En pocas semanas el actual gobierno cumplirá 13 años. Casi tres gobiernos de los establecidos en la Constitución de 1961. Los niños que tenían cinco años al momento de iniciarse el actual gobierno, no han conocido otro Presidente. Es el período más largo de mandato personal desde la autocracia de Juan Vicente Gómez. Pero no sólo es lo largo.
El actual gobierno constituye el mayor cúmulo de incompetencias en la historia moderna de Venezuela. En aspectos fundamentales para la vida de los venezolanos la gestión ha sido más que decepcionante. Comencemos por la inseguridad. La tasa de homicidios es la más alta de América del Sur. Y se ha casi triplicado desde el comienzo de la gestión. Como resultado, más de 150.000 venezolanos han perdido la vida por causa de la violencia. También nos hemos convertido en una referencia en el tráfico de drogas: 50% de la droga que llega por vía marítima a Europa pasa por Venezuela.
En la actual gestión se ha destruido empleo de calidad. La gran mayoría de los empleos en el país son precarios. No tienen compensación salarial acorde con la preparación del trabajador. Tampoco tienen los beneficios. Estamos en los últimos lugares de la productividad por trabajador en la Región. Para completar, las reformas de las pensiones y de salud tienen más de una década de atraso. Los programas sociales, las Misiones, no son expresiones de políticas adecuadas de protección social.
Más de 20% de los estudiantes entre 7 y 14 años tienen algún grado de desnutrición. Más de 200.000 niños abandonan la educación básica porque no tienen cupos a partir del séptimo grado. La suma de empleos de baja calidad, desnutrición juvenil y la salida de estudiantes del sistema educativo, es probablemente la mayor amenaza para el desarrollo sostenible que tiene el país. Si a todo esto sumamos la ausencia de una política económica de alto crecimiento y baja inflación, no es de extrañar la caída en la inversión pública y privada, el desastre en la infraestructura, y en la gestión de los servicios, sin olvidar las carencias en el desarrollo urbano y vivienda, así como en la sostenibilidad ambiental.
Todo lo anterior se presenta en un contexto de deterioro institucional, sin equilibrio de poderes, sin sistema de justicia confiable, con la aniquilación del Estado Federal descentralizado, con la merma en el desempeño de todos los niveles de gobierno controlados por el sector oficialista. Y finalmente, las consecuencias de una gestión en el contexto internacional, con menor presencia en las grandes decisiones, aislados, sin influencia.
Un gobierno así, con tan deplorable gestión, tiene la pretensión de ser reelecto. El próximo año los venezolanos deberán demostrar que tales resultados son incompatibles con sus aspiraciones de progreso. Que el mayor enemigo de la prosperidad es la continuidad de tantas incompetencias.
El actual gobierno constituye el mayor cúmulo de incompetencias en la historia moderna de Venezuela. En aspectos fundamentales para la vida de los venezolanos la gestión ha sido más que decepcionante. Comencemos por la inseguridad. La tasa de homicidios es la más alta de América del Sur. Y se ha casi triplicado desde el comienzo de la gestión. Como resultado, más de 150.000 venezolanos han perdido la vida por causa de la violencia. También nos hemos convertido en una referencia en el tráfico de drogas: 50% de la droga que llega por vía marítima a Europa pasa por Venezuela.
En la actual gestión se ha destruido empleo de calidad. La gran mayoría de los empleos en el país son precarios. No tienen compensación salarial acorde con la preparación del trabajador. Tampoco tienen los beneficios. Estamos en los últimos lugares de la productividad por trabajador en la Región. Para completar, las reformas de las pensiones y de salud tienen más de una década de atraso. Los programas sociales, las Misiones, no son expresiones de políticas adecuadas de protección social.
Más de 20% de los estudiantes entre 7 y 14 años tienen algún grado de desnutrición. Más de 200.000 niños abandonan la educación básica porque no tienen cupos a partir del séptimo grado. La suma de empleos de baja calidad, desnutrición juvenil y la salida de estudiantes del sistema educativo, es probablemente la mayor amenaza para el desarrollo sostenible que tiene el país. Si a todo esto sumamos la ausencia de una política económica de alto crecimiento y baja inflación, no es de extrañar la caída en la inversión pública y privada, el desastre en la infraestructura, y en la gestión de los servicios, sin olvidar las carencias en el desarrollo urbano y vivienda, así como en la sostenibilidad ambiental.
Todo lo anterior se presenta en un contexto de deterioro institucional, sin equilibrio de poderes, sin sistema de justicia confiable, con la aniquilación del Estado Federal descentralizado, con la merma en el desempeño de todos los niveles de gobierno controlados por el sector oficialista. Y finalmente, las consecuencias de una gestión en el contexto internacional, con menor presencia en las grandes decisiones, aislados, sin influencia.
Un gobierno así, con tan deplorable gestión, tiene la pretensión de ser reelecto. El próximo año los venezolanos deberán demostrar que tales resultados son incompatibles con sus aspiraciones de progreso. Que el mayor enemigo de la prosperidad es la continuidad de tantas incompetencias.
Politemas, Tal Cual, 21 de diciembre de 2011
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