Listo. El gobierno encontró un nombre para la última “ocurrencia”. Nada más y nada menos que la creación del “Sistema Presidencial de Empresas Ocupadas, Recuperadas y Nacionalizadas”. La iniciativa puede competir para cualquier premio a las ideas más disparatadas. Resulta que ahora, el gobierno, para contrarrestar la terrible opinión sobre su gestión, quiere transmitir la sensación de que las empresas públicas están funcionando a las mil maravillas.
Si ello fuera así, el país no tuviera escasez de cemento, azúcar, papel, solo para citar algunos de los sectores en los que el gobierno expropió (muchas veces sin la debida compensación) empresas en manos privadas. Si ello fuera así, no habría desaparecido todo el aporte de los servicios a la producción agrícola que prestaba Agropatria. La lista puede ser interminable.
Desde los inicios de su gestión el gobierno solo ha creído que la única propiedad a respetar es la que se encuentra en manos del Estado. Y desde 2007 comenzó una operación de alto calado para devolver empresas ya privatizadas al ámbito público, y también para tomar control de muchas que históricamente se encontraban en manos privadas. El argumento es sencillo: solo es permitida la propiedad estatal. Y, sigue el argumento, los que defiendan la propiedad privada como requisito para alcanzar el progreso y el bienestar, serán considerados como traidores y vendepatria.
Los resultados de esas premisas están a la vista de todos. Caída de la producción de los bienes esenciales, desaparición de la inversión nacional e internacional (incluso el sector público no tiene recursos para invertir), parálisis de los sectores agrícolas e industriales. En fin, la persecución de la propiedad privada ha terminado en esta profunda crisis económica que el gobierno no entiende, y para la cual toma las medidas más contraproducentes que se puedan imaginar.
Venezuela, en una comparación reciente de 97 países, resultó el último en la protección de los derechos de propiedad. Eso significa que estamos peor que Nicaragua, Bolivia, Ecuador, con gobiernos ubicados en las mismas coordenadas que el venezolano, pero que se han cuidado de repetir la persecución de sus sectores privados. En Venezuela se respetan menos los derechos de propiedad que en China, Rusia, Vietnam, Rumania, Zimbabwe. Más que suficiente para expresar el punto.
Las consecuencias de las agresiones a la propiedad se expresan en la vida cotidiana de todos los venezolanos. En altos precios, en escasez, en mala calidad de los productos. Es otro aspecto de la gestión en la que el gobierno venezolano obtiene su lugar acostumbrado. El último.
Politemas, Tal Cual, 19 de noviembre de 2014
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