lunes, 31 de octubre de 2011

La Venezuela del hambre

Grande tiene que ser la desconexión entre el presidente Chávez y la realidad del país. Inmensa, puede decirse. Lo suficiente para que haya dicho, sin mayor desparpajo, que en Venezuela no hay hambre. También cabe que haya lanzado la mentira para distraer, para transmitir la falsa creencia.

Lo cierto del caso es que la frase fue muy clara. Según el Presidente, en Venezuela sencillamente no hay hambre. Cree que el hambre sube en todas partes, pero no acá en el país. Señala que la alimentación es “sagrada”. El juicio anterior, por supuesto, se hace sin ninguna evidencia, no hay fuentes, ni datos. Simplemente lo dice el Presidente y todos lo deben aceptar.

Lo primero que llama la atención es que las fuentes de información sobre el tema ya no están disponibles. Desaparecieron de la web. De hecho, los últimos datos oficiales corresponden al año 2007. “Nada más” un retraso de casi cuatro años. Por otro lado, las pocas fuentes disponibles son contradictorias. Hace poco más de un año, el propio gobierno reconocía que existía un déficit nutricional que afectaba al 3,7% de la población de menores de cinco años. Y citaban que la fuente era el Instituto Nacional de Nutrición. Y para ello señalaban que el indicador seleccionado para la comparación era el peso para la edad de los niños.

Lo cierto del caso es que tal indicador no es el más adecuado para medir la desnutrición. Se utiliza especialmente para los niños menores de un año. Para remate, las cifras que se encuentran en los informes oficiales del INN de 2007 (últimas disponibles) son muy diferentes a las señaladas con insistencia por parte del gobierno. El déficit es casi tres veces más, exactamente 11,2% en los menores de dos años. En el caso de la desnutrición crónica, la que ha dejado ya efectos en la talla de los niños, alcanza al 30% de los que se tienen entre 7 y 14 años.

Es obvio que la Venezuela del hambre no tiene cabida en la realidad del Presidente. Probablemente para escapar de ella se acude a la exageración y al invento. Por supuesto eso no resuelve para nada las condiciones concretas de millones de niños venezolanos que están en situación de déficit nutricional. Y más grave aún es que las últimas cifras disponibles sean las de 2007. No hay forma de conocer al día de hoy cómo ha evolucionado este problema.

Las consecuencias son más que evidentes. El rendimiento de nuestros estudiantes está claramente condicionado por la disponibilidad de alimentos. Cuando no existen en el hogar, es deber del gobierno facilitarlo en las escuelas. De lo contrario se estimula la deserción escolar y se incrementa la desigualdad de oportunidades. Todo esto es lejano a los responsables de la política del gobierno en esta materia. Inaceptable en un país que recibirá este año más de 70.000 millones de dólares en ingresos por venta de barriles de petróleo.

Politemas, Tal Cual, 26 de octubre de 2011

domingo, 30 de octubre de 2011

Sitiados por el narcotráfico

En menos de 24 horas, dos declaraciones de responsables ejecutivos han llamado la atención sobre los efectos del narcotráfico en las sociedades de América Latina. El presidente de Perú, Alan García, señaló que la falta de atención al narcotráfico ha ocasionado la creciente presencia de mafias de la droga en su país. Perú, junto con Colombia y Bolivia, producen, según Naciones Unidad, la totalidad de la cocaína que se consume en el mundo. El gobernador de Nueva Esparta, Morel Rodríguez, advirtió también que si no se toman medidas en Venezuela, podríamos seguir los pasos de Colombia y México en lo que respecta al impacto del narcotráfico en la violencia.

El auge del narcotráfico y sus severos efectos sociales es el tema del momento en América Latina. Ya hace poco el Secretario General de la OEA había señalado la ausencia de progresos por parte de los países de la región. Todo parece indicar que la situación ha empeorado en los últimos años.

La iniciativa de los ex-presidentes Cardoso, Gaviria y Zedillo, a través de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, ha insistido en la urgencia de abrir un debate audaz en todas nuestras sociedades. Se trata de poner el tema sobre la mesa y evaluar con profundidad los resultados de la actual estrategia de control y prevención. Las Naciones Unidas han informado que más de 200 millones de personas en todo el mundo utilizan drogas ilícitas al menos una vez al año. El 15% de ellos sufren problemas crónicos de dependencia. El crimen organizado controla un mercado de cientos de miles de millones de dólares.

La nueva estrategia, señala un informe de la Comisión, debe considerar que los adictos son por definición pacientes del sistema de salud. Esto supone un esfuerzo de reconocimiento de la drogadicción como problema de salud, así como el desarrollo de programas de información y educación sobre los peligros del consumo de drogas para las personas y las familias. Para ello el esfuerzo debe centrarse en los jóvenes, quienes son los principales consumidores y los principales afectados por las secuelas de violencia. Otro aspecto fundamental es vincular la lucha contra el narcotráfico con una estrategia amplia para enfrentar el crimen organizado.

