Ya se cumplen dos semanas sin mercado cambiario. Eso significa que el 40% de las importaciones del país se han dejado de realizar. También significa que los vericuetos de toda economía controlada han desatado el alza aún mayor de la divisa americana. A eso se suma lo que ya sabemos: una economía en recesión, la más alta inflación de continente, y una de las mayores del mundo, y el drama del desempleo y subempleo agudizando las penurias de millones de familias venezolanas.
Mientras todo esto ocurre tenemos un gobierno paralizado. En la única aparición de los responsables económicos del país, la salida fue buscar culpables en las empresas que se constituyeron para administrar la masiva cantidad de dólares con los cuales se endeudó a la República para adquirir bolívares. Ahora, cuando escasean los dólares, hay que cerrar el grifo. Como si no hubiera ninguna culpa, los responsables de la política oficial aparecen con medias verdades y desaparecen sin dar a conocer los mecanismos con los cuales se adquirirán las divisas.
Cuesta mucho imaginar mayor incompetencia que la mostrada por el equipo económico en estos días. En las narices de millones de venezolanos se ha mostrado toda la negligencia y debilidades técnicas para enfrentar una situación de urgencia. Las consecuencias del cierre del mercado cambiario la sufrirán los venezolanos con la desaparición de productos en los anaqueles, con mayores limitaciones a los productos importados, con mayor inflación producto de la escasez. Todo ello es daño directo al bienestar de las familias venezolanas..
Es evidente que la responsabilidad final atañe al Presidente de la República. Todas las omisiones y limitaciones de la actual política le pertenecen, sin ninguna duda. Lo que es inaceptable es que la Asamblea Nacional haga completo mutis de esta situación. Ni siquiera se asoma la posibilidad de que los parlamentarios citen al Ministro de Finanzas y Planificación, o al Presidente del Banco Central de Venezuela. Para que sean interpelados como corresponde en una democracia de verdad. Para que den cuenta de sus decisiones, contrarias, como hemos visto, al interés nacional.
En una Asamblea Nacional responsable los ministros hubieran sido interpelados. Muy probablemente se hubiera planteado en la Asamblea Nacional una moción de censura para que fueran destituidos si se alcanzaba la cantidad requerida de diputados (100, como lo establece la Constitución). Nada de eso es posible en la actual Asamblea Nacional. Los ministros prácticamente tienen una licencia abierta para cometer la mayor cantidad de dislates. Es por ello que el 26 de septiembre se expresará una sonora moción de censura. Indicativo de que la próxima Asamblea Nacional se tomará con seriedad el bienestar de los venezolanos.
Mientras todo esto ocurre tenemos un gobierno paralizado. En la única aparición de los responsables económicos del país, la salida fue buscar culpables en las empresas que se constituyeron para administrar la masiva cantidad de dólares con los cuales se endeudó a la República para adquirir bolívares. Ahora, cuando escasean los dólares, hay que cerrar el grifo. Como si no hubiera ninguna culpa, los responsables de la política oficial aparecen con medias verdades y desaparecen sin dar a conocer los mecanismos con los cuales se adquirirán las divisas.
Cuesta mucho imaginar mayor incompetencia que la mostrada por el equipo económico en estos días. En las narices de millones de venezolanos se ha mostrado toda la negligencia y debilidades técnicas para enfrentar una situación de urgencia. Las consecuencias del cierre del mercado cambiario la sufrirán los venezolanos con la desaparición de productos en los anaqueles, con mayores limitaciones a los productos importados, con mayor inflación producto de la escasez. Todo ello es daño directo al bienestar de las familias venezolanas..
Es evidente que la responsabilidad final atañe al Presidente de la República. Todas las omisiones y limitaciones de la actual política le pertenecen, sin ninguna duda. Lo que es inaceptable es que la Asamblea Nacional haga completo mutis de esta situación. Ni siquiera se asoma la posibilidad de que los parlamentarios citen al Ministro de Finanzas y Planificación, o al Presidente del Banco Central de Venezuela. Para que sean interpelados como corresponde en una democracia de verdad. Para que den cuenta de sus decisiones, contrarias, como hemos visto, al interés nacional.
En una Asamblea Nacional responsable los ministros hubieran sido interpelados. Muy probablemente se hubiera planteado en la Asamblea Nacional una moción de censura para que fueran destituidos si se alcanzaba la cantidad requerida de diputados (100, como lo establece la Constitución). Nada de eso es posible en la actual Asamblea Nacional. Los ministros prácticamente tienen una licencia abierta para cometer la mayor cantidad de dislates. Es por ello que el 26 de septiembre se expresará una sonora moción de censura. Indicativo de que la próxima Asamblea Nacional se tomará con seriedad el bienestar de los venezolanos.
Politemas, Tal Cual, 26 de mayo de 2010
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