos pocos”. Tal parece que el presidente Boric no pudo actuar con efectividad para influir en la construcción de los consensos requeridos. El presidente delegó en sus representantes en la Convención la elaboración de la Constitución. Cuando era obvio que el diseño de la Constitución correspondía más bien a una visión sectaria de la sociedad chilena, el presidente Boric no pudo tampoco influir en las modificaciones. Más bien decidió asumir la posición del “Apruebo”, con el matiz de que se podía reformar posteriormente. El presidente Boric fracasó tres veces en la misma jugada: no intervino para favorecer los acuerdos, no enfrentó la propuesta de Constitución a tiempo, y, finalmente, perdió completamente en las urnas.

Como resultado de estas dificultades para construir consensos en una materia de tanta relevancia, sigue pendiente la elaboración de la nueva Constitución. Queda por verse si el presidente Boric se puede convertir en un factor motivador para los consensos. Lo que ha demostrado en los últimos meses no ofrece un buen pronóstico. Que un presidente no sea capaz de construir consensos, es siempre una señal preocupante, pero lo es más en un país que aspira aprobar una nueva Constitución.

Politemas, Tal Cual, 14 de septiembre de 2022