lunes, 29 de diciembre de 2025

Venezuela en el laberinto de la malaria

Hubo una época en Venezuela en la cual se podía conocer el número de casos de malaria diagnosticados en la semana anterior. Esto es, los casos totales de malaria de acuerdo con los reportes recibidos de los servicios de salud a lo ancho y largo del país. El origen de esa práctica se remonta al año 1938, cuando se empezó a publicar el Boletín Epidemiológico. La justificación fue muy sencilla. Si se quería enfrentar el drama que significaba la malaria para los venezolanos, pues había que contar los casos. Había que comenzar por ahí.

La idea de contar y clasificar los casos de malaria, es decir, las personas enfermas, permitía saber dónde y en qué circunstancias se estaba produciendo la transmisión de la enfermedad. Y luego de comprender esas características, era posible ensayar alternativas de control. Esta fue la importancia del Boletín Epidemiológico al cual se fueron incorporando con el paso del tiempo otras enfermedades que requerían notificación.

Se puede imaginar la logística necesaria para que en un país que apenas se abría a la modernización, se pudiera elaborar cada semana el Boletín con la información recibida por telegramas. Como el propósito era informar a los responsables de los servicios, el Boletín se debía enviar de vuelta para que en cada sitio del país se tuviera la visión general del problema. Entonces, los que trabajaban en los estados llaneros podían saber los casos que se notificaban en los estados orientales, y viceversa. Esta inteligente rutina está en el corazón del éxito extraordinario que tuvo Venezuela en el control de la enfermedad a mediados del siglo pasado.

Esta práctica de conocer y publicar los casos semanales de malaria en Venezuela cesó a finales de 2016. El último Boletín Epidemiológico publicado, correspondiente a la semana 52 de 2016, se encuentra disponible en el sitio web del Observatorio Venezolano de la Salud. Se puede detallar en las páginas 23-27 la información sobre los casos de malaria de esa semana. También se puede observar en la página 24 que el número total de casos de malaria en 2016 fue 240.613, casi el doble que los registrados en 2015. Esta es la última cifra oficial publicada. Hace exactamente siete años.

En la actualidad, para obtener información sobre el número de casos de malaria en Venezuela se debe acudir a la Organización Mundial de Salud (OMS). El último informe de la OMS sobre el estado de la malaria en el mundo fue publicado en noviembre de 2023. Las cifras disponibles de Venezuela, al igual que las de otros países de América Latina, corresponden, tal como se indica en la página 124 del informe, a estimaciones, es decir, no reflejan estrictamente la contabilización de los registros oficiales. De manera que pudieran existir diferencias entre ambas cifras. También se debe destacar que las últimas estimaciones son del año 2022. Vale decir, las cifras son estimaciones de una situación que no es la actual.

El gráfico muestra el número de casos de malaria por 100.000 habitantes en zonas de riesgo en los países de América Latina en 2022, de acuerdo con las estimaciones de OMS. Tres países no tienen datos incluidos en el informe: Cuba, Chile, y Uruguay. El número de casos de malaria de Venezuela es el más alto en la región, en términos absolutos (154.284) y relativos (1.090 por 100.000 habitantes). Nótese que la tasa de Venezuela es tres veces superior a la de Brasil, país que tiene casi cuatro veces más población en riesgo.

América Latina: Casos de malaria por 100.000 habitantes en zonas de riesgo por países, 2022


Fuente: OMS. World malaria report 2023, cálculos propios

Estas ostensibles debilidades de los sistemas de información de malaria impiden el análisis de políticas de salud en el corto plazo. En la práctica sólo se pueden realizar análisis históricos de la evolución de la malaria. Cuando se sabe que es una enfermedad que tenía una población en riesgo de más de 150 millones de habitantes y más de 525.000 casos en América Latina en 2022. De especial relevancia es el hecho de que tres países de la región, Argentina, Paraguay y El Salvador no registraron casos en 2022. En Argentina el último caso de malaria estimado fue en 2010, en Paraguay en 2011, y en El Salvador en 2016.

