miércoles, 16 de diciembre de 2015

Escalada autoritaria

El gobierno del presidente Chávez quiere llevar las cosas al límite. Sabe que colocando más presión sobre sus adversarios es posible conseguir mejores condiciones. Esto es, modificaciones de la Constitución de 1999 que estén ajustadas a su objetivo central: imponer en Venezuela un gobierno totalmente hegemónico. 

Todos los indicios apuntan a una acción concertada. Luego de varias semanas considerando la propuesta de reforma introducida por el Presidente, la Comisión Mixta de la Asamblea Nacional incorpora nuevos artículos, muchos de los cuales reducen sustancialmente las posibilidades de participación y el respeto a los derechos humanos contenidos en la Constitución de 1999. Todo ello, tal como ha sucedido en muchas oportunidades en estos años del actual gobierno, mientras el presidente Chávez se encuentra en Cuba.

Los cambios incorporados contradicen acuerdos internacionales sobre la vigencia de garantías tales como el derecho al debido proceso y a la información en los estados de excepción. También se aumenta los requisitos para la realización de referendos, de manera que se coloca de una vez la lápida sobre la cacareada democracia participativa. Por otra parte, se propone que el voto de los estudiantes tenga el mismo valor que el voto profesoral para la elección de las autoridades universitarias. Otro cambio es la disminución a dieciséis años de la edad para ejercer el derecho al voto. Cada una de estas modificaciones tiene un propósito muy definido: aumentar las prerrogativas del poder presidencial al mismo tiempo que reducir las posibilidades de acción de aquellos sectores que son sus adversarios.

También queda muy claro que en las próximas semanas la estrategia del gobierno se desarrollará conforme está establecido en el libreto. En los próximos días se aprobará la propuesta de reforma con una discusión artículo por artículo. Bajo el argumento de que la minoría de la Asamblea Nacional puede expresarse, pero que al final “no lograron tener los votos suficientes”, el país conocerá la propuesta que finalmente será enviada a referéndum. Hasta podríamos presenciar un acto de “indulgencia presidencial”, haciendo un llamado a sus seguidores “para que no se les pase la mano”. Todo fríamente calculado.

De todo esto es evidente que estamos en presencia de un gobierno que no tiene mayor pudor en la consideración de las formas ni el fondo democrático. Que utiliza todos los recursos a su disposición para imponer sus puntos de vistas y sus intereses. Ante la ausencia de límites, la competencia entre sus aliados es justamente para proponer aquellas medidas que tengan la mayor complacencia del Gran Decisor.

No hay que dejar, sin embargo, que sea el gobierno el único que pone en marcha un plan. También es hora de que los sectores democráticos del país hagan esfuerzos concertados. No hay que dejar el monopolio de la estrategia al actual gobierno. Los acontecimientos antes y después de la consulta electoral de diciembre obligan a contar con una visión conjunta y acciones compartidas.

Ante la escalada autoritaria es necesario responder con un esfuerzo sistemático por la unidad de los sectores democráticos. Si la reforma es considerada como un peligro para la endeble institucionalidad política y social del país, es fundamental responder con un frente unido, que sea capaz de expresar en todas sus dimensiones la gravedad de la situación.

Bien valiera la pena una manifestación conjunta de todos los sectores democráticos condenando al unísono el propósito y los contenidos de la reforma. Un acuerdo de esa naturaleza favorecería mayores espacios de encuentro y posibilidades más sostenibles en el futuro. También valiera la pena que se intensificará el esfuerzo de los líderes regionales, que hoy ocupan cargos de representación popular, para acercarse a la población para informar sobre los contenidos y riesgos de la reforma, así como sobre las posibilidades de participación. También valiera la pena que sectores representativos de la vida académica, social, gremial, manifestaran de manera conjunta el rechazo de la reforma. Vale la pena que hagamos esfuerzos unitarios en esta hora de amenazas para la estabilidad institucional de la República.

Politemas, Tal Cual, 17 de octubre de 2007

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