Contrario a lo difundido por todos los canales oficiales, la prestación de servicios de salud está cada día menos en la esfera pública. Todas las consignas del actual gobierno sobre la prioridad asignada a los servicios públicos de salud, han terminado como grandes exageraciones.
El problema fundamental es la privatización del financiamiento de la salud que se ha producido en el período del actual gobierno, la más alta experimentada en América en lo que va del Siglo XXI. Hasta el punto que los venezolanos son los que pagan más de su bolsillo para financiar los servicios de salud en América. Esto es, de cada 100 Bolívares que se dedican a la salud en el país, 65 Bolívares son aportados por las personas (para 2013, año de las últimas cifras disponibles de la Organización Mundial de la Salud). Esto significa la mayor inequidad que se registra en el continente en materia de política de salud, especialmente cuando se sabe que el financiamiento público es uno de los requisitos básicos para que la atención sea para toda la población. El nivel de esta desprotección es tan alto que es la tercera del mundo. Solo Afganistán y Azerbaiyán tienen más gasto de bolsillo que Venezuela para el mismo año.
La consecuencia de esta privatización es doble. En primer lugar, se produce un deterioro de la inversión pública, de manera que estos servicios quedan en las peores condiciones para la atención de pacientes. La segunda consecuencia es que las deficiencias de los servicios públicos obligan a las personas a acudir a la prestación privada, con lo cual se agravan los efectos de la privatización de la salud ya señalada.
De acuerdo con los datos provenientes de las Encuestas de Condiciones de Vida (ENCOVI), realizadas por el equipo técnico de la UCV, UCAB y USB en 2014 y 2015), el control de la hipertensión arterial en ambulatorios y consultores populares decreció en 4% en 2015 (con respecto a 2014), es decir de 32% a 28%. De la misma forma las consultas de control por hipertensión arterial en servicios privados aumentaron casi 10% en el mismo período. A todo esto debe sumarse que la proporción de consultas de control en establecimientos de Barrio Adentro y CDI disminuyó en poco más de 2% en 2015. Esto significa que al menos el 40% de las consultas de control de hipertensión arterial se realiza en instituciones privadas, 15% más de lo realizado en 2014.
En el caso de las consultas de control de diabetes, la mayor parte (40,5%) se realiza en centros privados. Los hospitales privados constituyen el sitio de mayor elección para el control de la diabetes. La atención en ambulatorios y consultorios populares se redujo 12% entre 2014 y 2015. Por otra parte, la atención en establecimientos de Barrio Adentro y CDI disminuyó de 5,3% a 4,1 entre 2014 y 2015.
Los hallazgos anteriores, relacionados con la atención de dos problemas de salud que afectan a gran parte de la población, dejan en evidencia el gran deterioro de la calidad de atención en las instituciones del sector público. Al contrario de la inefectiva prédica oficial, la salud pública venezolana se encuentra en su peor momento desde la creación de Ministerio de Salud y Asistencia Social (MSAS) en 1936.
Politemas, Tal Cual, 14 de septiembre de 2016
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