sábado, 9 de marzo de 2019

El futuro según el Maestro Puigbó

Cuando Platón fundó la Academia de Atenas tenía la mirada puesta en el futuro. Su intención era crear un espacio dedicado a la educación y la investigación. Allí vendrían entonces discípulos para convertirse en filósofos que tendrían posición de autoridad en el manejo de los asuntos de la “polis”. En palabras de hoy, la Academia era el espacio para la formación de aquellos que estuvieran relacionados con el gobierno de la sociedad, para aquellos que tuvieran que construir el futuro. Es por ello que esa Academia original es la precursora de las universidades y de la preocupación por el porvenir de los países. 

Juan José Puigbó, conocido como el Maestro Puigbó, dedicó su vida a vincular su actividad profesional y académica con la construcción de futuro. Sus contribuciones a la ciencia venezolana son extraordinarias y abarcan muchas áreas. Combinó una notable formación en Venezuela, egresado de la UCV como Doctor en Ciencias Médicas Summa Cum Laude en 1948, con formación de postgrado en el Instituto Nacional de Cardiología de México, en la Universidad de Columbia, en el Presbyterian Hospital de Filadelfia, en el Instituto Karolinska de Estocolmo, y en el Hospital de Niños de Houston. 

Con esos conocimientos y experiencias, el Maestró Puigbó participó en la creación de instituciones de gran relevancia para la salud de los venezolanos, entre ellas, la Cátedra y el Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Caracas, la Sociedad Venezolana de Cardiología, la Sociedad Venezolana de Medicina Interna. También fue pionero en los estudios de la patología cardiovascular en el país, así como Jefe de Preparación del Personal de la División de Enfermedades Cardiovasculares del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS). Fue posteriormente Presidente de la Academia Nacional de Medicina y de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina. En reconocimiento a sus extraordinarios logros, la Red de Sociedades Científicas Venezolanas le confirió en 2013 el Premio a la Excelencia Médica, Mención Consenso Nacional. 

Conocí al Maestro Puigbó inicialmente por sus clases en el Hospital Universitario de Caracas. También por el libro que utilizamos en las pasantías de cardiología. En nuestros tiempos de estudiantes a principios de los ochenta ya era una figura de referencia. Tuve la fortuna de conocerlo mucho más en las reuniones semanales de la Academia Nacional de Medicina desde hace pocos años. Tenía la virtud de generar confianza, de hacer sentir bien a los que estaban en su presencia, de trato afable, compañero, del mismo equipo. Su saludo siempre expresaba cercanía. Sus intervenciones en las reuniones apuntaban a detalles y preguntas que sugerían pistas para seguir la indagación. 

A mediados de 2016, la Junta Directiva de la Academia Nacional de Medicina designó una Comisión de Investigaciones, coordinada por el Maestro Puigbó. En la Comisión compartimos con Antonio Clemente Heimerdinger, Rafael Apitz-Castro, Horacio Vanegas, Mauricio Goihman, José Ramón Poleo, Nicolás Bianco y Mariano Fernández. Recuerdo que en la primera reunión de la Comisión, nos pidió que expresáramos las ideas sobre las líneas de investigación que debía proponer la Academia. Después que todos habíamos dado nuestra opinión, Puigbó fue incorporando esas ideas en unas notas que había preparado para la reunión. En esa intervención de aquella mañana en la Academia, Puigbó condensó los temas de investigación que deberían ser asumidos para mejorar las condiciones de salud de los venezolanos para la segunda mitad del siglo XXI. En esas notas, Puigbó integró una agenda de investigación para el futuro. Habrá que volver a esas notas. 

Unos meses después, a mediados de 2017, el Maestro Puigbó hizo una presentación en la Academia sobre la importancia de la Biblioteca de Alejandría para la civilización occidental. Explicó en detalle la forma en la que se vinculaba la investigación con la biblioteca, los grupos que participaban, la importancia de la confluencia de disciplinas, la necesidad de conectar el pasado con la ciencia del futuro, la urgencia de acometer los retos del conocimiento con espacios privilegiados para la creación y el debate. Hablar de la Biblioteca de Alejandría en la cruda realidad de nuestro país fue, sin dudas, fue un tremendo argumento a favor del futuro, a favor del conocimiento. 

