Al gobierno se le agotan los trucos. Ya no encuentra caminos para distraer la atención. En las últimas semanas hasta se llegó a decir que no se podía gobernar sin incluir al sector privado. El propio señor Maduro fue el encargado de dejar colar ese comentario. Esta semana le toca el turno al Presidente del BCV. Como quien no quiere la cosa, dice que no “están buenos” los valores de crecimiento e inflación.
Todo lo anterior es proclamado por el gobierno que ha espantado la inversión nacional e internacional, que ha utilizado todas las vías para agredir los derechos de propiedad, para crear desaliento en los productores, y poner en práctica todos los mecanismos de control de la actividad económica. Ese mismo gobierno viene ahora con una gran dosis de cuentos chinos.
Las evidencias son demasiado obvias. El estado de nuestra economía, deplorable y estancado, es el resultado de erradas políticas, de muchas ignorancias y prejuicios juntos, de mucha incapacidad para manejar una sociedad moderna. Sin embargo, el argumento central sobre el que se ha montado todo este desastre está vinculado con la creencia de que tenemos una riqueza petrolera extraordinaria y de que basta con aprovecharla bajo el control del Estado. En ese argumento, por supuesto, no hay ningún espacio para que exista un sector productivo no-estatal. Todo se resume en apropiarse de la riqueza petrolera en manos del Estado, distribuir esos ingresos, y generar una economía absolutamente dependiente del control político. Todo lo cual nos lleva directamente al concepto de Petro-Estado. Se trata, según el gobierno, de llevar el Petro-Estado a un nivel más elevado.
Supongamos, solo por razonar al absurdo, que tal premisa hubiera tenido una “lógica económica”. Que pueda explicar cómo es posible construir una sociedad de bienestar con una dependencia tan grande de un solo producto y del Estado. Pero, insistimos, razonemos al absurdo. En esa perspectiva, lo que se hubiera podido esperar es que entonces se hubiera volcado para producir más y mejor todo aquello derivado del petróleo.
Y es aquí que el “cable a tierra” es fenomenal. Según las cifras de la Agencia Internacional de Energía, en 2011 Venezuela producía menos petróleo crudo, exportaba menos petróleo, producía menos gasolina de motor, menos gasolina de avión, menos fuel oil, que en 1998. Es decir, ni siquiera los atributos de ese modelo de desarrollo, petro-estatista, han sido correspondidos. La incapacidad de producir está en el nudo central de nuestra economía. Si ni siquiera podemos producir hidrocarburos, ¿cómo es posible creer que nuestro desarrollo tiene futuro?
Este es el dramático resultado de las políticas implementadas. Si no producimos aquello que es central, no es de extrañar que tengamos escasez de alimentos y otros bienes esenciales. El fracaso es monumental. No hay ninguna duda.
Politemas, Tal Cual, 23 de abril de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario