El país progresa poco a poco hacia una nueva institucionalidad. La Unidad Democrática anuncia que está muy pendiente del presupuesto del año 2011 que presentará el gobierno esta semana. Los Diputados electos han señalado que revisarán ese presupuesto con detalle y que irán a sus circuitos y estados para conocer las demandas insatisfechas de los ciudadanos.
Estas son buenas noticias para los venezolanos. La discusión sobre problemas de la gente y sus posibles soluciones es la sal de la democracia. Durante los últimos cinco años el presupuesto que enviaba el Ejecutivo era aprobado sin ninguna modificación por los parlamentarios. Bastaba la indicación de Miraflores para que se procediera a aprobarlo sin ningún retraso.
Las consecuencias de tal conducta es el deterioro de la democracia. El presupuesto anual es la ley más importante que aprueba un parlamento. Allí se establecen los ingresos de la República, así como los gastos y el endeudamiento requerido. Es una ley con consecuencias en los actores económicos, especialmente por el rol del sector público en nuestro desarrollo. Para remate esa ley establece las pautas y las prioridades en la organización de la administración pública, así como los rubros de inversión que deben vigilarse para que lleguen con el mayor impacto a la población.
El actual gobierno se acostumbró a que se hiciera todo esto sin discusión. Bajo el terrible supuesto de que la concentración de poder equivale a la “concentración de la sabiduría”. Las cosas han cambiado. Ante el profundo deterioro que viven los venezolanos, la discusión sobre el presupuesto del año entrante es una excelente oportunidad para analizar el tipo de país que tenemos. Para conocer cómo es que el gobierno está enfrentando el hecho de que seamos un país que no crea valor, en donde la vida está siempre en peligro, que no reduce la pobreza de manera sostenible, que no ofrece empleo de calidad, donde la vivienda es precaria, donde no existe seguridad alimentaria, donde la propiedad no está garantizada, donde los derechos a la salud y la educación se encuentran sin resguardo.
El presupuesto que presentará el gobierno debe tener respuestas a esas preguntas. Allí deberían estar condensadas las propuestas de política que nos deberían ayudar a salir de esos problemas. Es obvio que allí no estarán esas soluciones. Sencillamente porque el gobierno no las tiene. La diferencia es que ahora la Unidad Democrática las podrá plantear y exigir. Con la legitimidad de los votos de los venezolanos. Y al plantearlas, aunque no sean tomadas en cuenta en el seno de la Asamblea Nacional, estarán indicando el tipo de país que se puede aspirar, el tipo de gobierno que podríamos tener en dos años, el tipo de retos que podemos enfrentar, el tipo de bienestar que se puede garantizar a los todos los venezolanos.
Estas son buenas noticias para los venezolanos. La discusión sobre problemas de la gente y sus posibles soluciones es la sal de la democracia. Durante los últimos cinco años el presupuesto que enviaba el Ejecutivo era aprobado sin ninguna modificación por los parlamentarios. Bastaba la indicación de Miraflores para que se procediera a aprobarlo sin ningún retraso.
Las consecuencias de tal conducta es el deterioro de la democracia. El presupuesto anual es la ley más importante que aprueba un parlamento. Allí se establecen los ingresos de la República, así como los gastos y el endeudamiento requerido. Es una ley con consecuencias en los actores económicos, especialmente por el rol del sector público en nuestro desarrollo. Para remate esa ley establece las pautas y las prioridades en la organización de la administración pública, así como los rubros de inversión que deben vigilarse para que lleguen con el mayor impacto a la población.
El actual gobierno se acostumbró a que se hiciera todo esto sin discusión. Bajo el terrible supuesto de que la concentración de poder equivale a la “concentración de la sabiduría”. Las cosas han cambiado. Ante el profundo deterioro que viven los venezolanos, la discusión sobre el presupuesto del año entrante es una excelente oportunidad para analizar el tipo de país que tenemos. Para conocer cómo es que el gobierno está enfrentando el hecho de que seamos un país que no crea valor, en donde la vida está siempre en peligro, que no reduce la pobreza de manera sostenible, que no ofrece empleo de calidad, donde la vivienda es precaria, donde no existe seguridad alimentaria, donde la propiedad no está garantizada, donde los derechos a la salud y la educación se encuentran sin resguardo.
El presupuesto que presentará el gobierno debe tener respuestas a esas preguntas. Allí deberían estar condensadas las propuestas de política que nos deberían ayudar a salir de esos problemas. Es obvio que allí no estarán esas soluciones. Sencillamente porque el gobierno no las tiene. La diferencia es que ahora la Unidad Democrática las podrá plantear y exigir. Con la legitimidad de los votos de los venezolanos. Y al plantearlas, aunque no sean tomadas en cuenta en el seno de la Asamblea Nacional, estarán indicando el tipo de país que se puede aspirar, el tipo de gobierno que podríamos tener en dos años, el tipo de retos que podemos enfrentar, el tipo de bienestar que se puede garantizar a los todos los venezolanos.
Politemas, Tal Cual, 20 de octubre de 2010
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