Luego de décadas siendo un país pionero en el control de la malaria en el contexto global, Venezuela registra el peor desempeño de la región. Lamentablemente no es posible conocer, al menos por la información que se debe ofrecer regularmente a los ciudadanos, la situación actual (esto es, para la semana pasada) de la malaria en Venezuela. Y por supuesto, es mucho más difícil saber la efectividad de las políticas de control. La omisión de información, y la falta de seguimiento de políticas que de ella se deriva, es una combinación que solo lleva al fracaso. Las evidencias no pueden ser más contundentes.

Politemas, Tal Cual, 15 de febrero de 2025

Hicieron de Venezuela su casa y su causa

El fallecimiento de Federico Welsch me entristeció mucho. La noticia nos conmovió profundamente en casa. Pocas semanas antes había intercambiado con él por correo electrónico. Mi último correo había quedado sin respuesta rápida, cosa poco habitual en él, siempre atento a los mensajes. Pensé que contestaría a principios de año. No fue así. Al igual que todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo, en muchas partes del mundo, estoy convencido de que lo voy a extrañar, pero también pienso que el tiempo nos dará la oportunidad de apreciar en detalle las inmensas contribuciones de Federico para enaltecer el sentimiento de la amistad, para la valoración de las culturas, para construir puentes que acerquen a las personas y a las ideas, para pensar en perspectiva, para encontrar siempre un espacio para la coincidencia, para vivir con un propósito y construirlo.

Conocí a Federico a finales de 1985. Cuando ingresé a la Universidad Simón Bolívar (USB) como estudiante de postgrado. En ese tiempo Federico era el Coordinador de la Maestría en Ciencia Política. Fue mi profesor en varios de los cursos que tomé. Ahora que miro hacia atrás me maravillo de las múltiples áreas que podía dominar, desde filosofía y teoría política, hasta sistemas electorales comparados, pasando por economía del desarrollo, y relaciones internacionales. Solo por mencionar algunas. Luego de muchos años, en una conversación en la que le hice la pregunta de cómo había hecho para tener esa visión integral y detallada, me respondió que se debía a su formación doctoral en Alemania, orientada a construir la perspectiva más amplia para el análisis. También creo que se debía a que era inmensamente curioso, todo lo que pudiera ser nuevo atraía su atención. Y además lo podía conectar en los múltiples idiomas que dominaba. En español tenía el dominio de quien respeta rigurosamente un idioma y lo quiere usar bien. Una vez me dijo: “el uso del idioma es una de las pocas cosas de la vida en las que hay que considerar ser conservador”.

La mesa de su despacho estaba siempre repleta de papeles, pero ordenada. Utilizaba las hojas por los dos lados, para aprovechar todo. Me decía que en el drama de la guerra la escasez obliga a aprovechar todo al máximo. Entre los papeles de su mesa estaban innumerables solicitudes de admisión a la Maestría en Ciencia Política. Ya era un prestigioso programa, pero bastaba una entrevista con Federico para animarse a entrar. Siempre motivador, enamorado de Venezuela, con trabajos publicados para entender lo central que es la política en nuestro país. Todo eso ha debido influir para que él supiera que se necesitaba gente formada que interpretara nuestros problemas y diseñara soluciones. El impulso que Federico le transmitió a la ciencia política del país se fundó en la valoración personal y detallada de todos los que entramos al postgrado. Había un cariño genuino de quien sabe que estaba regando con pasión las posibilidades de expandir el conocimiento sobre nuestro país.

