lunes, 28 de diciembre de 2015

Los mitos de la salud en Cuba

El gobierno del Presidente Chávez no oculta su sistemática admiración por el sistema de salud de Cuba. En la práctica, la política de salud del actual gobierno se ha basado mucho en la utilización de la asistencia técnica de Cuba. Esta cooperación se expresa en varias áreas de la atención de salud, pero es especialmente notoria en lo relacionado con la Misión Barrio Adentro. El gobierno actual pareciera haber supuesto que Cuba resolvió todos los problemas de salud, y por eso vale la pena imitarla. Como en tantas áreas, el gobierno actual está nuevamente equivocado.

El caso de Cuba ilustra claramente que no es posible enfrentar los problemas de salud en el marco de una economía de tan bajo desempeño. Los éxitos de las primeras décadas de la revolución, especialmente en la salud pública y en el cuidado infantil, estuvieron asociados a la dependencia del inmenso subsidio soviético. A través de esta fuente, Cuba importaba equipos y medicinas. Sumado a la organización del sistema de salud, influyó para que Cuba lograra éxitos sustantivos hasta 1989. Entre ellos, por ejemplo, la menor tasa de mortalidad infantil de las Américas, sólo segunda de Canadá.

La caída del muro de Berlín y la desaparición del subsidio soviético trajeron dos efectos negativos para la salud en Cuba. En primer lugar, se constató que los éxitos en salud pueden revertirse cuando no existe el financiamiento para garantizar los servicios fundamentales. Tal como lo demuestra Carmelo Mesa-Lago, en reciente artículo en la Revista de la CEPAL (www.eclac.cl), el retroceso en la tuberculosis y en las enfermedades respiratorias entre 1989 y 2002 es una muestra de ello.

El otro efecto negativo es que Cuba tiene, hoy en día, una gran dificultad para contar con tecnologías que permitan resolver problemas de salud más complejos. Esto se aprecia con claridad en el aumento de la mortalidad materna entre 1996 y 2002 (más de 10%). Pareciera que el sistema cubano tampoco es capaz de identificar riesgos individuales y familiares, tal como le pasa al sistema venezolano. El éxito en la mortalidad infantil puede señalar que no se trata de un problema de organización del sistema. Es mucho más factible suponer que el sietema cubano no tiene las tecnologías de diagnóstico y tratamiento que permitan reducir la mortalidad materna. Ello explicaría que Cuba tenga más del doble de la mortalidad materna que Chile.

Todo lo anterior también puede explicar el estancamiento de Cuba en la lucha contra las enfermedades en mayores de 65 años (que también requieren mucha tecnología) y la caída en la cobertura de vacunaciones (entre 25 y 90% con respecto al nivel de 1989). Así como las dificultades para contar con servicio regular de agua (el promedio de servicios es apenas 12 horas diarias), y la inestabilidad del servicio eléctrico.

Es evidente que la preferencia del gobierno actual por el sistema cubano no tiene nada que ver con los resultados. Pareciera más bien estar basada en una vieja idea (de casi cuarenta años): que el sistema cubano había resuelto algunos problemas de salud. En la ilusión de que los problemas de la salud en Cuba habían sido superados. En el fondo, esta admiración es nuevamente más ideológica que técnica, tiene más que ver con lucha política que con soluciones reales a los problemas de la gente.

Las consecuencias de esta gran incapacidad para tomar decisiones se expresan en el sistema de salud. Las limitaciones en la atención materna en Cuba se trasladan a Venezuela. Esa puede ser una de las razones por la cuales no sabemos nada de las mujeres embarazadas que acuden a Barrio Adentro, ni su número ni sus características. También puede explicar el exagerado énfasis que se ha colocado en la dotación tecnológica en sitios sin electricidad y sin agua. El gobierno del Presidente Chávez, sin dudas, prefiere los mitos a las realidades.

Politemas, Tal Cual, 19 de octubre de 2005

No hay comentarios: