viernes, 15 de febrero de 2019

Dramas y oportunidades de la migración a Colombia

La migración de Venezuela es un problema de Estado para Colombia. Declaraciones presidenciales en los últimos dos años así lo evidencian. La envergadura de este proceso es inmensa y creciente. De allí que el gobierno de Colombia cooperara con el Banco Mundial para elaborar un documento marco de políticas públicas para atender esta situación en el corto, mediano y largo plazo. El documento “Migración desde Venezuela a Colombia”, presentado hace pocas semanas, ofrece aportes tanto para conocer las dimensiones y características de la migración, como su impacto en múltiples áreas, y para ponderar las alternativas de políticas. El conocimiento de especialistas del Banco Mundial sobre procesos similares en otros contextos, facilita la identificación de opciones para enfrentar sistemáticamente la migración acelerada de Venezuela a Colombia. 

En el documento se califica esta migración como “sin precedentes”. También se señala que este proceso ha cambiado completamente la dirección de la política migratoria de Colombia. De país más bien interesado en que retornaran los nacionales que tuvieron que marcharse en décadas pasadas, ahora Colombia debe hacer frente a una llegada de migrantes de inmensas proporciones provenientes de Venezuela. La velocidad y magnitud de esta migración es proporcional al ritmo de destrucción económica que se ha profundizado en Venezuela desde la aparición de la hiperinflación en noviembre del año pasado. 

La población que ha tenido que salir de Venezuela proviene del peor contexto económico y social en la historia del país. No solamente son los efectos relacionados con las características de los empleos que tenían, en su gran mayoría informales, en una economía con casi un lustro sin crecimiento. También es una población sin acceso adecuado a alimentos, medicamentos, con restricciones en la asistencia a las escuelas, con 70% sin cobertura de seguros de salud. En los últimos meses también es una población con casos de sarampión y difteria, con posibilidad de propagar las epidemias de estas enfermedades. 

En el documento del Banco Mundial se indica que para septiembre de 2018, aproximadamente 1,2 millones de personas que vivían en Venezuela se han trasladado a Colombia. De ellos, 300 mil son colombianos que decidieron retornar a su país. Es por ello que se señalan las características de una migración mixta (los nacionales que retornan y los que no tienen nacionalidad colombiana). Estos últimos tienen diferentes condiciones migratorias (regular o irregular). También se destaca que durante los primeros nueve meses de 2018, más de 700 mil personas provenientes de Venezuela han llegado a Colombia para seguir a otro país. 

Las dimensiones de esta migración, que superan todo lo previsible, han tenido por supuesto un efecto en Colombia, especialmente en la prestación de servicios y en las condiciones del mercado laboral. De allí que se implementen mecanismos de atención a esta población en áreas de salud y educación, para lo cual la situación migratoria implica diferencias en el acceso. Se estima en el documento que la atención a los migrantes tiene una repercusión de 0,2% a 0,4% del PIB en los gastos fiscales de Colombia. 

Esta migración tiene un mayor impacto relativo en las zonas fronterizas. Esto es, la población migrante representa una proporción significativa de la población total. Lo relevante es que estas zonas fronterizas también son las menos desarrolladas de Colombia, con menor cobertura de servicios y posibilidades productivas. Y es justamente en estas condiciones que pueden surgir las oportunidades. También el documento señala la importancia de analizar los posibles efectos beneficiosos de esta migración. 

Tal como ha sido la experiencia en este último año, el documento destaca que el empeoramiento de las condiciones económicas y sociales de Venezuela influirá en la continuación de la migración. De manera que las previsiones, en términos de servicios y atención a los migrantes, tenderán a aumentar. También se sabe que en las zonas fronterizas la migración venezolana cuenta con ventajas por su preparación para las actividades productivas. Por supuesto, inicialmente genera recelos de parte de los trabajadores de nacionalidad colombiana. De hecho, se ha reportado la disminución del empleo formal en estas zonas, al mismo tiempo que el aumento de la economía informal con la llegada de venezolanos. 

Ahora bien, esta combinación de migración que trae nuevas capacidades en un entorno caracterizado por la brecha que existe con respecto a otras zonas de Colombia, puede servir de catalizador de nuevas modalidades productivas. Este aspecto está enunciado en la recomendación 2.4 del documento al destacar la importancia de proyectos productivos en las zonas receptoras de migración. Una opción podría ser la creación de un Fondo de Apoyo a Emprendimientos Productivos, de manera que los nuevos empleos de venezolanos no compitan con los empleos formales de la población colombiana. Estos nuevos emprendimientos, con incentivos para una rápida formalización, permitirían que se formen nuevas asociaciones productivas en estas zonas. Si también en esas zonas se facilita el reconocimiento de títulos a los migrantes venezolanos (como se señala en la recomendación 3.2 del documento), se aprovecharía tanto las capacidades actuales como las derivadas de un mayor nivel de especialización. 

Quizás estas zonas fronterizas, hoy con grandes brechas de desarrollo, se pueden convertir en áreas de nuevos niveles de productividad. Al estar en la frontera pueden tener un efecto sinérgico en la economía de Venezuela cuando se tenga otra dirección de políticas. Probablemente el mayor reto del gobierno de Colombia es convertir los dramas de esta migración en oportunidades de bienestar. Ojalá que así sea.

Politemas, Tal Cual, 21 de noviembre de 2018

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