Llegado el momento de decidir quién podía ser mi tutor, como tantos estudiantes, yo no tuve ninguna duda, tenía que ser Federico. Y así nos hicimos amigos. En las conversaciones en su casa, con Bárbara su compañera de toda la vida, se percibía una inmensa admiración por los venezolanos, con innumerables artesanías de muchos sitios del país. Federico dejaba hacer al estudiante, lo dejaba crear, ir más allá de los límites conocidos. Solo sugería o proponía ideas. Y así la investigación se convertía en pasión. Yo se lo agradezco todos los días. Trato de imitarlo con mis estudiantes. Por esa razón los estudiantes que fueron asesorados por Federico en sus tesis doctorales y trabajos de maestría se cuentan por muchas decenas. Cada uno de nosotros debe recordar múltiples anécdotas de las extraordinarias conversaciones con Federico. Cuando se salía del ámbito de la investigación, cuando se pasaba a todos los temas que podía cubrir con su versatilidad.

En una de esas conversaciones le compartí a Federico que mi mayor interés en investigación se vinculaba más con la dinámica de lo que hacían los gobiernos, no tanto con la ciencia política propiamente dicha. Inmediatamente buscó en su biblioteca un libro y me dijo “esto te puede servir, llévatelo y me lo devuelves después”. Era la primera edición del extraordinario libro del profesor William N. Dunn “Public Policy Analysis: An Introduction”, surgido de los cursos que Dunn dictaba en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos. Al leer las primeras páginas entendí que esa era el área de investigación que estaba buscando, y que yo no tenía las palabras para definir. En esos tiempos el término “políticas públicas”, en el sentido que lo entendemos hoy, prácticamente no existía en Venezuela. Puedo decir que ese libro fue fundamental para mi carrera como investigador y académico. Todo lo que he hecho después tiene que ver con ese “préstamo de libro”. Por supuesto no le devolví el libro a Federico. Él no lo hubiera aceptado. Lo tengo en mi biblioteca, como muestra de los caminos que puede abrir un libro.

Luego de terminar la Maestría, seguía yendo a conversar con Federico en su casa, especialmente para los planes de proseguir con el doctorado en políticas públicas. Era bastante claro que debía considerar ir a la Universidad de Pittsburgh, a tomar los cursos del profesor Dunn. Federico fue un gran motivador de esta idea. Y animador entusiasta de que lo que significaba ese plan de cinco años para nuestra familia. Nos ayudó en todo lo que estaba a su alcance. Y en ese proceso, empezamos a pensar que era una buena idea que al terminar el doctorado me incorporara a la USB como profesor y participara en la creación de un área de investigación en políticas públicas. Esa idea fue de Federico. Quizás absolutamente convencido de que era necesario para contribuir con conocimientos y formación de recursos humanos en la calidad de las políticas públicas en el país. Luego de mi admisión en la Universidad de Pittsburgh continuamos imaginando lo que podíamos hacer en la USB.

A nuestro regreso luego de concluir el doctorado en 1998, animado por Federico para impulsar estas ideas, nos dispusimos a comenzar con la Unidad de Políticas Públicas de la USB. En esta nueva etapa Federico contribuyó con su faceta como analista de políticas públicas, con aportes conceptuales, metodológicos y estratégicos. Todo lo que hemos desarrollado en estos 25 años tiene su contribución y entusiasmo.

En algún momento a finales de los años ochenta del siglo pasado, tal como lo explicó años más tarde, Federico y Bárbara decidieron quedarse en Venezuela. Está visto que Federico definió su misión de vida, y con Bárbara, como apoyo incondicional, se puso en marcha. Primero impulsar la ciencia política en la USB, pero manteniendo vínculos con múltiples instituciones del país. Así que no era raro que participara en eventos, como conferencista, como asesor de estudiantes, en diversas universidades en Venezuela y fuera de Venezuela. Luego se propuso impulsar la creación del Doctorado en Ciencia Política de la USB a mediados de los años noventa del siglo pasado, quizás unos de los proyectos en los que mostró con más amplitud sus dotes académicas, de convencimiento, rigor, y empuje. Siempre se mostraba orgulloso de la importancia de que tuviéramos en la USB el reto de impulsar estudios doctorales en áreas vinculadas con la ciencia política.