En la agenda de la sesión de la Academia del 31 de mayo de 2018, apareció el título de una conferencia que el Maestro Puigbó compartió con Harry Acquatella, también Individuo de Número y ex Presidente de la corporación: “La imagenología cardiovascular: una mirada al futuro”. El título es llamativo en cualquier circunstancia, pero lo era más cuando ya para ese momento Puigbó tenía poco más de 93 años. Muestra de que el futuro no tiene las restricciones de la edad. El futuro no tiene límites. Pocos meses después en la Gaceta Médica de Caracas, publicación de la Academia Nacional de Medicina, apareció el trabajo de ambos autores: “Breve reseña de la imagenología cardiovascular actual: una mirada al futuro”. La frase final del trabajo encierra toda una perspectiva: “En síntesis el futuro es muy promisorio por los avances del proceso imageneológico, con el beneficio para los pacientes y la posibilidad de resolver los problemas de la gran repercusión cardiovascular.” 

Venezuela, terminando ya la segunda década del siglo XXI, confronta la peor crisis de salud de su historia. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de mortalidad para los venezolanos. Acometer los cambios necesarios, requerirá tomar muy en cuenta las enseñanzas del Maestro Puigbó. Especialmente esa que expresa que el futuro se construye, el pasado ya es historia. Su compromiso por promover mejores condiciones para la atención de las enfermedades cardiovasculares en Venezuela se concretó en instituciones que hoy forman parte del acervo de la salud del país. Pero la influencia del Maestro Puigbó va más allá. La sociedad del conocimiento que debe ser Venezuela solo será posible cuando compartamos la visión de pionero que impulsó Puigbó toda su vida. El futuro de los venezolanos se concreta en la medida que seamos capaces de desafiar lo establecido, lo rutinario. Desde esa perspectiva, habrá que volver al Maestro Puigbó, para tener referencias e inspiración. En la aventura del futuro contaremos con su aporte. Muchas gracias, Maestro, lo vamos a extrañar.

Politemas, Tal Cual, 6 de marzo de 2019

lunes, 4 de marzo de 2019

Así se superó la larga recesión de Croacia

Ya está concluyendo el segundo mes del año. Cada día que pase sin la aprobación de medidas para enfrentar efectivamente la hiperinflación y la recesión, aumentan las probabilidades de que en este año tampoco se recupere el crecimiento en Venezuela. 

Si se da ese lamentable escenario, el país alcanzaría seis años seguidos de recesión e ingresaría al grupo de siete países con ese récord tan poco envidiable. En ese grupo solo la República Democrática del Congo también experimentó hiperinflación (a principios de los años noventa del siglo pasado). Todavía ese país no ha recuperado el PIB per cápita que tenía el año antes del inicio de la recesión (1988). Por ello conviene revisar la experiencia de los países que han tenido éxito en superar seis años de recesión. Estas lecciones pueden ser tomadas en cuenta para los cambios que deberán implementarse en Venezuela, especialmente porque podríamos tener la recesión más profunda de estos países. 

En este grupo, el país más exitoso para recuperar el PIB per cápita del año previo a la recesión ha sido Croacia. La recesión croata se extendió desde 2009 a 2014. El promedio de caída anual de la actividad económica en el período fue 2%, es decir, seis veces menos de lo que podría ser el promedio de reducción en Venezuela. Ya en 2016 el PIB per cápita de Croacia había regresado al valor del año 2008 (año previo a la recesión). 

Son evidentes las diferencias entre Croacia y Venezuela, las cuales se expresan también en las recesiones experimentadas. En primer lugar, la de Venezuela ha sido más profunda y causada por una severa destrucción de capacidad productiva. Un segundo aspecto está relacionado con las diferentes estructuras productivas: Croatia es un país con mayor nivel de diversificación económica que Venezuela, es decir, con posibilidades más amplias de creación de valor. 

