jueves, 31 de octubre de 2019

Sobre la coherencia de crecer y reducir la desigualdad

En años recientes la coherencia de políticas públicas ha cobrado más importancia. En la práctica de los países, se constatan muchos ejemplos de políticas que no son coherentes, es decir, que los objetivos perseguidos pueden incluso ser contradictorios. Un caso notable es la promoción de la creación del empleo a través de estímulos al emprendimiento, pero al mismo tiempo aumentar los costos asociados a la nómina de las empresas. Mientras la primera medida apunta a la flexibilidad en la creación de trabajos, la segunda crea restricciones en el mercado laboral. La coherencia, en este aspecto, debería obligar a reducir los efectos desventajosos de una política sobre otra.

Quizás una de las áreas en las que se aprecia más esta falta de coherencia es la vinculación entre el crecimiento económico y la reducción de la desigualdad. Durante mucho tiempo se asumió que lo importante era estimular el crecimiento. El fundamento se centraba en que, a mayor crecimiento económico, sucedía la incorporación de más sectores de la población a la creación de riqueza. En la práctica se constató que los países podían crecer pero que eso no significaba que se mejorara el bienestar de la mayoría de las familias. Porque el crecimiento podía realizarse en sectores específicos y no en el conjunto de la sociedad. Y también porque podía haber crecimiento sin que existiera mayor preocupación por las políticas de reducción de la desigualdad.

Luego vino el movimiento pendular. Es decir, llevar a cabo políticas para reducir la desigualdad. Algunos países han aplicado políticas centradas exclusivamente en la redistribución de la supuesta riqueza, sin mayor preocupación por la calidad del crecimiento. Se asume entonces que el crecimiento es prácticamente inexorable, cuando en realidad es el resultado de múltiples factores que deben marchar coordinadamente.

Se ha tardado un tiempo largo en reconocer que las políticas para crecer y reducir la desigualdad deben operar simultáneamente, y que los gobiernos deben tener especial cuidado en promover las sinergias entre ellas. En caso contrario, los países se preocuparán por crecer sin mayor vinculación con la reducción de la desigualdad. De la misma forma, otros países diseñarán mecanismos más sofisticados para reducir la desigualdad, independientemente de fortalecer la institucionalidad para mejorar la calidad del crecimiento.

La experiencia de América Latina en los últimos treinta años demuestra que se puede crecer y al mismo tiempo reducir la desigualdad. Los cinco países de la región que han logrado mayores reducciones en la desigualdad, a saber. El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Chile y Perú, también han tenido mejores desempeños en el crecimiento. En todos ellos la reducción de la desigualdad supera los diez puntos en el índice de Gini, siendo El Salvador el país con la mayor disminución (16 puntos). También en todos estos países el crecimiento económico, en promedio, ha estado entre los mayores de la región como es el caso de Chile y Perú, o ha sido de los más prolongados (en Guatemala todos los años han sido de crecimiento en el período, y en El Salvador en todos menos uno).

Es llamativo entonces que en la forma de explicitar estos objetivos muy pocas veces se mencionan de manera integrada estas políticas. Hasta el punto que puede transmitirse la idea de que son objetivos contrapuestos. La experiencia comparada en la región demuestra que países tan diferentes como los cinco mencionados han podido alcanzar resultados satisfactorios tanto en el crecimiento como en la reducción de la desigualdad. Es bastante probable que la realidad concreta de muchos países a veces esté muy distante del diseño de coherentes políticas públicas. Y también es demostración de que la coherencia de políticas es más el resultado de una visión y de la capacidad de comunicarla. Otra forma de decir que la coherencia es una función central de los liderazgos políticos y de los responsables de los gobiernos.

Politemas, Tal Cual, 9 de octubre de 2019

miércoles, 30 de octubre de 2019

Félix Seijas Zerpa: pasión para comprender

El tuit me conmovió profundamente. Era el mensaje de Félix informando sobre el fallecimiento de su papá. Son esas noticias que paralizan, que nos dejan sin palabras. Félix Seijas Zerpa era mi amigo, compañero de proyectos, siempre mi profesor. Aunque nunca tomé sus cursos, era profesor en todo momento, en las facetas más diversas de la vida. Era de esas personas de las que se podía aprender solo con conversar.

