miércoles, 19 de febrero de 2014

Espejismo

El gobierno parece estar contemplando un oasis muy grande en medio de una travesía ya larga. Quizás el cansancio de la marcha, y especialmente no haber pegado una, le han descompuesto más el entendimiento. El nerviosismo por la situación económica y la temida derrota que pueden obtener en pocas semanas, han actuado como factores desencadenantes.

Los funcionarios del gobierno sacaron la cuenta de que una campaña comunicacional, anunciando rebajas de precios y con llamadas a compras de electrodomésticos, era suficiente para desplazar el sentimiento de desencanto con la gestión gubernamental. Supone el gobierno que las personas desean que el gobierno intervenga activamente en la fijación de precios. Especialmente en productos de relativo alto costo, pero también responsables de una fracción pequeña del efecto inflacionario. Piensan los funcionarios que si se “controla” la especulación, eso contribuye a revertir la tendencia del descenso de la popularidad del gobierno.

Es muy posible que para fundamentar esta “jugada genial” el gobierno piense que la ciudadanía está esperando ansiosamente la intervención del gobierno en la determinación de los precios. Desde una perspectiva eso podría ser una alternativa. Para los venezolanos existe una tendencia de opinión pública que indica que se concibe al Estado como el que soluciona todos o la mayoría de los problemas. La proporción de la población que pensaba eso en 2010 era el 82%. Eso es verdad, y la actual gestión no ha hecho otra cosa que reforzar esa percepción.

Pero eso es una cosa, y otra es asumir que el mero control de los precios, puede significar que la mayoría de los venezolanos abandonen las creencias en una sociedad abierta y libre, y en particular en la libre iniciativa de personas y empresas. Las personas no pueden rechazar, al menos de primera expresión, que algunos productos que no podían comprar, ahora los consigan a mucho menor precio. Pero de allí a concluir que se acepta la definición artificial de precios, las expropiaciones compulsivas de empresas, las distorsiones cambiarias y fiscales, es un trecho bastante largo.

Es posible que estemos en presencia de una percepción en dos fases. En una primera se aprovecha la coyuntura. Se compra con la utilización de los recursos propios, o aquellos que se piden prestado. La duración de esta fase, por supuesto, depende de la cantidad de inventarios. La segunda fase en la del realismo. Ya desaparecieron los inventarios y muy pocos están dispuestos a arriesgarse a vender productos sometidos a los antojos de unos funcionarios que quieren escribir una nueva forma de organizar la economía. Esa es la fase de las mayores restricciones para conseguir productos. Tal parece, por las condiciones previas, que esta nueva fase no tardará en llegar. El gobierno se fabricó un espejismo. De él solo saldrá cuando se imponga la realidad.

Politemas, Tal Cual, 20 de noviembre de 2013

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