sábado, 10 de septiembre de 2011

Estafa en la política social

El Presidente usa con ligereza la palabra “estafa”. La adjudica a sus adversarios políticos sin advertir que muchas de las acciones de su gobierno pueden catalogarse estrictamente como eso: “grandes estafas”. En la estafa se obtiene un lucro a través del engaño o el abuso de confianza. Y el lucro, como sabemos, es el provecho que se obtenga de alguna acción.

El gobierno ha obtenido mucho provecho político de la gran farsa que ha significado la política social. Durante los primeros cuatro años de esta larga administración, el afán del gobierno fue acabar con todo vestigio de la política social de los diez años precedentes. Se eliminaron programas que estaban dirigidos a atender áreas especiales como la nutrición y la salud. Valga solamente recordar los 500.000 niños y mujeres embarazadas que dejaron de ser atendidas al eliminar el Programa de Atención Materno-Infantil (PAMI). En esos cuatro años se privilegió a la burocracia militar, con la idea de que allí estaban las “capacidades” para implementar la política social. Ya se sabe cómo terminó todo. Con muchas acusaciones de corrupción y el descalabro de los servicios.

Cuando todo eso tuvo impacto en la opinión pública, y los “numeritos” de las encuestas indicaban que el gobierno iba en picada, llegó la ayuda milagrosa de Cuba. Quizás en alguna noche de plática interminable, irrumpió la idea. Se trataba de imitar la idea del gobierno cubano para la entrega de subsidios educativos y al empleo. De allí surgieron las Misiones. Y con la mezcla de susto político y recursos petroleros en abundancia, las Misiones empezaron a ocupar un lugar preferente de la acción del gobierno.

Las Misiones, así concebidas, iban destinadas a atender indudables carencias de la atención social en Venezuela. Pero en ningún momento esos fueron los objetivos centrales. Antes que aumentar la cobertura de salud, o la calidad de la atención educativa, o la solución real al analfabetismo, estaba el sello de una política orientada a la propaganda y la exclusión. Si la persona que acudía estaba en el registro del partido, ingresaba a la lista de beneficiarios. En caso contrario era segregado. Así de simple.

En la primera fase de expansión de las Misiones, el lucro consistió en el beneficio electoral. La atención a las personas fue completamente secundaria. La prueba de que ello no era el objetivo central fue el inmediato deterioro que se comenzó a experimentar. Dispensarios abandonados, caída de cobertura de las misiones educativas, utilización de la “marca” de las misiones originales para atender otros problemas (identidad, seguridad, empleo, vivienda). Si las Misiones hubieran sido el éxito que el gobierno quiere transmitir, no tendríamos los deplorables indicadores de resultado en la salud, educación, nutrición, empleo, vivienda. Ha sido una estafa consumada a plenitud.


Politemas, Tal Cual, 10 de agosto de 2011

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