Estos son los temas, estos son los efectos. En nuestro país de esto no se habla. El principal responsable para enfrentar este problema es el gobierno nacional. El diseño y la evaluación de las políticas en esta materia es su responsabilidad. Nada ganamos como colectivo si el gobierno esconde el problema e impide que la sociedad aporte ideas, sugerencias, apoyos. Una generación completa de jóvenes venezolanos se encuentra a merced del narcotráfico, directa o indirectamente. El gobierno nacional tiene 12 años evadiendo el tema. Su silencio ya es atronador.

Politemas, Tal Cual, 9 de marzo de 2011

Anarquía inflacionaria

El ministro Giordani no ha podido ser más “elocuente”. Al explicar la interpretación que tiene de la inflación, dejó las cosas en orden. Para Giordani la inflación es un desarreglo menor que tiene origen en la inercia. Los países tienen la inflación que está determinada por el pasado. Es decir, los países están condenados a tener inflación, y las políticas para su control son un “lujo” que no pueden permitirse ciertos gobiernos.

Para el actual gobierno, la inflación es un problema alejado de las personas. Según los altos funcionarios del área económica, la inflación se mide, pero no se vincula con las condiciones de vida de la gente. Es decir, si el dinero alcanza menos para el mercado, si se consumen los ahorros para compensar los gastos mensuales, si las familias deben acudir al endeudamiento, todos esos son problemas “menores”. No tienen que ver con el fondo de la política económica de las “revoluciones”, el cual es garantizar la supremacía del gobierno ante la sociedad.

De otra forma no se explica que los responsables de la política económica, acudan a la curiosa explicación de la “inercia” inflacionaria. Desconocen casos concretos en los cuales la política anti-inflacionaria tuvo efectos en pocos años. Tomemos el caso de Argentina entre 1987 y 1990. En 1989 la tasa de inflación alcanzó más de 3.000 %. En 1990 se “redujo” a 2.300%. Sin embargo, en 1994 la tasa de inflación ya era 4%. Igual puede decirse de Brasil. En 1990 la tasa de inflación casi alcanza 3.000 %. Se hizo incontrolable los cuatro años siguientes. Pero ya en 1996 la tasa de inflación era 16%, y un año después estaba en menos de 7%. En los últimos doce años la tasa de inflación promedio en ambos países se encuentra entre 7 y 8%.

En consecuencia, no es que haya una “condena” inflacionaria. Lo que hay son malas políticas para controlar la inflación. Esas malas políticas son perjudiciales para los ciudadanos. Pero son beneficiosas para los gobiernos. Una economía con alta inflación está en desorden. La gran cantidad de dinero es útil para el gobierno porque le sirve puede financiar sus desequilibrios. Para ello cuenta con la complacencia del respectivo Banco Central. Ello trae como resultado que no exista ningún incentivo para poner orden en las cuentas del gobierno ni controlar el endeudamiento.

La inflación amplía las distorsiones de la economía y evidencia restricciones en la asignación de recursos. Además, favorece que algunos sectores, los más cercanos a los gobernantes, reciban compensaciones mucho más fácilmente que los que están opuestos. El ministro Giordani ha demostrado reiteradamente que la alta inflación es algo que no le preocupa. Que mientras la inflación genere la anarquía que necesita el gobierno para subsistir, los venezolanos no pueden aspirar otra cosa. Todo está muy claro.

Politemas, Tal Cual, 2 de marzo de 2011

La "revolución" por una promesa

La escena es fácilmente imaginable. Ha debido suceder después del mensaje anual del 15 de enero. Allí el Presidente ofreció construir 150.000 viviendas en 2011, y 200.000 en el año 2012. Eso significaba 350.000 en los próximos 22 meses. Mucho más que las construidas por el gobierno en estos doce años.

Dijo el Presidente en la Asamblea Nacional que ese plan era “muy agresivo”. Hasta prometió trabajar junto con gobernadores y alcaldes. Para “levantar” la producción de arena, piedra picada, cemento. El Presidente no se quedó allí. Agregó que se aumentaría la producción de todos los insumos de la construcción. Y para remate anunció la reducción de costos y de precios.

Alguien ha debido explicarle al Presidente que esas 350.000 viviendas era una oferta “difícil” de cumplir. Nadie en su “sano juicio” se enfrenta con el Presidente. El lenguaje debe ser poco preciso. Los asesores se limitan a poner los datos sobre la mesa. De manera que se entendiera que será poco probable que se puedan construir todas esas viviendas en los próximos años.

