Se le vieron todas las costuras. En su último programa dominical, el Presidente hizo méritos para varios Oscar de la Academia. Trató por todos los medios de desviar la atención de su problema central: la caída de su popularidad y confianza es estrepitosa.
La gente quiere agua y electricidad todos los días, las veinticuatro horas, los siete días de la semana. También quieren calles sin huecos, viviendas de calidad, la mejor educación para los hijos, servicios de salud que atiendan todos los problemas, transporte rápido y cómodo, sólo para decir algunas cosas. El Presidente sabe todo eso. Y también sabe que no tiene las respuestas que la gente espera.
Luego de casi once años de la misma cantaleta, el Presidente se ha quedado hablando solo. El mismo lo reconoce. Nadie en su gobierno habla de revolución, ni de Socialismo del Siglo XXI. Es por eso que intenta distraer la atención. Primero, con la amenaza de guerra a Colombia. Luego, tratando de trasladar las culpas de la incompetencia de su gobierno a sus ministros y vice-ministros. Es muy evidente, Presidente. Nadie le cree ya.
Los ministros, Presidente, los ha nombrado usted. Muchos de ellos los ha “rotado” de un cargo a otro. Los planes de la Nación de sus dos gobiernos no hubieran sido aprobados sin contar con su anuencia. No se mueve, Presidente, ninguna hoja en la administración pública venezolana sin su consentimiento. Usted ha acumulado más poder en el gobierno venezolano que ningún presidente desde el Benemérito.
Es por eso bastante patético que después de once años usted le empiece a pedir “resultados” a sus ministros. Si eso hubiera sido un rasgo distintivo de su gobierno, muchos de ellos no estarían en los cargos que tienen. Detrás de eso usted quiere desviar la atención de la verdadera responsabilidad que tiene en estos once años de gestión pública. Usted es el gran responsable. Usted es el que no ha podido con los “resultados”. Antes que exponer a sus subalternos, usted debería dar la cara, asumir sus responsabilidades. No lo ha hecho, Presidente. La suya es, sencillamente, una gestión muy deficiente. Sólo nombremos algunos casos.
En su gobierno Venezuela ha perdido capacidad para crear valor. Exportamos hoy menos bienes industrializados que a mediados de los noventa. Eso significa menos empleos de calidad. Y eso, Presidente, significa menores posibilidades de derrotar la pobreza. Tampoco ha habido éxito contra la pobreza extrema y el hambre. Casi 2,6 millones de venezolanos, según las cifras oficiales, se van a la cama todos los días sin haber comido completo. Nada más en el año 2007, último año de cifras oficiales, 600 niños menores de cinco años murieron por desnutrición. Esos son pésimos resultados.
Agreguemos a este pobre desempeño, las fallas en la implementación de políticas que nos han traído a un país que marcha con apagones, cortes de agua, daños ambientales severos, basura por doquier. Para colmo, sin reformas serias en los sistemas de salud y educación. Todos estos malos resultados, Presidente, se han producido bajo su coordinación, bajo su responsabilidad. Usted es el Primer Magistrado, Jefe del Ejecutivo, con un Legislativo sumiso, y sin equilibrio de poderes. El gobierno que usted preside es el mayor fiasco en la historia de la administración pública venezolana. Por los recursos utilizados y por las esperanzas defraudadas. Esos son sus resultados, Presidente. No trate de evadir sus responsabilidades. Usted está ante la historia solo, con su fracaso a cuestas.
La gente quiere agua y electricidad todos los días, las veinticuatro horas, los siete días de la semana. También quieren calles sin huecos, viviendas de calidad, la mejor educación para los hijos, servicios de salud que atiendan todos los problemas, transporte rápido y cómodo, sólo para decir algunas cosas. El Presidente sabe todo eso. Y también sabe que no tiene las respuestas que la gente espera.
Luego de casi once años de la misma cantaleta, el Presidente se ha quedado hablando solo. El mismo lo reconoce. Nadie en su gobierno habla de revolución, ni de Socialismo del Siglo XXI. Es por eso que intenta distraer la atención. Primero, con la amenaza de guerra a Colombia. Luego, tratando de trasladar las culpas de la incompetencia de su gobierno a sus ministros y vice-ministros. Es muy evidente, Presidente. Nadie le cree ya.
Los ministros, Presidente, los ha nombrado usted. Muchos de ellos los ha “rotado” de un cargo a otro. Los planes de la Nación de sus dos gobiernos no hubieran sido aprobados sin contar con su anuencia. No se mueve, Presidente, ninguna hoja en la administración pública venezolana sin su consentimiento. Usted ha acumulado más poder en el gobierno venezolano que ningún presidente desde el Benemérito.
Es por eso bastante patético que después de once años usted le empiece a pedir “resultados” a sus ministros. Si eso hubiera sido un rasgo distintivo de su gobierno, muchos de ellos no estarían en los cargos que tienen. Detrás de eso usted quiere desviar la atención de la verdadera responsabilidad que tiene en estos once años de gestión pública. Usted es el gran responsable. Usted es el que no ha podido con los “resultados”. Antes que exponer a sus subalternos, usted debería dar la cara, asumir sus responsabilidades. No lo ha hecho, Presidente. La suya es, sencillamente, una gestión muy deficiente. Sólo nombremos algunos casos.
En su gobierno Venezuela ha perdido capacidad para crear valor. Exportamos hoy menos bienes industrializados que a mediados de los noventa. Eso significa menos empleos de calidad. Y eso, Presidente, significa menores posibilidades de derrotar la pobreza. Tampoco ha habido éxito contra la pobreza extrema y el hambre. Casi 2,6 millones de venezolanos, según las cifras oficiales, se van a la cama todos los días sin haber comido completo. Nada más en el año 2007, último año de cifras oficiales, 600 niños menores de cinco años murieron por desnutrición. Esos son pésimos resultados.
Agreguemos a este pobre desempeño, las fallas en la implementación de políticas que nos han traído a un país que marcha con apagones, cortes de agua, daños ambientales severos, basura por doquier. Para colmo, sin reformas serias en los sistemas de salud y educación. Todos estos malos resultados, Presidente, se han producido bajo su coordinación, bajo su responsabilidad. Usted es el Primer Magistrado, Jefe del Ejecutivo, con un Legislativo sumiso, y sin equilibrio de poderes. El gobierno que usted preside es el mayor fiasco en la historia de la administración pública venezolana. Por los recursos utilizados y por las esperanzas defraudadas. Esos son sus resultados, Presidente. No trate de evadir sus responsabilidades. Usted está ante la historia solo, con su fracaso a cuestas.
Politemas, Tal Cual, 11 de noviembre de 2009
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