Explicar entonces las causas de la recesión en Croatia, supone identificar rasgos particulares de la estructura productiva y asociarlos con las condiciones propias de Venezuela. Un primer aspecto a destacar es que en Croacia se produjo una guerra por la independencia de cuatro años de duración (entre 1991 y 1995). El sistema económico resultante después de la guerra, conservaba las restricciones de los países con planificación central, y en particular, las distorsiones del mercado laboral con beneficios, incluyendo las pensiones, por encima de las reales posibilidades fiscales. Aparte de ello, muchas de las empresas eran públicas con bajos incentivos para funcionar en entornos exigentes. Por otra parte, las exportaciones de Croacia se realizaban a países que también eran menos competitivos. Como consecuencia de estos factores, todos de naturaleza estructural, la economía croata entró en una fase de decrecimiento en 2009, la cual se prolongó por los siguientes seis años. 

Vistas estas condiciones de la economía croata, resulta claro que la solución de la recesión debía basarse en una transformación sustancial. Un primer aspecto que recibió atención fue la promoción de incentivos para la exportación. Dentro de ellos estuvo la aprobación de disposiciones legales para aumentar la inversión en el país, tanto en el sector público como en el privado. Esto se acompañó con un programa de privatizaciones de empresas del sector público. También se aprobaron medidas para aumentar la flexibilidad del mercado laboral, así como la reforma de los beneficios de protección social. A estos últimos se le colocó un tope con respecto al salario mínimo. La orientación de estas reformas laborales y de protección social fue estimular la creación y ampliación del empleo. 

Como resultado de estas reformas, desde 2015 la economía croata experimenta un período de crecimiento, pronosticado hasta 2023 por el FMI. Dentro de los factores relacionados con este crecimiento se encuentra el aumento del consumo privado, el incremento de las exportaciones, aunque todavía muy dependientes del turismo, así como la disminución del déficit del sector público. Si en los próximos años se mantienen estos avances y se fortalece la diversificación productiva, la sostenibilidad de estos cambios será aún mayor. 

La trayectoria de Croacia ilustra que el diferimiento de los cambios estructurales trae su precio. En ese caso, fue la generación de una recesión de seis años. Para Venezuela los aprendizajes son muy relevantes, En primer lugar, especialmente por lo notorio que ha sido no contar con ello, se encuentra la prioridad a la exportación de bienes con un nivel creciente de diversificación. No se trata solamente de la preponderancia del petróleo, es la preocupación cada vez mayor por consolidar múltiples áreas de producción. Un segundo aspecto está vinculado con las reformas que se deben implementar para aumentar la flexibilidad del mercado de trabajo, con el objetivo de favorecer la instalación de empresas o la transformación de muchas de ellas. En tercer lugar, la experiencia de Croacia indica que la sostenibilidad del progreso supone contar con la estrategia y los recursos para aumentar la calidad y diversidad de bienes y servicios atractivos en el mercado internacional. Croacia demostró que salir de una recesión de manera sostenible no puede conllevar una visión de corto plazo.

Politemas, Tal Cual, 27 de febrero de 2019

domingo, 3 de marzo de 2019

Así superó Guyana la destrucción del "socialismo cooperativo"

No hay que ir muy lejos. Se puede aprender de la experiencia de países vecinos cuando se trata de cambios en la orientación de las sociedades. Guyana y Venezuela son países muy diferentes. En todos los planos, histórico, cultural, político, económico, social, solo por decir algunos. Comparten el hecho de ser países caribeños, tropicales, pero con muchas diferencias. Vale señalar, solo como ejemplo, que la población de Guyana todavía no alcanza el millón de habitantes comparado con los casi 32 millones de Venezuela. Sin embargo, existen similitudes que cobran especial relevancia ante el avance de la catástrofe social y económica que afecta a los venezolanos. 

