El reto político de los próximos tiempos es alcanzar una nueva mayoría en el país. Los resultados del 7 de octubre indican que a pesar de los avances realizados, queda todavía mucho por hacer. Esta nueva mayoría debe ser amplia e inclusiva. Todo lo contrario de la que ha gobernado en los últimos catorce años. Para que esta nueva mayoría sea diferente, debe estar basada en ideas y prácticas que sea plurales y respetuosas de la diversidad.
Para alcanzar esta nueva mayoría se requiere el concurso de los partidos políticos. No son las únicas instituciones llamadas a esta tarea, pero su contribución es esencial, especialmente por la forma como se vinculen con otros sectores de la sociedad. Nuestros partidos están funcionando en un ambiente de apoyo sustantivo a la democracia. Según la última encuesta Latinobarómetro disponible (2011), el 77% de los venezolanos expresa el apoyo a la democracia. El 71% de la población considera que sin partidos políticos no hay democracia. Este porcentaje es superior al que se presenta en Chile (60%), Brasil (43%), Costa Rica (64%). También Venezuela es uno de los países en los cuales un alto porcentaje de la población expresa simpatía por un partido político (58%). Esta cifra es el doble de la que se presenta en Brasil (28%), y muy superior a las de Chile (35%), y Costa Rica (39%).
A pesar de la indudable importancia de los partidos políticos para los cambios que se requieren, también son evidentes las limitaciones de muchas de sus prácticas. A medida que la política se hace más local, y no cabe duda de que cada día el contacto directo con las personas es fundamental para convencer, se aprecian las dificultades de los partidos para ese cometido. La organización en el terreno cotidiano no cuenta con los recursos humanos, los medios de transporte, los medios de comunicación, la formación que permita generar contenidos más adaptados, en fin, las prácticas directas que acompañen la vida cotidiana de las personas y las familias. Solo en este contacto directo y regular es posible promover ideas y cambios en la valoración de los ciudadanos. Acompañar significa en este caso estar cerca, no imponer, ni dirigir. Se trata de participar activamente en la manera como las personas enfrentan día a día las restricciones en los servicios, en sus trabajos, en el acceso a la educación, en la compra de bienes. Es a partir de ese acompañamiento que será posible encontrar las mejores formas de comunicar contenidos que a su vez generen cambios en las preferencias políticas.
Tal acompañamiento supone introducir cambios en las rutinas de formación, organización y militancia de nuestros partidos políticos. Supone vincularse con la sociedad en todos los niveles y promover mayores espacios de intercambio. Para acompañar a la gente se requieren transformaciones profundas. Lo mejor es comenzar ya.
Para alcanzar esta nueva mayoría se requiere el concurso de los partidos políticos. No son las únicas instituciones llamadas a esta tarea, pero su contribución es esencial, especialmente por la forma como se vinculen con otros sectores de la sociedad. Nuestros partidos están funcionando en un ambiente de apoyo sustantivo a la democracia. Según la última encuesta Latinobarómetro disponible (2011), el 77% de los venezolanos expresa el apoyo a la democracia. El 71% de la población considera que sin partidos políticos no hay democracia. Este porcentaje es superior al que se presenta en Chile (60%), Brasil (43%), Costa Rica (64%). También Venezuela es uno de los países en los cuales un alto porcentaje de la población expresa simpatía por un partido político (58%). Esta cifra es el doble de la que se presenta en Brasil (28%), y muy superior a las de Chile (35%), y Costa Rica (39%).
A pesar de la indudable importancia de los partidos políticos para los cambios que se requieren, también son evidentes las limitaciones de muchas de sus prácticas. A medida que la política se hace más local, y no cabe duda de que cada día el contacto directo con las personas es fundamental para convencer, se aprecian las dificultades de los partidos para ese cometido. La organización en el terreno cotidiano no cuenta con los recursos humanos, los medios de transporte, los medios de comunicación, la formación que permita generar contenidos más adaptados, en fin, las prácticas directas que acompañen la vida cotidiana de las personas y las familias. Solo en este contacto directo y regular es posible promover ideas y cambios en la valoración de los ciudadanos. Acompañar significa en este caso estar cerca, no imponer, ni dirigir. Se trata de participar activamente en la manera como las personas enfrentan día a día las restricciones en los servicios, en sus trabajos, en el acceso a la educación, en la compra de bienes. Es a partir de ese acompañamiento que será posible encontrar las mejores formas de comunicar contenidos que a su vez generen cambios en las preferencias políticas.
Tal acompañamiento supone introducir cambios en las rutinas de formación, organización y militancia de nuestros partidos políticos. Supone vincularse con la sociedad en todos los niveles y promover mayores espacios de intercambio. Para acompañar a la gente se requieren transformaciones profundas. Lo mejor es comenzar ya.
Politemas, Tal Cual, 21 de noviembre de 2012
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