La valoración de Federico de la ciencia que se realizaba en Venezuela lo llevó a participar en diversas comisiones del Programa de Promoción del Investigador (PPI). Era una forma de contribuir a fomentar el rigor en la calidad académica, pero también la valoración de las múltiples áreas de la investigación y la docencia. También Federico reconocía la importancia del intercambio entre culturas académicas, y por ello se esforzaba en vincular instituciones venezolanas con sus pares en Alemania, y en otros países de América Latina. En esos roles era un extraordinario constructor de puentes y cooperación.

Llegado el tiempo, Federico y Bárbara se mudaron a Margarita. Decidieron vivir en un sitio que apreciaban inmensamente, en el cual disfrutaban como los excelentes anfitriones que eran. Y desde allí Federico continuó contribuyendo en el análisis de la situación de Venezuela en los informes que preparó para el BTI Transformation Index, el cual permite seguir la evolución política, económica y social de los países emergentes. El último reporte que se publicó fue el correspondiente al año 2022. Se puede apreciar en este reporte la rigurosidad de Federico y su amplia interpretación de la situación del país. A través de este reporte múltiples actores del mundo internacional pueden conocer en detalle aspectos que Federico podía transmitir con precisión por sus casi cinco décadas apoyando la comprensión de Venezuela.

En el primer año de la pandemia de covid-19, la Academia Nacional de Medicina decidió publicar un suplemento sobre los efectos en América Latina. Nos correspondió coordinar ese suplemento de la Gaceta Médica de Caracas. Y se me ocurrió que no había mejor persona para interpretar los impactos políticos de la pandemia en América Latina que Federico. Lo invitamos a preparar una contribución. Federico escribió un artículo original en el que mostró todas sus competencias para el análisis multi-dimensional de la pandemia. Estaba muy contento de haberlo escrito. Y nosotros apreciamos mucho haber contado con su contribución.

A principios de 2021 falleció Bárbara. La terrible distancia nos impidió acompañar a Federico. De vez en cuando conversábamos a distancia, siempre estaba animado para intercambiar sobre ideas y proyectos, con su actividad permanente de seguimiento de la situación a escala global, y con especial preocupación por Venezuela. Me cuentan colegas que tenía planes para nuevas publicaciones que quería completar en este año 2024.

Federico ha sido muy relevante en mi vida personal, profesional y académica. Haber compartido con él en tantas circunstancias ha sido para mí y mi familia un privilegio inmenso. Sus contribuciones para los venezolanos se pueden apreciar en múltiples áreas. La agenda pendiente contará siempre con la referencia de sus ideas y aportes. Es muy grato saber que Bárbara y Federico hicieron de Venezuela su casa y su causa.

Politemas, Tal Cual, 8 de febrero de 2024

Los futuros inciertos en América Latina

El inicio de un nuevo año siempre es oportunidad para anticipar lo que puede venir. Las sociedades ordenan la vida alrededor de los límites marcados por los años. Recordamos eventos asociados con los años en que ocurrieron, los personales y los colectivos. Los historiadores nos han señalado que los procesos son más complejos que una sucesión de años. Que hay factores que afectan de manera más amplia que la simple separación cronológica. Sin embargo, un nuevo ciclo, que llamaremos 2024, es una buena ocasión para identificar las tendencias de los futuros.

Son futuros en plural porque son múltiples combinaciones. No existe un solo futuro. Más bien son diferentes posibilidades. Y esos futuros pueden variar por países, regiones, localidades, personas, instituciones. Y esos tantos futuros tienen en común que no son estáticos. Pueden enunciarse como referencia, pero pueden modificarse al siguiente instante de formularse. Justamente la idea de proponer los futuros es saber cómo se puede incidir en ellos, para promover que pasen cosas, o para evitar que pasen otras. Lo fundamental es que para imaginar los futuros necesitamos saber lo que puede pasar, aunque tenga una gran variabilidad, necesitamos reconocer tendencias. En otras palabras, para indicar futuros se requiere saber el punto de referencia y la manera como puede evolucionar.

Para formular futuros, entendidos como escenarios, deseables o indeseables, es un requisito contar con información sobre lo actual, ideas sobre cómo puede cambiar, y alternativas en forma de intervenciones, o más estructuralmente, como políticas públicas. Al final es clave contar con datos, expertos, y opiniones. Con todos esos factores podemos hacer mejores análisis prospectivos. Esto es, análisis que nos permitan identificar futuros y la forma de incidir en ellos.

El área económica ofrece ventajas para realizar análisis prospectivos. Se cuenta con datos, recopilados periódicamente nacional o internacionalmente, conocimiento sobre la evolución de las variables, y expertos en múltiples ramas. Por ello muchos organismos internacionales pueden argumentar con precisión variable lo que puede suceder en uno o cinco años en aspectos como el crecimiento y la inflación. Es de precisión variable porque los métodos no son exactos, o porque pueden surgir imponderables. O porque el seguimiento de las políticas económicas no contaba con toda la información requerida.

La evolución de la situación política es más difícil de realizar. Los sistemas de seguimiento están menos desarrollados, y la intervención de factores como las relaciones entre los actores políticos, por ejemplo, la cooperación entre líderes o partidos cuenta con menos información y menos posibilidades de acceder a ella. De allí que proponer escenarios sobre elecciones, decisiones legislativas, conflictos bélicos, resulta una tarea mucho más compleja y de mayor incertidumbre.

En la política social la situación es parecida a la del ámbito político. Los sistemas de seguimiento de las condiciones sociales tienen un rezago que se puede medir en años, incluso en décadas. Por ejemplo, la última medición del gasto catastrófico en salud en América Latina en la base especializada del Banco Mundial para estos aspectos es la de Costa Rica en 2018. El resto de los países tienen mediciones anteriores, en el mejor de los casos, porque hay países que no tienen ninguna medición. Esto es, la totalidad de la información (en esa base de datos) es previa a la pandemia de COVID-19.

Esta situación se repite en muchas áreas de política social. De allí que sea absolutamente inadecuado proponer escenarios basados en datos de cinco años atrás, por decir lo menos. Tendría que ocurrir una verdadera transformación de la medición de condiciones de vida realizada por los gobiernos de los países, para que esto cambiara radicalmente. Por ejemplo, con sistemas de monitoreo basados en encuestas por muestreo de regularidad mensual. Solo así podríamos pensar en escenarios de lo que pasaría con la protección social en los primeros meses de 2024. En la actual situación esto no es posible. Es evidente que esto es muy necesario para saber el impacto de las políticas en la vida concreta de las personas.

Las circunstancias anteriores están agravadas en América Latina. La distancia entre las posibilidades de medición con las de otras regiones de referencia, como la Unión Europea, en muy grande. Y, además, los requerimientos de análisis prospectivo son también mayores, dadas las restricciones políticas, económicas, y sociales que se confrontan. Esperemos que 2024 sea un año de oportunidades para mejorar los análisis prospectivos en América Latina, y, por ende, para contribuir a elevar las condiciones de vida de todos los ciudadanos de la región.

Politemas, Tal Cual, 20 de diciembre de 2023

¿Ajuste sin rostro humano en Argentina?

El “ajuste con rostro humano” fue una expresión utilizada con mucha frecuencia a finales de los años ochenta del siglo pasado. La implementación de programas de “ajuste estructural” con apoyo del FMI y otras instituciones multilaterales en muchos países del mundo había ocasionado severos efectos sociales, con especial detrimento de las poblaciones materno-infantiles. De allí que Unicef patrocinara un estudio para revisar las consecuencias de los ajustes. Este estudio incluía el análisis general de estos programas, y los impactos en casos de países seleccionados.