Hasta la fecha, Guyana y Venezuela son de los pocos países que han sufrido recesiones de cinco años de duración. Aunque ya la recesión venezolana se encuentra en el sexto año, esperemos que no sea así cuando cierre 2019. A pesar de tener la misma duración, la profundidad de ambas recesiones es muy diferente. La recesión de Guyana se inició en 1986 y concluyó en 1990. El promedio de reducción del PIB per cápita en esos años fue 2,86%, casi cuatro veces menos que el promedio de la caída de la actividad en la recesión de Venezuela entre 2014 y 2018. De hecho, la recesión de Venezuela, en términos de la proporción de pérdida del PIB, es una de las más grandes de la historia. Y de tener una caída de 7% en este año, la recesión de Venezuela sería la más profunda. Con todas esas letras. 

También es muy diferente en ambas recesiones la evolución de la tasa de inflación. En Guyana la máxima tasa de inflación ocurrió en 1989 (exactamente 89,5%). Venezuela, al contrario, ya tiene casi 16 meses en hiperinflación. En el último mes de la hiperinflación, los precios han aumentado más del doble de lo que aumentaron en el año completo de la peor inflación en la recesión de Guyana. 

Ahora bien, lo que si comparten ambas recesiones es el origen. Guyana era uno de los países caribeños con mayor desarrollo cuando alcanzó la independencia en 1966. Hasta 1988 se implementó en el país el llamado “socialismo cooperativo”, el cual consistió en que el Estado fue asumiendo empresas y servicios que se encontraban en manos privadas. Se nacionalizaron las empresas de azúcar, bauxita, así como medios de comunicación y transporte. En 1988 el gobierno de Guyana controlaba el 80% del comercio y el 85% de la inversión del país. Las pocas empresas privadas que quedaron fueron afectadas con elevados impuestos. 

La “idea” del “socialismo cooperativo” era construir un Estado que alimentara, vistiera y le diera vivienda a toda la población. Así de simple. Para ello se implementaron las medidas económicas “clásicas” de este tipo de visiones: control de precios, control de divisas, sobrevaluación de la tasa de cambio, endeudamiento sin freno del gobierno. Y como corolario político, se tomaron medidas contra las libertades de expresión y participación. El lector tiene suficientes elementos para encontrar los parecidos con Venezuela. 

Como consecuencia de estas grandes “ideas”, Guyana perdió la mitad del PIB per cápita entre 1966 y 1988. Hasta el punto que no tenía recursos para pagar la deuda externa en ese último año. Para salir de este inmenso atolladero, producto de las políticas públicas equivocadas, Guyana emprende en 1988 el Programa de Recuperación Económica (PRE). Este programa estableció como objetivo la transformación de Guyana en una economía abierta y moderna. Para ello se estableció un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), apoyado por el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo del Caribe, y una alianza de donantes bilaterales. 

Bajo este programa se eliminaron los controles de precios, se estableció un régimen de cambio unificado y de libre mercado, se redujeron los aranceles de importación. También se introdujeron reformas en el empleo del sector público y en el sistema impositivo. Un amplio programa de privatizaciones permitió transferir muchas empresas del sector público. Se fortaleció la inversión pública en servicios e infraestructura. También se incluyó un programa para reducir el impacto social de las medidas. El dinero aportado por los donantes bilaterales permitió pagar compromisos multilaterales y renegociar la deuda externa. Como resultado de estas políticas públicas, Guyana pudo recuperar el crecimiento económico hasta el punto que fue 7% promedio anual entre 1991 y 1997. Dos años después del último año de recesión, Guyana igualó el PIB per cápita previo al período de estancamiento. La reactivación económica fue de especial significación en la agricultura, minería, y la manufactura. 

Tres lecciones de la experiencia de Guyana son de especial relevancia para las medidas que deberán tomarse en Venezuela para superar la catástrofe económica y social en curso. En primer lugar, a diferencia de lo sucedido en Guyana, el programa de estabilización debe generar crecimiento económico (en los dos primeros años del programa en Guyana se mantuvo la recesión). La segunda lección deriva de las medidas de protección social. En Venezuela deben ser de mayores proporciones y ejecutarse desde el primer momento. El tercer aspecto es la orientación general de la modernización económica. En Guyana las limitaciones en la diversificación productiva ocasionaron que el crecimiento se haya reducido en la última década. En Venezuela, la adopción de una orientación hacia la diversificación, esto es, hacia la construcción de una sociedad del conocimiento, puede permitir que la transformación sea sostenible y generadora del mayor bienestar posible para los venezolanos en las próximas décadas.

