Ya en la fase final de la segunda década del siglo XXI, y en el contexto de un escenario global cada vez más complejo, puede ser de utilidad examinar las lecciones en el desempeño de las economías latinoamericanas en el período más amplio que se pueda abarcar. Conviene identificar tendencias que sirvan de referencia para las políticas públicas en los países de la región en las próximas etapas.
El análisis tomará como base las variaciones del producto per cápita de acuerdo con la capacidad de compra a precios internacionales. Esta medición permite comparar el acceso a la compra de bienes de los ciudadanos de cada país asumiendo precios internacionales constantes. Por supuesto, la capacidad de compra no es igual a riqueza ni a sostenibilidad del crecimiento. En algunos países, la capacidad de compra puede ser muy alta, pero las economías no son diversificadas. Un ejemplo muy claro son los países productores de petróleo. Tienen un alto producto per cápita pero no son países ricos, no son países de economías diversificadas. La información disponible corresponde a la contenida en la base de datos del FMI desde 1980 (no existen datos anteriores a ese año). Analizaremos todos los países con información completa entre 1980 y 2018. Son exactamente 139 países. En el grupo están todos los países de América Latina, excepto Cuba, y Nicaragua.
En 1980 el país con mayor producto per cápita de capacidad de compra en la región era Venezuela (poco más de 18 mil dólares). Esta cifra estaba muy cercana a las de Reino Unido Singapur, Japón (con poco más de 20 mil dólares en cada caso). En ese año los cinco países con mayor producto per cápita de capacidad de compra eran exportadores de petróleo (confirmando lo señalado sobre las distorsiones que presentan estas economías). Venezuela ocupaba el lugar 32 al ordenar a los países de mayor a menor producto per cápita de capacidad de compra. Luego de Venezuela seguían Argentina (puesto 41), México (puesto 46) y Brasil (puesto 47). Estos cuatro países eran los únicos de América Latina en los primeros cincuenta. También como referencia puede indicarse que Corea del Sur ocupaba ese año el lugar 75 con un producto per cápita de poco más de 5 mil dólares, casi la cuarta parte de Venezuela.
Casi cuarenta años después, el examen de las variaciones en el producto per cápita de capacidad de compra ofrece una muestra del impacto de las políticas públicas seguidas por los países. La situación ideal es que la combinación de políticas públicas seguidas por los países hubiera aumentado la capacidad de compra de los habitantes, y que ese aumento sea una expresión de la diversificación económica, fundamento de la sostenibilidad de mediano plazo.
Los cinco países que experimentaron mayor aumento del producto per cápita de capacidad de compra entre 1980 y 2018 (en el conjunto de los 139 países analizados), fueron Guinea Ecuatorial, China, Bután, Corea del Sur y Vietnam. En este grupo solo Guinea Ecuatorial tiene una economía basada en el petróleo. De hecho, en 2018 el único país petrolero en los cinco países con mayor producto per cápita de capacidad de compra es Qatar. Casos llamativos en mejoras de desempeño económico son Singapur (al pasar del lugar 27 en 1980 al puesto 3 en 2018), y Corea del Sur (al subir del puesto 75 al 29 en el mismo período).
En América Latina solo tres países (de los dieciocho de la región con información) aumentaron el producto per cápita de capacidad de compra por encima del promedio mundial (Chile, República Dominicana y Panamá). Y solo dos de ellos, Haití y Venezuela, experimentaron decrecimientos del producto per cápita de capacidad de compra en el período. En el caso de Haití la reducción fue 33% y en el de Venezuela la reducción fue 46% (es decir, prácticamente a la mitad del valor de 1980).
Al examinar el lugar relativo de las economías de la región, se observa que solo dos países se encuentran ahora entre los primeros cincuenta del mundo con respecto al producto per cápita de capacidad de compra. Solo cuatro países han mejorado la posición relativa (Chile, República Dominicana, Uruguay y Panamá) en el período 1980-2018. Todos los demás países han bajado en la clasificación, siendo la caída más significativa la de Venezuela al descender del lugar 32 al 81, una disminución de 49 puestos.
Dos direcciones se muestran con claridad en este análisis. En primer lugar, las economías de la región no se caracterizan por el dinamismo, no son espacios relevantes a escala mundial para la producción y la innovación. En segundo lugar, la tendencia es hacia un menor crecimiento, es decir, a pesar de que las economías crecen no lo hacen en la misma proporción a la que están creciendo en otros contextos. De allí que la mayoría de las economías de la región pierdan terreno cuando se compara con el resto de los países.
Las consecuencias de lo anterior para las próximas etapas son relevantes. En primer lugar, es evidente que la combinación de políticas públicas en la región no alcanza el mejor resultado posible, al menos cuando se comparan en el contexto internacional. Un segundo aspecto es el efecto que podría tener para estos países cuando se profundicen los cambios demográficos y epidemiológicos que requerirán mayores recursos para la prestación de servicios a una población con mayor expectativa de vida. Los cambios deberán ser sustantivos. Mientras más temprano se empiece, será mucho mejor.
Politemas, Tal Cual, 12 de diciembre de 2018
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