El candidato Maduro prosigue su campaña electoral. Tiene que aprovechar el tiempo por partida doble. En primer lugar, para ser presentado al país. Porque está muy claro que mucha gente todavía no ha visto ni oído al candidato oficial. De allí que se utilice cada oportunidad de entrega de beneficios, inauguraciones, para inmediatamente iniciar la cadena. Se trata de que la imagen del candidato se transmita a la mayor cantidad de personas.
El segundo objetivo es que el candidato Maduro se familiarice con la gestión del gobierno. Es un curso intensivo de manejo de la administración. Todo lo atropellado y superficial que se pueda imaginar. Las dimensiones del gobierno actual y la gran concentración de poder que ha significado, impiden que se pueda tener una idea rápidamente. De allí que se organicen todos los dispositivos para que el candidato oficial reciba mucha información en poco tiempo. Esa es la razón por la cual, se diseñan los actos para que el candidato escuche a algún otro funcionario del gobierno con los detalles relacionados con la gestión.
El sábado pasado le tocó el turno a la Misiones. Con el pretexto de la entrega del informe anual de Desarrollo Humano por parte de PNUD, se organizó un acto que por supuesto fue transmitido en cadena. Lo primero que hay que resaltar es la lamentable utilización de los organismos internacionales con fines políticos, y específicamente de propaganda. Es evidente que no hay responsabilidad solamente del gobierno. Las instituciones del sistema de Naciones Unidas, con su docilidad y complacencia, terminan siendo piezas del juego político del gobierno, al demostrar tan claramente su parcialidad.
También el acto sirvió para reiterar el uso propagandístico de las Misiones. Ya es bastante notoria la utilización de las misiones como mecanismo de exclusión de ciudadanos simplemente por no pertenecer al partido de gobierno. La exclusión también abarca a los profesionales que son impedidos de trabajar en ellas por razones de su nacionalidad o de sus posiciones políticas. Y se extiende también a instituciones, por ejemplo, universidades, las cuales son impedidas de su participación por sostener posiciones contrarias a la oficial en aspectos técnicos o académicos.
Es por eso que la ceremonia proselitista continúa con la lectura de la cantidad de servicios prestados, personas atendidas, exámenes realizados, construcciones entregadas. Pero no existe ninguna mención sobre el efecto de tales servicios para mejorar las condiciones de salud, o la calidad de la educación, o la cobertura de prestaciones. Todo eso se omite. Solo queda el ritual comunicacional que sirve con el propósito de propaganda, dirigida a hacer de la política una mera actividad electoral. Es el engaño convertido en política.
El segundo objetivo es que el candidato Maduro se familiarice con la gestión del gobierno. Es un curso intensivo de manejo de la administración. Todo lo atropellado y superficial que se pueda imaginar. Las dimensiones del gobierno actual y la gran concentración de poder que ha significado, impiden que se pueda tener una idea rápidamente. De allí que se organicen todos los dispositivos para que el candidato oficial reciba mucha información en poco tiempo. Esa es la razón por la cual, se diseñan los actos para que el candidato escuche a algún otro funcionario del gobierno con los detalles relacionados con la gestión.
El sábado pasado le tocó el turno a la Misiones. Con el pretexto de la entrega del informe anual de Desarrollo Humano por parte de PNUD, se organizó un acto que por supuesto fue transmitido en cadena. Lo primero que hay que resaltar es la lamentable utilización de los organismos internacionales con fines políticos, y específicamente de propaganda. Es evidente que no hay responsabilidad solamente del gobierno. Las instituciones del sistema de Naciones Unidas, con su docilidad y complacencia, terminan siendo piezas del juego político del gobierno, al demostrar tan claramente su parcialidad.
También el acto sirvió para reiterar el uso propagandístico de las Misiones. Ya es bastante notoria la utilización de las misiones como mecanismo de exclusión de ciudadanos simplemente por no pertenecer al partido de gobierno. La exclusión también abarca a los profesionales que son impedidos de trabajar en ellas por razones de su nacionalidad o de sus posiciones políticas. Y se extiende también a instituciones, por ejemplo, universidades, las cuales son impedidas de su participación por sostener posiciones contrarias a la oficial en aspectos técnicos o académicos.
Es por eso que la ceremonia proselitista continúa con la lectura de la cantidad de servicios prestados, personas atendidas, exámenes realizados, construcciones entregadas. Pero no existe ninguna mención sobre el efecto de tales servicios para mejorar las condiciones de salud, o la calidad de la educación, o la cobertura de prestaciones. Todo eso se omite. Solo queda el ritual comunicacional que sirve con el propósito de propaganda, dirigida a hacer de la política una mera actividad electoral. Es el engaño convertido en política.
Politemas, Tal Cual, 20 de marzo de 2013
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