Conocí a Félix en 1989, cuando era Jefe de la Oficina Central de Estadística e Informática (OCEI). En esos tiempos se exploraban nuevas modalidades de medición de indicadores sociales. Por acuerdo entre el Ministerio de la Familia y la OCEI se realizó un seminario sobre los sistemas de mediciones necesarios para el seguimiento y evaluación de políticas sociales. Eso fue hace 30 años. Incluso hoy, especialmente en América Latina, el tema es inexplorado. Podemos imaginar lo que era en esa época. Félix fue el animador fundamental de ese seminario. Recuerdo la simpatía y camaradería con la que contagió a los que participamos. A todos nos hizo sentir en casa, nos transmitió apertura y confianza. Pudo vincular su experiencia como experto en métodos cuantitativos poblacionales, con la necesidad de generar nuevas opciones de medición que tomaran en cuenta las condiciones de vida. Los resultados de ese seminario fueron publicados por la OCEI. Fue una iniciativa que Félix asumió plenamente y con gran motivación.

En 1990, como parte de los acuerdos que el gobierno de Venezuela había establecido para la ejecución del Proyecto de Desarrollo Social (PDS) con el Banco Mundial, se asignó a la OCEI la tarea de realizar una encuesta de condiciones de vida, al estilo de las que en ese momento se habían empezado a implementar en países de América Latina, Asia y África. Félix había sido pionero en el desarrollo de encuestas por muestreo en distintas áreas, entre ellas para medición del empleo, bajo responsabilidad de la OCEI, considerada una de las mejores de la región. Esta iniciativa de medición implicaba innovaciones para el trabajo de la OCEI. Félix asumió este proyecto con extraordinaria visión. Convocó a la OCEI los mejores especialistas del país, muchos de ellos investigadores en las universidades nacionales. Se conformaron bajo su impulso equipos de asesores en las diversas áreas que tenía la encuesta. Estos equipos elaboraron las preguntan pertinentes a la realidad del país. Expertos internacionales vinieron para intercambiar sobre el trabajo elaborado. De todo ese esfuerzo surgió la Encuesta Social, la primera encuesta de condiciones de vida realizada en Venezuela. Bajo la coordinación de Félix se implementaron tres encuestas de este tipo, las cuales fueron de gran utilidad para conocer la evolución de las condiciones de vida y las políticas sociales. La institucionalidad creada, en la vinculación entre la academia y la OCEI, ha sido un ejemplo en nuestra administración pública, por la riqueza de intercambios y aprendizajes. Sin duda, el empuje de Félix fue determinante en este notable impulso a las mediciones de las condiciones de vida en el país.

En los últimos veinte años, mi contacto con Félix fue periódico. Muchas veces para intercambiar sobre la situación del país, otras para cooperar en proyectos. Recuerdo especialmente que con motivo de la implementación de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI), en la USB quisimos saber sobre las prácticas de las grandes empresas venezolanas con las cuales habíamos establecido convenios de cooperación. Le pregunté a Félix, en su condición de presidente de IVAD, si nos podían echar una mano en ese proyecto, novedoso por lo demás. Aceptó gustoso, revisó el cuestionario en detalle, nos ayudó a afinar las preguntas. Los temas de ciencia, tecnología e innovación le apasionaban. Incorporó en ese proyecto toda la curiosidad que tenía en estos aspectos. Luego de la exploración nos explicó directamente cada uno de los hallazgos, y especialmente las nuevas preguntas que surgían. Félix había formulado a través de la indagación por entrevistas, puntos que requerían una mayor atención. Demostró que más que los métodos de medición, en realidad le interesaban las preguntas.

Para tener una idea de las opiniones de los venezolanos era obligado conversar con Félix. A través de muchos años realizando encuestas, había logrado desarrollar tendencias. Tenía en su escritorio una hoja en la cual tenía el seguimiento de las respuestas a determinadas preguntas. Y podía entonces explicar o formular hipótesis sobre esa evolución. Podía expresar con mayor firmeza algunas valoraciones, pero cuando no las tenía, sencillamente lo reconocía. Inmediatamente agregaba que ese punto lo iba a explorar. Convirtió la explicación de las opiniones de los venezolanos y sus variaciones en una pasión a través de toda su vida. La pasión de comprender sobre la que escribió Manuel Caballero. Como empedernido observador de los sucesos en Venezuela y el mundo, incorporaba esas nuevas realidades en nuevas preguntas. Y de la acumulación de esas preguntas y respuestas intentaba encontrar patrones que facilitaba con total desprendimiento a los que quisieran conversar con él.

