viernes, 30 de noviembre de 2012

Función de tragedias

El Candidato Continuista colocó el cinismo en otra dimensión. A la reiterada actitud de subestimar las condiciones que afectan la vida de la gente, le agregó otra afrenta: minimizar el dolor de las familias que perdieron algún familiar en la tragedia de Amuay, o que tienen algún herido, o que perdieron sus casas, sus negocios, sus pertenencias, todo lo que poseían.

Decir que “la función debe continuar” es una expresión inaceptable, especialmente cuando proviene de quien debe ser el máximo responsable en la preservación de las vidas de los venezolanos. Se reduce a una farsa el acto de gobernar. Eso es lo que ha sido el actual gobierno, una gran farsa, llena de sinsabores. Si algo ha distinguido a este gobierno es su completa indiferencia a la preservación y cuidado de las vidas de los ciudadanos.

No puede continuar esta farsa de gestión que ha permitido el permanente clima de violencia que ha ocasionado más de 150.000 homicidios en estos 14 años. Cada una de esas vidas debe adjudicarse a la responsabilidad del actual gobierno. Las fallas de las políticas ejecutadas han afectado la vida de cada una de las familias de esas víctimas. La indiferencia para impulsar un tratamiento profesional de este problema, con las mejores capacidades y recursos, es muy notoria, hasta provocadora.

No puede continuar esta farsa de gestión cuando cada cierto tiempo tenemos una crisis en las penitenciarías del país, que concluye con muertos y heridos, con familiares en las inmediaciones, impotentes y afectados por la muerte de algún familiar. Que la situación no mejore, sino todo lo contrario, es demostración del escaso interés real para solucionar el problema. Que las personas encargadas no tengan las competencias requeridas es casi un desprecio a los afectados.

No puede continuar esta farsa de gestión cuando ahora se suma una nueva situación de riesgo. Las personas que trabajan en las refinerías del país prácticamente exponen cada día sus vidas. Sabemos que no se están cumpliendo los protocolos de seguridad y de control. Lo que debería ser una prioridad, garantizar las condiciones adecuadas de funcionamiento, no lo es. Como resultado, decenas de muertes se han producido en los últimos diez años. Cada una de ellas ha debido ser evitada.

Las muertes en nuestras calles, penitenciarías, y ahora en las refinerías, tienen un lamentable denominador común. Son expresiones de una cultura gubernamental que no protege a los venezolanos, que no los valora íntegramente, que no se preocupa por garantizar su bienestar, que no cuida sus vidas. Para el Candidato Continuista todo esto es una “función” que quiere continuar. Se equivoca, ya los venezolanos le han colocado un término exacto a las tragedias reiteradas que están bajo la responsabilidad de este pésimo gobierno.

Politemas, Tal Cual, 29 de agosto de 2012

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