Quizás algún funcionario del Alto Gobierno le recordó al Presidente que era muy riesgoso que en año electoral la oposición tuviera una meta tan precisa para hacer seguimiento de la gestión. A medida que se acercara la elección presidencial se haría más evidente la desproporción entre la oferta y la realidad. Es obvio que el actual gobierno no podrá aumentar casi diez veces las viviendas que construye por año. Todas las fallas de política imaginable las presenta el gobierno. Una economía que no crece y tiene alta inflación. Un clima de negocios de los peores del mundo. Un deterioro del salario de la población formalizada. Un marco que promueva más bien la economía informal, antítesis para el financiamiento del mercado de viviendas. No hay que ser muy perspicaz para entender que esa promesa era muy peligrosa para el gobierno. Lo pone de frente con la abismal incapacidad que ha demostrado en esta área.

Pero el Presidente no ha debido dar su brazo a torcer. Las razones técnicas de su equipo las ha debido confrontar una a una. Que si viene un aumento de los precios del petróleo. Que con esos recursos se puede financiar la Misión Vivienda. Que la economía se recuperará y por ende se abrirán nuevas posibilidades para involucrar al sector privado.

Y es acá que el Presidente tiene un arrebato de originalidad. Antes que ofrecer viviendas para un período en el cual sería responsable, el Presidente se va de una vez hasta el año 2017. Promete 2 millones de viviendas. Para ser construidas en su “nuevo” gobierno. De manera que se mete de una vez en la campaña electoral y deja sin efecto la anterior promesa. La “revolución” debe estar muy mal para mantenerla con promesas. Lo que no parece creer el Presidente es que sus promesas cada día valen menos, la magia se acabó.

Politemas, Tal Cual, 23 de febrero de 2011

Problema de Estado

Cuando un problema público se convierte en extraordinario, cuando sus consecuencias afectan la vida de más de una generación, estamos en presencia de un problema de Estado. El actual gobierno ha convertido la salud de los venezolanos en un problema de Estado. No es que antes la salud estuviera de mil maravillas. No. Tenía muchas restricciones, es verdad. Pero la naturaleza de tales limitaciones no habían llegado al punto de exigir, quizás como en ninguna época de nuestra historia, un esfuerzo profundo por remediar los enormes desequilibrios que hoy confronta nuestro sistema de salud.

La interpelación realizada el pasado jueves en la Asamblea Nacional puso de relieve, especialmente por las omisiones, las graves fallas de conducción de la salud pública nacional. La primera gran omisión está vinculada con los resultados del sistema de salud. No se mencionó cuáles son los supuestos avances en las condiciones de vida de los venezolanos. Tal omisión expresa lo que es ya una clara constatación. En términos comparados nuestro sistema de salud retrocede en el contexto de la Región. En el área materno-infantil no hemos cumplido las Metas del Milenio, y tampoco estamos en la dirección correcta para cumplirla para el año 2015. El resurgimiento de enfermedades endémicas, como el dengue o la malaria, implica un retroceso de veinte años. En la atención de enfermedades crónicas, como la diabetes y la enfermedad coronaria, ocupamos los últimos lugares. En otras palabras, nuestro sistema de salud tiene uno de los peores desempeños de la Región, especialmente si tomamos en cuenta la cantidad de recursos que ha administrado en los últimos doce años.

Todo lo anterior es maquillado por el gobierno señalando una supuesta atención del 81% en el sistema público. Eso es un gran invento de la propaganda oficial. Para que ello fuera cierto se requiere que toda esa población tenga establecidos los servicios que debe recibir en cada institución pública, y lo más importante, que se le pueda garantizar. En realidad, el 70% de la población no tiene ninguna protección para las contingencias de salud. Viven al azar, literalmente.

Para remate, el actual gobierno ha desmantelado con desastrosas políticas de recursos humanos una gran parte de la capacidad técnica en el sector. Miles de profesionales de todas las áreas han salido del sector público al sector privado o fuera del país. Es una de las más dramáticas pérdidas de recursos humanos sufrida por un país que no haya pasado por una guerra o una gran calamidad natural.

Por todas esas razones, la salud se ha convertido en un problema de Estado. Y es evidente que sus actuales responsables no han entendido la gravedad del daño. Están confundidos ante un paciente que requiere atención compleja e inmediata. Son los “moralistas” de turno.

Politemas, Tal Cual, 16 de febrero de 2011

A la buena de Dios

Para el gobierno actual hasta resultó fácil. Se propuso convencer al país de que la pobreza había sido eliminada en su gestión. Para ello contó con la complacencia de todos los poderes públicos. Luego aprovechó la coyuntura política del 2003-2004 para copiar la estrategia social de Cuba. Más adelante utilizó el auge de los ingresos petroleros para crear decenas de programas, llamados “Misiones”, con claro acento ideológico y de propaganda.

Cuando cesó el “boom” económico y disminuyó la cantidad de recursos para dichos programas, el resultado no se hizo esperar: hoy existe una disminución franca de la cobertura de las Misiones, y no hay certeza de lo que ocurrirá con ellas de prolongarse la actual recesión económica. Sin incluir los problemas de calidad que muchas de ellas presentan.

