domingo, 16 de octubre de 2011

Cuando el diagnóstico llega tarde

La efectividad de un sistema de salud se mide cada día más por la capacidad de anticipar. Es decir, prevenir lo más rápidamente posible los efectos en las personas. Se trata de evitar tanto las muertes como las enfermedades. En Venezuela tuvimos en 2008 (último año de información oficial disponible),  más de 133.000 muertes por todas las causas. En ese gran total se contabilizaron 1.218 muertes por cáncer de cuello uterino. Todas ellas han podido evitarse.

La muerte por cáncer de cuello uterino es cada día más evitable. El tiempo que transcurre entre la aparición de una lesión superficial en el cuello uterino y la afectación más profunda es casi 15 años. Es decir, si cada mujer asistiera con regularidad a realizarse el despistaje del cáncer de cuello uterino, conocido como citología cervical o Papanicolau, se podría identificar en todos los casos la lesión, y proceder con el tratamiento precoz.

El 100% de las mujeres que son diagnosticadas con una lesión incipiente de cáncer cervical, pueden ser curadas completamente. Para ello deben recibir el tratamiento adecuado. Si el diagnóstico se produce en fases más avanzadas de la lesión cancerosa, entonces la posibilidad de curación empieza a decrecer. De manera que la pregunta central es, ¿por qué 1.218 mujeres murieron en 2008 por esta causa cuando es completamente prevenible?

La respuesta a esa pregunta dice mucho de la situación del sistema de salud. Todas esas mujeres no recibieron los servicios de diagnóstico con la debida anticipación. Probablemente, muchas de ellas no fueron atendidas en un servicio de salud. Quizás tuvieron sus partos sin el control prenatal, y por consiguiente no tuvieron la oportunidad de realizarse la citología cervical. En esas condiciones, la progresión de la lesión avanzó a formas de menor posibilidad de curación.  En el grupo de mujeres entre 40 y 44 años, la mortalidad por cáncer de cuello uterino aumentó 11% entre 2000 y 2008.  En el grupo entre 50 y 54 años, aumentó 15%.

Todo lo anterior evidencia con claridad que nuestro sistema de salud está muy lejos de cumplir con sus funciones centrales. Es inadmisible que una patología que puede ser diagnosticada y tratada con una cantidad razonable de recursos, esté aumentando en frecuencia y probablemente en severidad. Todas las acciones de prevención y anticipación no son cumplidas.

Lo que ocurre con el cáncer de cuello uterino es apenas una muestra de lo que debe estar ocurriendo con problemas de salud de mayor complejidad, y con menos posibilidades de prevención y curación. Si no podemos con lo sencillo, mucho menos con lo complicado. De allí que la gerencia general del sistema se vería muy beneficiada con una mayor dosis de definición de los problemas reales, de la estimación de las posibilidades de detección, y especialmente, de identificar los riesgos de personas y familias con mayor precisión. Sólo así es posible resolver problemas sencillos en teoría, pero que requieren una gran dosis de organización y trabajo sistemático.

De no producirse esos cambios, una gran parte de la mortalidad del país seguirá siendo injustificada, agravando la desigualdad en el acceso a los servicios, y aumentando el sufrimiento de personas y familias.

Columna de Acuerdo Social, Últimas Noticias, 16 de octubre de 2011

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