Las contribuciones de Félix Seijas Zerpa a las ciencias sociales del país son extraordinarias. Pero lo serán más en la medida que pase el tiempo. Porque su aproximación al hecho social tomaba en cuenta a la población, con similitudes y diferencias. Por eso se preocupó tanto por la calidad del muestreo para encuestas de hogares. Sus libros se convirtieron en textos de referencia. Su dedicación a actualizarlos expresaba su deseo de renovación y aprendizaje. En los próximos tiempos esas preocupaciones serán la guía para mejoras en la medición de las opiniones de los ciudadanos, y también de las condiciones de vida, así como de la valoración del impacto de las políticas públicas. Esa perspectiva ha influido en el trabajo académico de la investigación que realizamos en la USB sobre el seguimiento de condiciones de vida. Félix fue, sin dudas, un adelantado en estas tendencias, pero también un gran animador de estos proyectos.

Voy a echar de menos a Félix, su disposición siempre a dialogar, su franqueza, y sus preguntas, su capacidad para conectar, así como su permanente estímulo, sus llamadas para compartir algún nuevo hallazgo. Ha sido un extraordinario privilegio conocerlo y valorar su amistad. Un fuerte abrazo, Félix, te tendremos siempre presente.

Politemas, Tal Cual, 2 de octubre de 2019

martes, 29 de octubre de 2019

Venezuela entra a las hiperinflaciones más prolongadas

El informe presentado por la Asamblea Nacional hace pocos días señala que la tasa de inflación de Venezuela en el mes de agosto fue 65,2%. Esto significa que el país experimenta nuevamente una tasa de inflación mensual superior a 50%. La última vez que la Asamblea Nacional había reportado una tasa superior a 50% había sido en el mes de febrero de este año. Hay que señalar que el BCV reportó la tasa de inflación hasta el mes de abril del año en curso.

Un país se encuentra en hiperinflación cuando la tasa de inflación mensual supera el 50%. Este criterio fue propuesto por el profesor Cagan a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. Esto quiere decir que puede registrarse una hiperinflación, aunque dure un solo mes (siempre y cuando la tasa de inflación supere el 50% mensual ya señalado). Este es el caso de la hiperinflación de Chile en octubre de 1973, o la de Perú en septiembre de 1988, entre otros.

Que la tasa mensual de inflación de Venezuela haya disminuido por debajo de 50% entre marzo y julio de este año podría haber generado la falsa idea de que la hiperinflación había desaparecido. Por eso el criterio establece que deben pasar 12 meses seguidos con tasas de inflación menores a 50% para determinar que ha cesado la hiperinflación.

Por otra parte, es obvio y notorio que la política económica no apunta a resolver los enormes desequilibrios que se confrontan (el único no es la tasa de inflación). En consecuencia, si consideramos todos los meses que han transcurrido desde que la tasa de inflación superó el 50% mensual (según la Asamblea Nacional fue en noviembre de 2017), es decir exactamente 22 meses hasta agosto de 2019, la hiperinflación de Venezuela ya está entre las doce más prolongadas de la historia. De hecho, superó la duración de la hiperinflación de Bolivia (que había sido la segunda más larga de América Latina con 18 meses). También sobrepasó los 21 meses de la hiperinflación de Zimbabwe en la década pasada.

De seguir esta progresión, si la hiperinflación se mantiene hasta enero de 2020 ya se encontraría entre las cinco hiperinflaciones más largas de la historia (Ucrania, Azerbaiyán, Grecia y Nicaragua conforman este grupo). Las dos primeras con duración de tres años, y las otras dos de casi 5 años (la más larga ha sido la de Nicaragua con 58 meses).

Al comenzar la hiperinflación Venezuela se comentaba que eran procesos de corto plazo. Que no podía durar mucho tiempo. Se advirtió en ese momento que eso depende de las políticas que se apliquen. Está bastante claro que las políticas implementadas en Venezuela no han estado dirigidas a controlar efectivamente la hiperinflación. Las pruebas están a la vista.

También es muy evidente que el problema de la hiperinflación no es su magnitud. Es el efecto dramático en la vida de las personas, en la destrucción del poder adquisitivo de la moneda, en la destrucción de empleos, de empresas, en la migración de millones de personas, en la reducción de la inversión pública en servicios. La hiperinflación es sinónimo de destrucción de la sociedad. Que Venezuela se encamine a tener una de las hiperinflaciones más largas de la historia es una calamidad de las mayores proporciones. Es quizás la afectación más significativa en la vida de los venezolanos desde que existe la República.

