jueves, 24 de octubre de 2019

¿Cuál es la tasa de mortalidad infantil de Venezuela?

Supongamos que la pregunta se hubiera planteado en septiembre de 1960. Ese año, según fue señalado por Arnoldo Gabaldón, ministro de Sanidad y Asistencia Social para la fecha, se había publicado el Anuario de Epidemiología y Estadística Vital seis meses después de concluir el año 1959. De manera que el 1 de julio de 1960 ya se disponía de la información de la mortalidad registrada en el país en el año anterior. 

Indicó Gabaldón que el hecho de que se publicara el Anuario por primera vez a solo seis meses de finalizar el año previo, motivó que el Jefe de Metodología de Estadística Sanitaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), enviara una comunicación al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) considerando ese hecho como “milagro técnico y administrativo”. De hecho, esa publicación del MSAS llegó a catalogarse como una de las mejores de su tipo en América Latina. El país comenzó a ser reconocido a la vanguardia de la información en salud. Ese año, por cierto, la tasa de mortalidad infantil de Venezuela era la tercera más baja de América Latina (59,9 defunciones por cada 1.000 nacidos vivos registrados). Cuba y Uruguay eran los únicos dos países de la región con menor tasa de mortalidad infantil que Venezuela. 

Esta era la situación hace casi 60 años. Ahora es muy diferente. Habría que decir, en primer lugar, que la tasa de mortalidad infantil es un indicador utilizado por siglos en todo el mundo. No solamente por lo sencillo de obtener (si existen los datos, por supuesto), sino por la utilidad para expresar las condiciones de vida de la población. Los países con mayor nivel de desarrollo tienden a tener menores tasas de mortalidad infantil. Para el cálculo se requiere conocer el número de defunciones en menores de un año y los nacidos vivos registrados (nvr) en un año dado. Al dividir las defunciones por los nacidos vivos registrados y multiplicar por 1.000 se obtiene la tasa de mortalidad infantil. Esto significa que los países deben tener instituciones responsables de recabar y difundir esa información. 

Veamos cuál es la realidad para obtener la tasa de mortalidad en Venezuela lo más actualizada posible. Lo primero es señalar que el sitio web del ministerio de salud no está activo. No existe información disponible por esa vía. El último Anuario de Mortalidad (obtenido cuando el web del ministerio estaba activo) corresponde al año 2014. Pero eso se refiere solamente al número de defunciones. 

La información sobre el número de nacidos vivos registrados tampoco está disponible en el sitio web del Instituto Nacional de Estadística (INE). Se encontraba hace algún tiempo, pero ahora ya no está. En consecuencia, el año más “reciente” para calcular la tasa de mortalidad infantil con datos oficiales es 2012 (siete años atrás). El valor obtenido con esos datos indica que la tasa de mortalidad infantil era 14,34 (defunciones en menores de 1 año por 1.000 nvr). 

Ante la ausencia de datos nacionales, llama la atención que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) si coloca en su sitio web la tasa de mortalidad infantil correspondiente a los años 2013 y 2014. También llama la atención que el valor correspondiente a 2012 es diferente del obtenido por las fuentes nacionales. De acuerdo con la OPS, la tasa de mortalidad infantil de Venezuela en 2014 era 15,2 defunciones infantiles/1.000 nvr, lo cual representó un aumento con respecto a la de 2013. 

La situación concreta es que la información de fuentes oficiales sobre la tasa de mortalidad infantil tiene un retraso de al menos 6 años. Resulta muy lamentable que las políticas y programas relacionados con el bienestar de los niños, cuenten con tal rezago. La planificación básica es imposible en estas condiciones. 

El auge de los sistemas de información y de gerencia deberían facilitar que se conozca en tiempo real cada nacimiento ocurrido en el territorio. Eso significa que el número de niños nacidos en un año se debería actualizar con mediciones en tiempo real. Lo mismo puede decirse del número de fallecimientos en menores de un año. Cada muerte en menores de un año debería generar un proceso de indagación epidemiológica y gerencial, para identificar las causas del fallecimiento. Que la información oficial tenga tanto retraso, solo demuestra que el objetivo de la política no está presente. Lamentablemente, es así de evidente.

Politemas, Tal Cual, 4 de septiembre de 2019 

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