Los resultados del estudio fueron publicados por Unicef en 1987 en dos volúmenes con la autoría de Giovanni Andrea Cornia, Richard Jolly, y Frances Stewart. El título de la publicación era “Ajuste con rostro humano”. El principal mensaje de este aporte era que los ajustes estructurales se podían diseñar y poner en práctica teniendo especial consideración por las personas vulnerables, esto es, aquellas más afectadas por los shocks de ingresos y de precios que representaban las correcciones de las economías. No se cuestionaba la fundamentación de los ajustes, sino que se enfatizaba que era posible realizarlos protegiendo a los grupos más vulnerables. Los casos incluidos en el segundo volumen de la publicación evidenciaban que era factible ajustar y proteger. Tal aspiración, obviamente, requería visión y compromiso de parte de los gobiernos.

Todo lo anterior viene a cuento después de conocer las propuestas del presidente Milei en la toma de posesión del pasado domingo en Argentina. En la primera parte del discurso presidencial se detalla la complicada situación que experimenta el país. Se alerta sobre el riesgo de que aumente la tasa mensual de inflación hasta superar el 50%, con lo cual se iniciaría la hiperinflación (estimada en 15.000% anual). También destaca el presidente Milei que en este escenario la pobreza total alcanzaría al 90% de la población, y la pobreza extrema a más de 50%. Más adelante, el presidente destaca las dimensiones de la deuda pública y la falta de crecimiento de la economía argentina.

El presidente Milei concluye que en este contexto la alternativa es implementar un programa de ajuste. Lo cual tiene la mayor fundamentación. Acto seguido el presidente indica que “no hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo”. La consecuencia que se deriva es que el ajuste vendrá en forma de shock. La justificación del presidente es directa: no hay plata para financiar el gradualismo, los recursos de los empresarios vendrán cuando se ejecute el ajuste.

Un párrafo más adelante, el presidente Milei reconoce que “ello (el ajuste) impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”. También destaca que habrá estanflación y que “no es algo muy distinto a lo que ha pasado en los últimos 12 años”. Reconoce que la situación empeorará en el corto plazo, pero que “luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo”.

En las palabras del presidente Milei se aprecia una especie de “inevitabilidad”. El ajuste es fundamental y tendrá sus efectos negativos. Asume que no existen alternativas sino “la contención desde el ministerio de capital humano”. No se menciona en el discurso las opciones de políticas que podrían identificar a las familias y las personas con mayores riesgos, y que van a requerir apoyo monetario para superar el desequilibrio en sus ingresos cuando se avance en el ajuste macroeconómico. Al reconocer el presidente que seguirá la estanflación de los “últimos 12 años”, como si fuera inevitable, obvia que desde el primer semestre de 2018 se ha duplicado la pobreza extrema y que un ajuste sin protección muy probablemente la seguirá aumentando. Esta “inevitabilidad” agravará la vida actual de las poblaciones vulnerables, y puede llevar a la pobreza a familias y personas que ya están en situación de riesgo.

El discurso del presidente Milei hubiera podido incluir las buenas prácticas aprendidas desde que se propuso el “ajuste con rostro humano” (hace casi 40 años). Estas ausencias de políticas son significativas. Al momento de escribir no se conocen en detalle las características de las medidas específicas. Esperemos que el Gabinete del presidente Milei incorpore opciones que hagan menos “inevitables” las consecuencias del ajuste. En caso de que sea así, será mucho mejor para las condiciones de vida de los argentinos. Esperemos por el rostro humano del ajuste.

Politemas, Tal Cual, 13 de diciembre de 2023

Menos opciones para el desarrollo sostenible

La conclusión de Naciones Unidas, expresada en el último reporte sobre el seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el año 2030, no deja lugar a dudas. Se indica con total claridad “los efectos combinados del clima, la COVID-19 y las injusticias económicas están dejando a muchos países en desarrollo menos opciones y menos recursos todavía para hacer realidad los Objetivos (ODS)”.