En esta segunda década del siglo XXI hemos avanzado lo suficiente en el campo de las políticas sociales, para saber que no hay forma de disminuir la pobreza efectivamente que no pase por identificar con exactitud las familias y personas afectadas. Esto es, que para cada una de ellas exista la suficiente cantidad y calidad de información que permita establecer sus riesgos y carencias. Pero más importante, que permita saber si las intervenciones ofrecidas, sean ellas subsidios en especies o en efectivo, o la atención en los sistemas de salud y educación, así como en programas de capacitación laboral, están llegando adecuadamente.

Estos programas ya son un estándar en América Latina. Se conocen con el nombre de transferencias condicionadas. Es decir, las personas o las familias los reciben con la condición de que permanezcan en diferentes servicios. Esa es la razón por la que la División de Desarrollo Social de la CEPAL se propuso organizar una base de datos en línea sobre estos programas de transferencia condicionadas. A finales del año pasado, se anunció la primera información recabada de estos programas. Es por ello que sabemos, entre otras cosas, que estos programas benefician a más de 25 millones de familias (113 millones de personas) en toda la Región. Sabemos que el programa de la Bolsa Familia de Brasil llega a 52 millones de personas, casi la mitad de todos los beneficiarios. En el caso de Oportunidades de México, la población beneficiaria alcanza los 27 millones de personas.

Siendo que Venezuela entra en su tercer año de recesión, y que existe un gobierno “supuestamente” interesado en beneficiar a las familias pobres, las Misiones deberían estar en esa base de datos. Lamentablemente, tal como usted lo imaginaba, ningún programa venezolano aparece en esa base de datos. Las Misiones no califican, según Cepal, como programas de protección social. Los pobres en Venezuela no tienen gobierno que los proteja. Están literalmente a la “buena de Dios”.

Politemas, Tal Cual, 9 de febrero de 2011

La ciencia de la "revolución"

El gobierno de la “revolución bonita” se sinceró con la ciencia. Acabó con los “arrebatos” de sensatez que habían caracterizado su gestión en el área desde que se aprobó la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI) en 2005. Todo volvió al redil. La centralización de las decisiones y la anulación de todo el aprendizaje de los últimos cinco años son los signos centrales de esta decisión “preclara”. La “revolución” recupera un bastión que había descuidado. Y los venezolanos ven alejarse la posibilidad de contar con nuevas maneras de entender la relación entre la academia, la empresa y el gobierno.

La LOCTI de 2005 fue un intento por generar un marco de cooperación moderno entre los actores del sistema nacional de innovación. Se trataba de acercar a las empresas, a los centros académicos, bajo la regulación del gobierno. La experiencia, con sus más y menos, fue positiva. Se abrió un canal para la mejora constante y la posibilidad de vincular directamente la generación del conocimiento con su utilización y con el aumento de la productividad y competitividad de las empresas. Para muchos siempre fue llamativo que tal ley fuera aprobada por esta administración. La nueva ley aprobada en la arremetida de diciembre de 2010 demostró que la dicha duró poco.

El liderazgo de la “revolución”, esto es, el encarnado por el actual Presidente, no puede ser más contrario a los objetivos de la LOCTI del año 2005. Desde 1999 hasta el 2011 el presidente Chávez ha expresado su indiferencia por conceptos como “productividad” y “competitividad”. Más aún, el Presidente no habló de creación de empleos en su discurso de toma de posesión en 1999, pero tampoco lo hizo en su informe anual del 15 de enero. La noción de “riqueza” del Presidente está vinculada al petróleo. Otros conceptos como “calidad” e “innovación” no aparecen ni de casualidad en el léxico presidencial. La “ciencia” del Presidente en 1999 era la militar y la política. Las demás no contaban. En 2011 la utiliza de manera instrumental. Las empresas no existían para el Presidente en 1999, ahora son las empresas del Estado y aquellas que están en la lista para estatizar.

De manera que la aprobación de la LOCTI de 2005, fue más bien el esfuerzo entusiasta de cuerpos técnicos para resolver los problemas estructurales de la ciencia, tecnología e innovación en el país. Quizás con la esperanza de que tal ley lograra remediar la ausencia de una buena política. Es decir, el desarrollo requiere muchas empresas, muchos empleos, y para que eso suceda se necesita crecimiento sostenido, baja inflación, mucha inversión, respeto irrestricto a los derechos de propiedad, para empezar. Todo eso no lo quiere el actual gobierno. Por ello prefirió darle un zarpazo autoritario a la ciencia nacional.

Politemas, Tal Cual, 2 de febrero de 2011

Ministro sin credibilidad

El gobierno decidió anticipar la devaluación. Esperando que la gente se comiera el cuento, los funcionarios responsables aparecieron a pocas horas del final del año. Se trataba de disfrazar la devaluación como “unificación cambiaria”. Confiado en su aparato de propaganda, el propio Presidente le dedicó parte de su columna dominical. Así se aprecian las cosas en el gobierno. Se inventa un cuento, se va a los medios, se suelta el cuento, y se acabó. Con la ingenuidad de que los venezolanos vamos a decir, “¡Ah verdad, se trata de “unificación!”.

El encargado de anunciar la devaluación, con todas sus letras, fue el ministro Giordani. Habría que recordar que éste es el mismo ministro que se ha encargado de la planificación del país en casi todos estos 12 años. Es el mismo ministro que ha elaborado los planes de la nación y coordinado las políticas económicas en este largo período.

Es el mismo ministro, hay que insistir, que dijo a principios del año pasado que la economía iba a crecer, a despecho de la crisis eléctrica. Eso fue a finales de febrero. Señaló que se basaba en ese “cálculo” tomando en cuenta las “inversiones” que haría el gobierno. Se atrevió a decir que íbamos a crecer a 0,5%. No tomemos en cuenta que esa cifra es muy inferior al crecimiento de la población.

Fue el mismo ministro que a principios de septiembre del año pasado anunció que la recesión terminaría en el tercer o cuarto trimestre. Para luego “rematar” el año diciendo que terminaríamos con 0% de “crecimiento”. Cada uno de los “pronósticos” del ministro fue errado, muy distante de lo que sucedió.

Pero resulta que en este gobierno que ya tiene dos años seguidos de recesión en su haber, el ministro sigue despachando, y sin muchas turbaciones que digamos. Es así que se apareció sin rubores el jueves pasado para anunciar a los venezolanos una devaluación de 65% del cambio con el que se compran los alimentos, entre otras “minucias”. Esto es, una economía con la más alta inflación del mundo, con dos años de recesión a cuestas, se enfrenta a una devaluación de esa magnitud. Y he aquí que el ministro nos informa su último “pronóstico”: el año 2011 será de crecimiento económico.

Es evidente que las estimaciones que ha dejado el ministro sufren de la misma falla. Se trata de anteponer los deseos a las realidades. La economía venezolana no crece de manera sostenible porque las políticas implementadas no conducen a ese objetivo. No es posible que se produzca el crecimiento con tal combinación errónea de políticas. Pero lo más pasmoso es no tener la mínima autocrítica para reconocer las deficiencias. Se actúa con tal desfachatez, como si no hubiera registro de sus errores. Como si nadie se hubiera dado cuenta. Tenemos ministros sin credibilidad en un gobierno sin credibilidad. Esa es su función, echar cuentos.

Politemas, Tal Cual, 5 de enero de 2011

miércoles, 19 de octubre de 2011

La "coba" como política

No puede ser de otra manera. La constante utilización de la mentira y la exageración no pueden ser azarosas. El actual gobierno se las ha ingeniado para desaparecer la verdad como fuente de la discusión política. No es que sólo se esconde la verdad, lo cual ya sería bastante grave. Es que se utilizan todos los canales de la maquinaria oficial para difundir mentiras, embustes, como usted lo quiera llamar. Vivimos en el gobierno de la “coba”.

Se puede iniciar por la recopilación de los informes oficiales. Allí se encuentra la utilización de cifras sin mayor sustentación, las menciones de datos provenientes de distintas fuentes, el invento de nuevas formas de medición, la ausencia de información regular. Todas ellas son expresiones de un gobierno que esconde, que usa a conveniencia las fuentes, que evita la verdad.

El problema con el que “cobea” sistemáticamente es que no lleva la cuenta de las mentiras. Entonces, se enreda, dice una cosa hoy y otra mañana. Pero eso no es mayor problema. Porque la “coba” es un fin en si mismo. De manera que no hay mucho prurito por hablar con las cifras o hechos verdaderos. Más de una vez el propio Presidente ha utilizado diferentes cifras de un mismo indicador. Y nadie lo ha visto decir: “estaba equivocado, la cifra exacta es la siguiente...”.

Tanto ha crecido la práctica de cobear que ya se expresa físicamente. De allí el uso de la maqueta. Cuando se quiere dar idea de cómo va a ser un edificio, una urbanización, por ejemplo, se apela a la maqueta. La maqueta puede incluir muchas cobas. Desde los pisos de los edificios hasta el verde de los jardines. Claro, para desmentir una maqueta usted tiene que esperar un tiempo. Pero ya para ese momento habrá otra maqueta de moda. Otra coba, pues.

Y lo más genial de cobear es aparecer con bombos y platillos indicando que en ese terreno se levantará una fábrica. Esto es más elaborado que la práctica de la maqueta. Se necesita un espacio y una construcción. Para decir que en ese mismo sitio se construirán cientos de casas, por ejemplo. Claro, se utiliza el impacto del corto plazo. Que después alguien venga al mismo sitio a verificar el número de casas es algo que no se piensa que pueda pasar. La coba ya se ha consumado. Que otros tengan el trabajo de demostrar que allí no hay casas.