Politemas, Tal Cual, 18 de septiembre de 2019

jueves, 24 de octubre de 2019

¿Cuál es la tasa de mortalidad infantil de Venezuela?

Supongamos que la pregunta se hubiera planteado en septiembre de 1960. Ese año, según fue señalado por Arnoldo Gabaldón, ministro de Sanidad y Asistencia Social para la fecha, se había publicado el Anuario de Epidemiología y Estadística Vital seis meses después de concluir el año 1959. De manera que el 1 de julio de 1960 ya se disponía de la información de la mortalidad registrada en el país en el año anterior. 

Indicó Gabaldón que el hecho de que se publicara el Anuario por primera vez a solo seis meses de finalizar el año previo, motivó que el Jefe de Metodología de Estadística Sanitaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), enviara una comunicación al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) considerando ese hecho como “milagro técnico y administrativo”. De hecho, esa publicación del MSAS llegó a catalogarse como una de las mejores de su tipo en América Latina. El país comenzó a ser reconocido a la vanguardia de la información en salud. Ese año, por cierto, la tasa de mortalidad infantil de Venezuela era la tercera más baja de América Latina (59,9 defunciones por cada 1.000 nacidos vivos registrados). Cuba y Uruguay eran los únicos dos países de la región con menor tasa de mortalidad infantil que Venezuela. 

Esta era la situación hace casi 60 años. Ahora es muy diferente. Habría que decir, en primer lugar, que la tasa de mortalidad infantil es un indicador utilizado por siglos en todo el mundo. No solamente por lo sencillo de obtener (si existen los datos, por supuesto), sino por la utilidad para expresar las condiciones de vida de la población. Los países con mayor nivel de desarrollo tienden a tener menores tasas de mortalidad infantil. Para el cálculo se requiere conocer el número de defunciones en menores de un año y los nacidos vivos registrados (nvr) en un año dado. Al dividir las defunciones por los nacidos vivos registrados y multiplicar por 1.000 se obtiene la tasa de mortalidad infantil. Esto significa que los países deben tener instituciones responsables de recabar y difundir esa información. 

Veamos cuál es la realidad para obtener la tasa de mortalidad en Venezuela lo más actualizada posible. Lo primero es señalar que el sitio web del ministerio de salud no está activo. No existe información disponible por esa vía. El último Anuario de Mortalidad (obtenido cuando el web del ministerio estaba activo) corresponde al año 2014. Pero eso se refiere solamente al número de defunciones. 

La información sobre el número de nacidos vivos registrados tampoco está disponible en el sitio web del Instituto Nacional de Estadística (INE). Se encontraba hace algún tiempo, pero ahora ya no está. En consecuencia, el año más “reciente” para calcular la tasa de mortalidad infantil con datos oficiales es 2012 (siete años atrás). El valor obtenido con esos datos indica que la tasa de mortalidad infantil era 14,34 (defunciones en menores de 1 año por 1.000 nvr). 

Ante la ausencia de datos nacionales, llama la atención que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) si coloca en su sitio web la tasa de mortalidad infantil correspondiente a los años 2013 y 2014. También llama la atención que el valor correspondiente a 2012 es diferente del obtenido por las fuentes nacionales. De acuerdo con la OPS, la tasa de mortalidad infantil de Venezuela en 2014 era 15,2 defunciones infantiles/1.000 nvr, lo cual representó un aumento con respecto a la de 2013. 

La situación concreta es que la información de fuentes oficiales sobre la tasa de mortalidad infantil tiene un retraso de al menos 6 años. Resulta muy lamentable que las políticas y programas relacionados con el bienestar de los niños, cuenten con tal rezago. La planificación básica es imposible en estas condiciones. 

El auge de los sistemas de información y de gerencia deberían facilitar que se conozca en tiempo real cada nacimiento ocurrido en el territorio. Eso significa que el número de niños nacidos en un año se debería actualizar con mediciones en tiempo real. Lo mismo puede decirse del número de fallecimientos en menores de un año. Cada muerte en menores de un año debería generar un proceso de indagación epidemiológica y gerencial, para identificar las causas del fallecimiento. Que la información oficial tenga tanto retraso, solo demuestra que el objetivo de la política no está presente. Lamentablemente, es así de evidente.

Politemas, Tal Cual, 4 de septiembre de 2019