El reporte detalla que la evaluación de 140 metas (las que tienen información disponible) indica que la mitad de ellas están moderada o gravemente desencaminadas. Peor aún, más del 30% de las metas no han avanzado, o incluso han retrocedido con respecto a los valores de referencia de 2015. Algunos ejemplos expresan estas restricciones. En 2030 casi 600 millones de personas seguirán viviendo en pobreza extrema. Solo la tercera parte de los países habrá disminuido la pobreza a la mitad de los valores comprometidos. También el reporte expresa una gran alarma: en la actualidad se constata en el mundo más hambre que en 2005. En 2030, de continuar estas tendencias, 84 millones de niños no estarán escolarizados, y 300 millones de jóvenes abandonarán las escuelas sin leer ni escribir.

Resulta muy justificada la llamada de atención de Naciones Unidas sobre este decepcionante panorama. El propósito es insistir en los cambios que permitan avanzar en escenarios más promisorios. Dentro de las razones anotadas para estos retrocesos en las opciones de desarrollo, se puede incluir la calidad de los liderazgos de los gobiernos. Si es verdad que en estos nueve años (desde 2015) se ha progresado en crear mayor conciencia sobre la importancia de los ODS, es también bastante evidente que estos avances no han influido directamente en la gestión de los gobiernos.

Antes que se inicie la gestión, los gobiernos se conforman por líderes electos (en la mayoría de los casos). Independientemente de la calidad de los sistemas electorales (que puede variar mucho a escala global), estos líderes acuden con frecuencia sin el conocimiento y experiencia sobre los grandes temas de desarrollo. Muchas veces en sus discursos de toma de posesión se evidencia que estos tópicos no son ni siquiera expresados. Se acude a la repetición de contenidos bastante divorciados de las realidades urgentes que señala el último reporte de Naciones Unidas. Como resultado, la gestión que se deriva de esos conceptos no puede orientarse con la efectividad requerida para ser exitosa. Los efectos de estas prácticas están a la vista en todos los contextos del mundo, pero especialmente en los países con menos recursos y más problemas.

No es suficiente contar con buenos liderazgos políticos. Es también crítico diseñar políticas exitosas. Para ello se requiere calidad técnica, adaptación a los contextos específicos de los países, y recursos humanos preparados para la implementación de múltiples decisiones en contextos de alta complejidad. Pocos gobiernos tienen estas condiciones. Y, nuevamente, los resultados de estas omisiones están a la vista en los difíciles escenarios para transitar hasta 2030. Sin buenas ideas los problemas solo pueden agravarse.

Si se quiere dar un cambio sustantivo a estas tendencias tan preocupantes para el desarrollo sostenible, es fundamental centrar también la atención en la calidad de los liderazgos políticos y en las mejoras sostenidas de la gestión pública. Estas son asignaturas pendientes, y muchas veces olvidadas en el ámbito de América Latina. No pueden extrañar los deficientes resultados.

Politemas, Tal Cual, 6 de diciembre de 2023

¿Era evitable el golpe del 24 de noviembre de 1948?

Hace 75 años se produjo el golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948. Como resultado, fue derrocado el primer gobierno electo por votación universal, directa, y secreta en la historia de Venezuela. Este gobierno, presidido por Rómulo Gallegos, había sido electo el 14 de diciembre de 1947 con el 74% de los votos. La Junta Militar de Gobierno que sustituyó al gobierno de Gallegos, disolvió el Congreso Nacional, las asambleas legislativas de los estados, el Consejo Supremo Electoral y los concejos municipales. El partido Acción Democrática fue ilegalizado. La democracia de Venezuela fue clausurada por casi diez años.

