Ya pareciera haber un gran consenso sobre la naturaleza autoritaria del actual gobierno. En los últimos diez años la élite gobernante ha reducido, sin muchos miramientos, las capacidades democráticas de la sociedad venezolana. Salir de este autoritarismo supone un gran esfuerzo unitario. Como el que está en marcha. También requiere conocer las causas que lo produjeron. Para no repetirlas. Una mirada a las experiencias pasadas nos puede ayudar.
Se ha comparado este gobierno con el que encabezó Velasco Alvarado en Perú (1968-1975). Políticas implementadas por la actual administración lo asemejan bastante. En ambos casos la entrada del autoritarismo se da por falta de acuerdos en el orden político. En el caso peruano, se desencadena un golpe militar. En el nuestro, la vía de entrada son las elecciones de 1998. Veamos.
El presidente peruano Fernando Belaúnde Terry fue electo en junio de 1963, con 39% de los votos. Fue un margen pequeño. De hecho, no obtuvo la mayoría en el parlamento. El gobierno no consiguió aliados para alcanzar la mayoría. El Apra era rechazado por los militares. Tampoco podía aliarse con los partidarios del dictador Odría. El gobierno se quedó solo. Sin embargo, sus adversarios políticos conforman la llamada Coalición Apra-Odría.
A pesar de ello, en los primeros meses de gobierno, Belaúnde ratifica su intención de cumplir algunas de sus más importantes promesas electorales: nacionalización de la Caja de Depósitos y Consignaciones, la cual era una agencia privada a cargo del cobro de impuestos, la reforma agraria y el traspaso de 300.000 hectáreas (la hacienda de Algolán) a campesinos. Estas medidas aumentaron la popularidad de Belaúnde y de su partido Acción Popular. Hasta el punto de ganar las elecciones municipales de diciembre de 1963 con 49% de los sufragios. La popularidad del gobierno aumentó aún más con la creación de la Cooperación Popular, especie de alianza de estudiantes y campesinos.
No todo fue tan positivo. La oposición al gobierno bloqueó la reforma agraria en el Congreso y exigió la represión de los campesinos que habían ocupado tierras. También la Coalición eliminó los fondos para financiar a la Cooperación Popular. Para colmo, el gobierno fue incapaz de resolver el viejo litigio con la International Petroleum Company (IPC). El gobierno de Estados Unidos amenazó con cortar la ayuda económica a Perú si se procedía a la nacionalización de la IPC.
La inestabilidad del gobierno fue agravada por la crisis fiscal de 1966. La devaluación se hizo obligatoria. Acusaciones de corrupción por el manejo de las divisas hicieron tambalear al gobierno. Ante la posibilidad de que se produjera un golpe militar, un sector aprista se alió con un sector del belaundismo. Se constituye un nuevo gabinete con esta alianza. Sin embargo, la consecuencia directa fue la pérdida de apoyo de las Fuerzas Armadas.
El error del gobierno al llegar a un acuerdo con la International Petroleum Company, según el cual se obligaba a la empresa estatal a venderle todo el petróleo para sus refinerías, ocasionó protestas masivas de trabajadores.
El resultado final fue el golpe de estado encabezado por Velasco Alvarado a mediados de 1968. Al igual que en nuestro caso, la imposibilidad de los actores políticos para acordar sobre puntos centrales de la agenda pública abrieron el cauce a la experiencia autoritaria. Es bueno no olvidarlo. En próxima entrega analizaremos las consecuencias de esta falta de acuerdos para la sociedad peruana.
Se ha comparado este gobierno con el que encabezó Velasco Alvarado en Perú (1968-1975). Políticas implementadas por la actual administración lo asemejan bastante. En ambos casos la entrada del autoritarismo se da por falta de acuerdos en el orden político. En el caso peruano, se desencadena un golpe militar. En el nuestro, la vía de entrada son las elecciones de 1998. Veamos.
El presidente peruano Fernando Belaúnde Terry fue electo en junio de 1963, con 39% de los votos. Fue un margen pequeño. De hecho, no obtuvo la mayoría en el parlamento. El gobierno no consiguió aliados para alcanzar la mayoría. El Apra era rechazado por los militares. Tampoco podía aliarse con los partidarios del dictador Odría. El gobierno se quedó solo. Sin embargo, sus adversarios políticos conforman la llamada Coalición Apra-Odría.
A pesar de ello, en los primeros meses de gobierno, Belaúnde ratifica su intención de cumplir algunas de sus más importantes promesas electorales: nacionalización de la Caja de Depósitos y Consignaciones, la cual era una agencia privada a cargo del cobro de impuestos, la reforma agraria y el traspaso de 300.000 hectáreas (la hacienda de Algolán) a campesinos. Estas medidas aumentaron la popularidad de Belaúnde y de su partido Acción Popular. Hasta el punto de ganar las elecciones municipales de diciembre de 1963 con 49% de los sufragios. La popularidad del gobierno aumentó aún más con la creación de la Cooperación Popular, especie de alianza de estudiantes y campesinos.
No todo fue tan positivo. La oposición al gobierno bloqueó la reforma agraria en el Congreso y exigió la represión de los campesinos que habían ocupado tierras. También la Coalición eliminó los fondos para financiar a la Cooperación Popular. Para colmo, el gobierno fue incapaz de resolver el viejo litigio con la International Petroleum Company (IPC). El gobierno de Estados Unidos amenazó con cortar la ayuda económica a Perú si se procedía a la nacionalización de la IPC.
La inestabilidad del gobierno fue agravada por la crisis fiscal de 1966. La devaluación se hizo obligatoria. Acusaciones de corrupción por el manejo de las divisas hicieron tambalear al gobierno. Ante la posibilidad de que se produjera un golpe militar, un sector aprista se alió con un sector del belaundismo. Se constituye un nuevo gabinete con esta alianza. Sin embargo, la consecuencia directa fue la pérdida de apoyo de las Fuerzas Armadas.
El error del gobierno al llegar a un acuerdo con la International Petroleum Company, según el cual se obligaba a la empresa estatal a venderle todo el petróleo para sus refinerías, ocasionó protestas masivas de trabajadores.
El resultado final fue el golpe de estado encabezado por Velasco Alvarado a mediados de 1968. Al igual que en nuestro caso, la imposibilidad de los actores políticos para acordar sobre puntos centrales de la agenda pública abrieron el cauce a la experiencia autoritaria. Es bueno no olvidarlo. En próxima entrega analizaremos las consecuencias de esta falta de acuerdos para la sociedad peruana.
Politemas, Tal Cual, 10 de junio de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario