Es así. La historia lo demuestra. Llegado un momento los gobiernos en decadencia dejan de prestarle la atención a la realidad. Construyen su propia manera de ver las cosas. Y se meten allí, se quedan allí. El actual gobierno no podía actuar de otra manera.
Desde el 26 de septiembre el gobierno viene resintiendo de la magnitud de la derrota. Tratando de buscarle la vuelta. De esconderla. Pero la derrota sigue ahí. Para la mayoría de los venezolanos este gobierno dejó de ser la alternativa. Y lo peor: para muchos de los que lo apoyan, también. Estos tres meses el gobierno ha intentado reinventarse, tratar de ver las posibilidades de que pueda salir victorioso en 2012. Todos los escenarios le resultan cuesta arriba. Ya el viento ha cambiado de dirección. Está en la parte final del tango.
Asumir todo lo anterior con entereza no es una opción para el gobierno. Ha trabajado mucho para que ahora se resigne a los nuevos tiempos. El gobierno, especialmente cuando se siente que expresa una “revolución”, no puede sino seguir hacia delante. El precipicio es su destino.
De manera que las conductas de estas semanas, especialmente la aprobación de “leyes” que a todas luces violan disposiciones constitucionales, no han sido nada sorprendentes. Estaba cantado que el gobierno optaría por la vía radical. Tratar de alcanzar la mayor cantidad de “objetivos” antes de que finalice el lapso de vigencia de la actual Asamblea Nacional. Y en eso se apareció la “emergencia”. Un poco de análisis en la Sala Situacional les dio la solución: convirtamos la “situación de las lluvias” en el eje de la nueva estrategia. Cada día una cadena con el Presidente entregando bonos a los damnificados, luego un paseo a la sala del Consejo de Ministros para animar a los muchachos, más tarde una visita al comando militar en el cual la “revolución” se concreta y profundiza, donde es de verdad. El hombre de la “risa fácil” será el encargado de convertir este “reality show” en la gran política. Más claro no canta un gallo.
Hay un “pequeño detalle” que la majestuosa “revolución” no toma en cuenta, o no quiere tomar. El 5 de enero se instala una nueva Asamblea Nacional. En menos de 20 días. Las consecuencias de tal hecho son amplias. Aunque el gobierno quiera minimizarlo, allí estará un liderazgo unitario que expresará las nuevas alternativas. Será más notoria la pobreza de argumentos con los que el gobierno pretende enfrentar la grave situación social, económica e institucional que vive el país. Independientemente de los excesos y atropellos a la propia Constitución, que se realizarán en los días finales del año, habrá 5 de enero. Es decir, se abrirá un mar de posibilidades para enfrentar la vocación totalitaria del actual gobierno, en los espacios y opciones que establece el marco constitucional. En cuestión de pocos días.
Desde el 26 de septiembre el gobierno viene resintiendo de la magnitud de la derrota. Tratando de buscarle la vuelta. De esconderla. Pero la derrota sigue ahí. Para la mayoría de los venezolanos este gobierno dejó de ser la alternativa. Y lo peor: para muchos de los que lo apoyan, también. Estos tres meses el gobierno ha intentado reinventarse, tratar de ver las posibilidades de que pueda salir victorioso en 2012. Todos los escenarios le resultan cuesta arriba. Ya el viento ha cambiado de dirección. Está en la parte final del tango.
Asumir todo lo anterior con entereza no es una opción para el gobierno. Ha trabajado mucho para que ahora se resigne a los nuevos tiempos. El gobierno, especialmente cuando se siente que expresa una “revolución”, no puede sino seguir hacia delante. El precipicio es su destino.
De manera que las conductas de estas semanas, especialmente la aprobación de “leyes” que a todas luces violan disposiciones constitucionales, no han sido nada sorprendentes. Estaba cantado que el gobierno optaría por la vía radical. Tratar de alcanzar la mayor cantidad de “objetivos” antes de que finalice el lapso de vigencia de la actual Asamblea Nacional. Y en eso se apareció la “emergencia”. Un poco de análisis en la Sala Situacional les dio la solución: convirtamos la “situación de las lluvias” en el eje de la nueva estrategia. Cada día una cadena con el Presidente entregando bonos a los damnificados, luego un paseo a la sala del Consejo de Ministros para animar a los muchachos, más tarde una visita al comando militar en el cual la “revolución” se concreta y profundiza, donde es de verdad. El hombre de la “risa fácil” será el encargado de convertir este “reality show” en la gran política. Más claro no canta un gallo.
Hay un “pequeño detalle” que la majestuosa “revolución” no toma en cuenta, o no quiere tomar. El 5 de enero se instala una nueva Asamblea Nacional. En menos de 20 días. Las consecuencias de tal hecho son amplias. Aunque el gobierno quiera minimizarlo, allí estará un liderazgo unitario que expresará las nuevas alternativas. Será más notoria la pobreza de argumentos con los que el gobierno pretende enfrentar la grave situación social, económica e institucional que vive el país. Independientemente de los excesos y atropellos a la propia Constitución, que se realizarán en los días finales del año, habrá 5 de enero. Es decir, se abrirá un mar de posibilidades para enfrentar la vocación totalitaria del actual gobierno, en los espacios y opciones que establece el marco constitucional. En cuestión de pocos días.
Politemas, Tal Cual, 15 de diciembre de 2010
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