La elección de Rómulo Gallegos, así como de todos los poderes nacionales, estuvo fundamentada en la Constitución de 1947. El presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Andrés Eloy Blanco, en la ceremonia de aprobación de la Constitución, el 5 de julio de 1947, había mencionado una advertencia que resultó profética vistos los acontecimientos del año siguiente. Dijo Andrés Eloy Blanco: “Cuando se hace una Constitución, se hace un código de moral, pero no se hace una moral, cuando se hace una Constitución se hace una norma de conducta, cuando se hace una Constitución, se hace una ley de buen gobierno, pero no se hace un buen gobierno. Es el uso de ella, es el empleo de las facultades que ella confiere, es el timón bien llevado, es la proa siempre puesta a la justicia, lo que de ella va a infundir la grave responsabilidad en la conducta de los gobernantes”.

El gobierno de Rómulo Gallegos debía durar cinco años. El mandato fundamental de ese gobierno era comenzar a desarrollar los contenidos de la Constitución de 1947. Y especialmente, tal como se señala en la declaración preliminar de la Constitución que “la sustentación de la Democracia, como único e irrenunciable sistema de gobernar su conducta interior…” se deriva de “la libertad espiritual, política, y económica del hombre”.

Que el gobierno de Rómulo Gallegos fuera derrocado fue el inmenso fracaso de la incipiente democracia. Los buenos auspicios que surgieron con la elección no fueron complidos. Y como consecuencia de ello, la sociedad venezolana experimentó los efectos perversos de la dictadura militar. La identificación de las causas de ese fracaso es un paso clave para establecer nuevas pautas de conducta, incluso en situaciones como las actuales. Al menos dos factores se pueden considerar.

El primero está relacionado con la ausencia del trabajo conjunto de los partidos políticos de esa etapa de la historia de Venezuela. Las disputas entre AD, URD y COPEI, afectadas por el clima de polarización experimentado en el Trienio, no eran la mejor plataforma para encarar los retos de la nueva democracia. La desproporción en respaldo popular era un condicionante para la creencia de que un solo actor podía con la enorme tarea. Estos desencuentros, solo resueltos en el transcurrir de la dictadura, formaron parte de los aprendizajes que favorecerán el Pacto de Puntofijo diez años después.

El segundo factor, vinculado con el anterior, fue la dificultad para promover una democracia basada en la civilidad. Para ello era un requisito que las Fuerzas Armadas asumieran también los objetivos de la democracia y que respetaran la sujeción al poder civil. Eso requería vocación democrática por parte de las Fuerzas Armadas, y la constatación de que el liderazgo civil estaba cohesionado. La larga tradición militarista impidió la aceptación plena del proyecto democrático por parte de las Fuerzas Armadas. Y la división del liderazgo civil favoreció la inexistencia de controles al poder militar. Tuvo que pasar una dictadura y los primeros años después del 23 de enero de 1958 para crear prácticas de sujeción al poder civil. Está visto que la tarea no fue definitiva.

Estos dos factores sumados, entre otros, al manejo dificultoso de la gestión del gobierno ocasionaron la ostensible incapacidad para superar las presiones. El 24 de noviembre de 1948 es la consecuencia de esa imposibilidad. El poder militar sin mayores restricciones hizo su aparición en forma de dictadura, con la consiguiente pérdida de libertades políticas, y condicionando el clima de bienestar de los venezolanos.

Estas lecciones del fallido gobierno de Rómulo Gallegos todavía están pendientes en el proceso de desarrollo democrático de Venezuela. Esta ausencia de aprendizaje se expresa en la división de las alternativas civiles, en la ausencia de un claro horizonte de democratización, y en la enorme asimetría entre el poder militar y el liderazgo civil. No se pudo evitar el 24 de noviembre de 1948. Aprender de esa experiencia sigue siendo una tarea pendiente.

Politemas, Tal Cual, 29 de noviembre de 2023