La política de la “coba” tiene su máximo exponente en el Presidente de la República. Todo depende del tema y de la oportunidad. Pero lo más seguro es que diga una coba en cualquier momento. Sin menor empacho. Por ejemplo, hace pocos días dijo que “ahora en Venezuela nadie muere por cáncer”. Antes de decir eso no preguntó, seguramente. Porque justamente esa es la idea de la coba. Inventar. No le importó mucho al Presidente mandar a averiguar. Se hubiera enterado de que en 2008 murieron 19.796 venezolanos por cáncer. Y que desde ese año no hay información oficial. Es el Gran Cobero.

Politemas, Tal Cual, 19 de octubre de 2011

Misiones en extinción

Ya es bastante para un país no contar con una política económica efectiva, que genere crecimiento, con baja inflación, con empleos de calidad. Es bastante preocupante. Lo más dramático es no contar con una política social que sea capaz de preservar las posibilidades de toda la población, pero especialmente la que requiere de instituciones y recursos públicos para desempeñarse adecuadamente.

La política social es sinónimo de atención temprana. El niño que nace hoy en el seno de una familia de escasos recursos, necesita unos buenos cuidados postnatales, que su madre reciba alimentación de calidad durante su lactancia, que estén garantizadas las condiciones para que pueda avanzar sin retrasos en su desarrollo. Para todo ello se requiere una efectiva institucionalidad pública, servicios de salud, educación, nutrición, transporte, agua, en fin. Para millones de venezolanos salir de la pobreza no será posible sin el concurso de un Estado capaz, que sepa discriminar las necesidades de la población en condiciones más adversas.

Las “Misiones” de la actual administración fueron respuestas tardías, ideologizadas y de propaganda. Con su aparición se quiso borrar los primeros años de gobierno en los cuales no se tuvo mucha idea de la política social. Unas reuniones en La Habana y la caída de popularidad ocasionaron que se diera inicio a la creación de casi una treintena de Misiones. Aprovechando el “boom” de mediados de la pasada década y el indudable éxito político que significaron, las Misiones pasaron a ser una pieza central de las políticas de la actual administración. Poco valió que muchas de ellas no tuvieran objetivos definidos, y que no fueran capaces de reportar la cobertura real, ni que la calidad de los servicios fuera decreciente.

Valga señalar que en la mejor de las épocas, los beneficios de las Misiones no llegaron al 40% de las personas en los estratos más pobres de la población. La cobertura de los servicios, manejada de forma politizada y sin criterios estrictamente técnicos, trajo como consecuencia un deterioro paulatino del financiamiento y calidad de estos programas. Hasta el punto que muchos de ellos, según encuestas de opinión pública, tienen casi 20% menos de cobertura. Incluso las más utilizadas, Barrio Adentro y Mercal, presentan coberturas menores al 30%, con evidentes muestras de deterioro y bajo desempeño.

No es de extrañar, entonces, que el tema de las Misiones prácticamente desapareciera de la Memoria y Cuenta del Presidente. No nombró la palabra una sola vez. Pocos días después dijo que las “relanzaría”. Lo cierto es que el país tiene más de una década sin un adecuado sistema de protección social. Desastroso cuando hay caída de ingresos y desempleo. En la “revolución bonita”, la política social es una completa quimera.

Politemas, Tal Cual, 26 de enero de 2011

Incompetencia de la buena

En 2008 murieron más de 130.000 venezolanos por todas las causas. Millones de personas consultan todos los años por problemas de salud agudos y crónicos. Para cada uno de ellos se requiere un sistema de salud que de respuestas oportunas, adecuadas, de calidad. Esa es la función que deben cumplir los responsables de la gestión de la salud pública.

Enfrentar los problemas de salud requiere conocimiento, destrezas, habilidades. Es por ello que las políticas de salud son complejas, lo que está en juego es literalmente la vida y la salud de las personas. No es el escenario para la improvisación y el invento. Esa es la teoría. La actual administración se ha encargado de demostrar que es posible empeorar cada año, que la incompetencia no tiene límites.

Todo ello es más grave en un gobierno que lleva doce años y que ha administrado cientos de miles de millones de dólares. Los malos resultados de esa gestión están a la vista. Enfermedades comunes de los venezolanos han quedado sin atención. Aquellas que requieren menos intervenciones tecnológicas, que son fáciles de evitar, que afectan a la población más vulnerable, son justamente aquellas en las cuales hay resultados muy pobres. Valga citar el caso de las enfermedades materno-infantiles. Casi el 50% de las muertes en menores de un año se hubiera podido evitar con servicios adecuados, con control prenatal, con agua y saneamiento, con información a la comunidad. Se trató de más de 4.000 niños que pudieron ser salvados de morir en el año 2008, último con información oficial disponible. Como consecuencia, Venezuela retrocedió tres puestos (del 8 al 11) cuando comparamos los países de América con este indicador.

