Quince años atrás Perú vivía una profunda crisis. De las más significativas en los últimos cuarenta años en América Latina. El gobierno de Fujimori había logrado establecer un régimen personalista, autoritario, en detrimento del Estado de Derecho y de las libertades ciudadanas. Tal estado de asfixia democrática generó la organización social y política que condujo a la renuncia de Fujimori.
Los acuerdos que habían empezado a gestarse antes de la salida de Fujimori, encontraron el espacio para concretarse. Desde ese momento Perú ha experimentado una etapa de estabilidad política y crecimiento económico, con significativos efectos en la vida de la población. Las reformas económicas iniciadas en la etapa precedente tuvieron su continuidad y ampliación.
Los resultados están a la vista. En Perú se ha producido el traspaso del Poder Ejecutivo en cuatro oportunidades, con presidentes de diferentes partidos políticos. La tasa de crecimiento económico promedio entre 2000 y 2015 es cercana a 6%. En todos estos años Perú ha experimentado crecimiento económico. Ni siquiera cuando se produjo la contracción económica de 2009 en toda la Región, se produjo decrecimiento. Este desempeño es superior al producido en cualquier otra década de la historia del país. La economía peruana ha duplicado su tamaño en el lapso señalado. Las perspectivas de crecimiento económico hasta 2020 son también positivas, alrededor de 5%. Puede decirse entonces que los años comprendidos entre 2000 y 2020 representarán un período sobresaliente en la historia peruana.
Las razones del éxito derivan del seguimiento de rutas muy sencillas. En primer lugar, la creación de condiciones para la convivencia política y el funcionamiento de las instituciones. No significa que en Perú no existan distorsiones en las relaciones de poder, lo que se enfatiza es el espacio político para enfrentarlas. En el ámbito económico se trata de garantizar las condiciones para adecuadas políticas macroeconómicas y la ejecución de cambios progresivos que redunden en crecimiento sostenible y permanente.
El efecto combinado de la estabilidad política y económica en la vida de los peruanos ha sido notable. El aumento de ingresos ha permitido que la pobreza total se haya reducido a la mitad (de 58,4% en 2004 a 23,9% en 2013). La pobreza extrema afecta a 4,7% de la población, una de las proporciones más bajas de América Latina. Ocho millones de peruanos han dejado de ser pobres. Y tres millones de peruanos han dejado de estar en situación de pobreza extrema. También se ha reducido la desigualdad: el 40% más pobre tuvo mayor crecimiento del ingreso que el 60% más rico.
Lo anterior no significa que Perú haya resuelto todos los problemas. Lo que es evidente son las condiciones más adecuadas para llevar a cabo transformaciones en la productividad, requisito fundamental para niveles superiores de bienestar. El caso peruano ilustra cabalmente que la estabilidad política y económica son requisitos para avanzar en el bienestar. Como para tomar en cuenta.
Politemas, Tal Cual, 1 de julio de 2015
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