Los parlamentarios que tuvieron la desafortunada idea de proponer la reforma de la Ley del IVIC, es bastante probable que no hayan tenido ni la menor idea de lo que estaban haciendo. Lo cual por supuesto indica una gran irresponsabilidad, especialmente en aquellos que deben representar a los ciudadanos. Pero también expresa una profunda ignorancia.
Dijeron los diputados, a sus anchas, que con la nueva ley “la ciencia no estará encerrada en laboratorios” y “se democratizará toda la ciencia que se produzca”. Así con todas sus letras. Se pueden plantear al menos dos hipótesis. La primera es que los diputados ni siquiera se tomaron la molestia de revisar el informe anual del IVIC del año pasado.
Es muy fácil, se encuentra en el sitio web del IVIC en la sección de informes anuales. El informe del año 2013 tiene 864 páginas. Allí se indica, entre otras muchas cosas, que se realizaron 336 proyectos de investigación: 112 en salud, 111 en ambiente, 51 en energía y petróleo, 27 en minería, metalurgia y materiales, 12 en política y sociedad, 10 en educación, 3 en desarrollo industrial, y 1 en telecomunicaciones.
En la misma página se menciona que se produjeron kits para detectar drogas en orina, para diagnóstico de enfermedades infecto-contagiosas, para detectar la biodisponibilidad de hierro en la dieta, o la biodisponibilidad de medicamentos genéricos. Y también se elaboraron catalizadores para tratamiento de crudos, modalidades de tejas para viviendas, y metales para aplicaciones en metalmecánica. Y además se produjo software para el aprendizaje de química en bachillerato. Y se puede seguir por un rato largo.
Decir que una institución que hace todas esas cosas no está democratizando la ciencia es, sin dudas no tener la menor idea sobre los dos conceptos. También es evidente que no se entiende que en un laboratorio se puede hacer mucho por la gente. O sencillamente que no se sabe lo que es un laboratorio.
La otra interpretación es que los parlamentarios fueron a decir tales sinsentido sencillamente porque es lo que de manera obediente deben hacer. Lo cual no es de extrañar en la práctica de cinismo que caracteriza al gobierno actual. En cualquiera de las opciones, es posible que los parlamentarios hayan colocado el ridículo en otra dimensión.
Lo que está claro es que la ciencia que realiza el IVIC es muy diferente a la “ciencia” que profesan los parlamentarios. En esta última no se toma en cuenta el conocimiento adquirido en la humanidad para que las economías prosperen, para que se controle la inflación, para que se produzca más, para que se mejore la educación o la salud, entre otros aspectos. La ciencia del IVIC es un peligro para tanta “sabiduría”.
Politemas, Tal Cual, 10 de diciembre de 2014
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