Politemas, Tal Cual, 20 de febrero de 2019

sábado, 2 de marzo de 2019

¿En cuánto tiempo se recupera esta catástrofe económica?

La sociedad venezolana avanza, esperemos que sea lo más rápido posible, hacia la coyuntura de un nuevo rumbo, una orientación totalmente diferente. En ese rumbo, el objetivo debería ser alcanzar el máximo nivel de democracia y bienestar. En consecuencia, debe ser una dirección diferente a la creencia de que basta producir y vender petróleo. Ya eso no es viable. Tampoco lo era hace veinte años. Y, sin embargo, ya vemos los resultados de no haber cambiado. 

Es importante saber en cuánto tiempo es posible revertir esta inmensa catástrofe económica. En primer lugar, porque la sociedad debe saber las posibilidades y las restricciones. Conocer las posibilidades permite ser realista, pero también más exigente. Y conocer las restricciones facilita anticipar los aspectos que deben considerarse, tomar las medidas adecuadas, evitar los errores cometidos por otros. Y en segundo lugar, porque el liderazgo, especialmente el político, debe transmitir esas posibilidades, ejercer el rol informativo y motivacional que se requiere. 

Para estimar lo que es posible y lo que será más complicado, es útil la experiencia de otros países. De esa manera se puede aprender, de los éxitos y de los fracasos. Es por ello necesario comparar con las experiencias pasadas. Siempre diferentes, por supuesto, pero valiosas para el aprendizaje. 

Asumamos inicialmente que Venezuela, por efecto de políticas diferentes que se empiecen a aplicar en este año, evita el crecimiento negativo en 2019 (ya pronosticado de seguir el rumbo actual de políticas). En ese caso, la economía venezolana tendría cinco años sin crecimiento (2014-2018), el último de ellos en hiperinflación. Esto significa que Venezuela se uniría al grupo de seis países que en los últimos cuarenta años han experimentado recesiones de cinco años, según el FMI. En este grupo, Sierra Leona tuvo la mayor caída de actividad económica (promedio de 12,27% en los cinco años de recesión). El segundo lo ocuparía Venezuela, con una caída de 11,71% promedio. 

Si consideramos que la superación de la caída económica, se produce en el año que se alcanza la capacidad de compra anterior al inicio de la recesión (en dólares de poder de compra, PPP per cápita), el país más exitoso en este grupo ha sido Guyana al lograr recuperar el PIB per cápita previo a la recesión en dos años. Esto es, el PIB per cápita era 3.360 dólares en 1985. En 1986 se inicia la recesión y termina en 1990. En 1992 el PIB per cápita superó al de 1985 (3.393 dólares). Se debe señalar que la recesión de Guyana alcanzó un promedio de caída económica de 2,86% (casi cuatro veces menos que la de Venezuela). Esa es la noticia buena, aunque debe resaltarse que no solo la recesión de Guyana fue menos profunda que la de Venezuela, tampoco tuvo hiperinflación. Los restantes países de este grupo llevaron mucho más tiempo para la recuperación. En Turkmenistán y Bolivia, por ejemplo, ambos países con hiperinflación, la recuperación llevó 15 y 18 años, respectivamente. 

Ahora, asumamos un escenario más crítico. Esto es, que el FMI tenga razón y este año también Venezuela tenga una caída económica de 5%. En ese caso, sería una recesión con una duración de seis años. Acá el escenario es más complicado. Croacia pudo recuperar el PIB per cápita previo a la recesión en tres años. Los otros cinco países tardaron más de diez años. En el caso de la República Democrática del Congo se podría llevar más de 30 años (el único país con hiperinflación en el grupo). 

La experiencia comparada demuestra que no es imposible superar una recesión tan larga en pocos años. Se requiere tener las políticas adecuadas para hacerlo en el menor tiempo posible y con el menor costo, así como el liderazgo con los equipos humanos y las condiciones institucionales necesarias. Desde esa perspectiva, si Venezuela tuviera esos requerimientos, ¡y claro que los puede tener!, podríamos recuperar en 2021 el PIB per cápita que teníamos en 2013. Y de allí queda más cerca recuperar el PIB per cápita que teníamos en 1980 (poco menos de 300 dólares). Lo que está claro es que la vía más viable para alcanzar esa sinergia es que Venezuela se enrumbe a constituirse en una sociedad de conocimiento. Es factible, es cuestión de que exista la orientación del liderazgo y la disposición colectiva. Construyamos con decisión un acuerdo de esa naturaleza que marque un rumbo diferente para los venezolanos.

Politemas, Tal Cual, 13 de febrero de 2019

viernes, 1 de marzo de 2019

Hacia la peor recesión del mundo

La magnitud de la hecatombe económica ya es padecida por casi todos los venezolanos. Ha afectado la vida cotidiana: falta de alimentos y de medicinas, hiperinflación desde hace quince meses con pronóstico de 10.000.000% para 2019, migración de millones de personas, empobrecimiento, máxima desprotección social histórica, entre otros efectos. La crisis crece día a día en proporciones nunca imaginadas dentro y fuera del país. Que esta debacle ocurra a finales de la segunda década del siglo XXI, es toda una manifestación del deterioro institucional que ha experimentado Venezuela. 

Ahora bien, las dimensiones de esta crisis, ya superlativa, deben estar presentes, es necesario que sean apreciadas en sus proporciones. Porque deben ser, por una parte, un llamado a tomar las medidas urgentes que se requieren. Cada día sin las opciones adecuadas, hace más difícil la reversión de esta situación. Por otra parte, conocer el tamaño de esta calamidad debe estar en el centro de la estrategia que se debe implementar. De esa forma se podrán tomar las decisiones que controlen rápidamente los daños ocasionados. También se deberá ganar tiempo al tiempo y favorecer que el país pueda salir de estos efectos negativos lo más pronto posible. 

La recesión de Venezuela se encuentra en su sexto año consecutivo, esto es, desde 2014 hasta la fecha. A partir de 1980, de acuerdo con el FMI, veinte países del mundo han padecido recesiones de al menos cinco años de duración. Solo en uno de ellos, República Democrática del Congo, se produjeron dos períodos de recesión (de seis años en cada caso). 

Hasta la fecha, sin consideramos el período 2014-2018, la recesión de Venezuela es la tercera en intensidad. Esto es, el promedio de caída de la actividad económica en el período es 11,71%. Es decir, en promedio todos estos años la economía venezolana ha decrecido casi 12%. Solo la recesión de Ucrania (en el período comprendido entre 1993 y 1997), y la de Sierra Leona (entre 1995 y 1999), tuvieron un promedio mayor de decrecimiento económico. En Ucrania el promedio de caída fue 12,57% (la mayor registrada), y en Sierra Leona fue 12,27%. Para tener una idea de estas magnitudes, se puede señalar que la Gran Depresión (1929-1933) tuvo una duración de cinco años y un promedio de decrecimiento de 9,1%. 

Lo más preocupante es que si se prolonga la recesión en 2019, y se cumple el pronóstico de caída económica del FMI de 5%, la recesión de seis años de Venezuela sería la segunda más profunda de la historia. Ahora bien, si la caída es de 7%, entonces la recesión de Venezuela sería la más profunda de la historia en los países que han padecido recesiones de al menos seis años. 

El panorama de un país sometido a una destrucción económica de estas proporciones debe tener efecto en la calidad de las políticas públicas requeridas. Deben ser políticas de la mayor efectividad en condiciones institucionales complejas y con financiamiento adecuado. La ausencia de estas condiciones impondrá más sufrimiento a los venezolanos. En vital recuperar el crecimiento lo más pronto posible y tomar las medidas pertinentes para que esta calamidad no ocurra nunca más.

Politemas, Tal Cual, 6 de febrero de 2019