No solamente las enfermedades agudas. También en aquellas que tiene larga evolución, como el cáncer. Y entre ellos uno que es especialmente prevenible, el de cuello uterino. Ninguna mujer debería morir por cáncer de cuello uterino. Se debe diagnosticar a tiempo y luego se puede curar. En el 100% de los casos. Las mujeres que mueren por esta causa sencillamente estuvieron fuera del sistema de salud, nadie se preocupó por ellas. En el año 2008 la probabilidad de morir por cáncer de cuello uterino aumentó 11% en las mujeres entre 40 y 44 años cuando comparamos con lo que pasaba en el año 2000. Y en el caso de las mujeres entre 50 y 54 años aumentó 15%.

El actual gobierno ha sido muy incapaz para resolver los problemas cotidianos de la salud de los venezolanos. No ha podido con las cosas sencillas, mucho menos con las complejas. Ha sido incompetente en aquellas actividades en las que el país había logrado acumular éxitos. Mucho más incompetente en las que requieren nuevas ideas llevadas a la práctica. La actual administración ha demostrado que no la detiene nadie cuando se trata de empeorar la salud de los venezolanos.

Politemas, Tal Cual, 24 de agosto de 2011

La peor economía de la Región

El presidente Chávez debe estar buscando un anuncio muy desesperado para desviar la atención en su mensaje anual a la Asamblea Nacional. Algo que le permita esquivar un punto central de su informe al país. Nada más y nada menos que el estado de la economía. Es un examen que el gobierno no pasa ni de casualidad.

La economía venezolana entra probablemente en su tercer año de recesión. Luego de la devaluación anunciada a finales del año pasado, se ha señalado en los ámbitos especializados que las posibilidades de crecimiento para el 2011 se han literalmente esfumado. Eso significa que la economía venezolana es la única de toda la Región de América Latina y el Caribe (de un total de 32 países) que no tiene perspectivas de crecimiento para este año. Repetimos, la única. Tal estimación contrasta frontalmente con los crecimientos esperados para países como Perú, República Dominicana, Panamá (cercanos o mayores a 6%). En la clase de los países de la región, en la materia de crecimiento, Venezuela ocupa el último lugar.

Pasemos a la segunda materia: la inflación. La cifra reportada por el BCV (27,2%) es la más alta de la Región. Más del doble de la inflación que presentan Argentina y Jamaica, que son las que presentan dos dígitos. Todas las demás tienen un dígito, y algunas de ellas (Perú, Chile, Bolivia) menos de 2% (lo que en Venezuela tenemos a veces en un mes).

Esta situación de recesión económica e inflación es nuevamente la única de la Región. La política económica de la “revolución bonita” nos ha llevado al lugar menos deseado: sin crecimiento, con alta inflación. Todo lo cual significa empobrecimiento persistente de las familias. Menos posibilidades de empleo, en muchos casos desempleo, en un contexto de escasez y altos precios. Es, según los teóricos del actual gobierno, “el tránsito requerido para la suprema felicidad social”.

En caso de que el Presidente esté pensando acudir al argumento de que estos son tiempos malos, pero que hemos tenido mejores en años recientes, y de que ya volverán las “buenas épocas”, es conveniente precisar que en los 12 años de la gestión actual, el crecimiento de la economía venezolana ha sido mediocre. Apenas 2,6% es el promedio de crecimiento anual en el período. Ocupamos el lugar 19 en la tasa de crecimiento en la Región. Y en inflación también destacamos negativamente. Tenemos una inflación anual promedio de 25%, la más alta de la Región.

El presidente Chávez se presenta a su discurso anual habiendo realizado la gestión económica más incompetente en todo el hemisferio occidental en los últimos doce años. Las evidencias son palmarias. Pero más que eso es la insatisfacción y la decepción que el actual gobierno ha llevado a millones de hogares. El actual gobierno aleja a los ciudadanos del bienestar, sus políticas están equivocadas, es de lo peor.

Politemas, Tal Cual, 12 de enero de 2011

domingo, 16 de octubre de 2011

Cuando el diagnóstico llega tarde

La efectividad de un sistema de salud se mide cada día más por la capacidad de anticipar. Es decir, prevenir lo más rápidamente posible los efectos en las personas. Se trata de evitar tanto las muertes como las enfermedades. En Venezuela tuvimos en 2008 (último año de información oficial disponible),  más de 133.000 muertes por todas las causas. En ese gran total se contabilizaron 1.218 muertes por cáncer de cuello uterino. Todas ellas han podido evitarse.

La muerte por cáncer de cuello uterino es cada día más evitable. El tiempo que transcurre entre la aparición de una lesión superficial en el cuello uterino y la afectación más profunda es casi 15 años. Es decir, si cada mujer asistiera con regularidad a realizarse el despistaje del cáncer de cuello uterino, conocido como citología cervical o Papanicolau, se podría identificar en todos los casos la lesión, y proceder con el tratamiento precoz.

El 100% de las mujeres que son diagnosticadas con una lesión incipiente de cáncer cervical, pueden ser curadas completamente. Para ello deben recibir el tratamiento adecuado. Si el diagnóstico se produce en fases más avanzadas de la lesión cancerosa, entonces la posibilidad de curación empieza a decrecer. De manera que la pregunta central es, ¿por qué 1.218 mujeres murieron en 2008 por esta causa cuando es completamente prevenible?

La respuesta a esa pregunta dice mucho de la situación del sistema de salud. Todas esas mujeres no recibieron los servicios de diagnóstico con la debida anticipación. Probablemente, muchas de ellas no fueron atendidas en un servicio de salud. Quizás tuvieron sus partos sin el control prenatal, y por consiguiente no tuvieron la oportunidad de realizarse la citología cervical. En esas condiciones, la progresión de la lesión avanzó a formas de menor posibilidad de curación.  En el grupo de mujeres entre 40 y 44 años, la mortalidad por cáncer de cuello uterino aumentó 11% entre 2000 y 2008.  En el grupo entre 50 y 54 años, aumentó 15%.

Todo lo anterior evidencia con claridad que nuestro sistema de salud está muy lejos de cumplir con sus funciones centrales. Es inadmisible que una patología que puede ser diagnosticada y tratada con una cantidad razonable de recursos, esté aumentando en frecuencia y probablemente en severidad. Todas las acciones de prevención y anticipación no son cumplidas.

Lo que ocurre con el cáncer de cuello uterino es apenas una muestra de lo que debe estar ocurriendo con problemas de salud de mayor complejidad, y con menos posibilidades de prevención y curación. Si no podemos con lo sencillo, mucho menos con lo complicado. De allí que la gerencia general del sistema se vería muy beneficiada con una mayor dosis de definición de los problemas reales, de la estimación de las posibilidades de detección, y especialmente, de identificar los riesgos de personas y familias con mayor precisión. Sólo así es posible resolver problemas sencillos en teoría, pero que requieren una gran dosis de organización y trabajo sistemático.

De no producirse esos cambios, una gran parte de la mortalidad del país seguirá siendo injustificada, agravando la desigualdad en el acceso a los servicios, y aumentando el sufrimiento de personas y familias.

Columna de Acuerdo Social, Últimas Noticias, 16 de octubre de 2011

Cuba es el peor lugar

Esto de la propaganda funciona. Los cubanos han explotado con toda intensidad el mito de que tienen uno de los mejores sistemas de salud del mundo. Basados en sus éxitos en la salud infantil, porque en la materna lo que tienen es retrocesos, y en el control del dengue, han vendido la idea de que todo allá funciona a las mil maravillas.

En las últimas semanas, con la hospitalización en La Habana del presidente Chávez, los sistemas de información de ambos países han contribuido a reforzar la idea. Si el Presidente se fue a tratar en Cuba un cáncer, es porque allá todo debe ser mejor. Para remate, se oye al Presidente decir a diestra y siniestra que no ha podido caer en mejores manos. Y si hasta la Presidenta de Argentina expresa su regocijo por la medicina cubana, mucha gente puede terminar por creerlo.

Pero no. La realidad siempre es más contundente que cualquier truco publicitario. Si queremos saber en qué país se tienen las mejores posibilidades de enfrentar con éxito la reducción de las muertes por cáncer, para la población general, hay que tener las cifras. Y en este caso al organismo que las suministra se le puede decir de todo, menos que es enemigo del gobierno cubano.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) tiene sus “debilidades” por el actual gobierno cubano. Baste nombrar la publicación realizada en nuestro país hace pocos años en la cual se alababa de manera poco científica las bondades de Barrio Adentro. Hasta el punto que un grupo de reconocidos especialistas venezolanos tuvieron que dirigir una comunicación a la Directora de la OPS en la cual evidenciaban la cantidad de irregularidades técnicas que plagaban la publicación.

Con las cifras oficiales de la OPS, disponibles de manera abierta en su sitio web, se constata que la mortalidad por cáncer en Cuba aumentó casi 20% entre 1995 y 2006 (último año de información para todos los países de la Región). Este es el aumento más grande registrado en todos los países en dicho período. La tasa de mortalidad por cáncer en Cuba pasó de 115 muertes por cada 100.000 habitantes a 136,8. En países como Costa Rica y Chile la tasa de mortalidad por cáncer disminuyó 5 y 11%. En Venezuela también aumentó pero la mitad de lo que aumentó en Cuba. Por otra parte, Cuba tiene la tasa de mortalidad por cáncer más alta en todos los países de América Latina. Y también es más alta que la de Estados Unidos y Canadá.

Es evidente por lo anterior que la “magia” del sistema de salud cubano ha “encantado” a la plana mayor del gobierno venezolano. La propaganda y la ideología aceptada pasivamente han hecho su trabajo. Hasta el punto de llegar a creer que la salud de sus jerarcas está bien resguardada en “el mar de la felicidad”. Deberían ser un poco más críticos. Utilizar la información existente. En realidad, el peor lugar para curarse es Cuba.

Politemas, Tal Cual, 13 de julio de 2011