miércoles, 16 de diciembre de 2015

¿Cómo puedes participar en ese fraude?

Fernando Henrique Cardoso es considerado uno de los presidentes más exitosos de Brasil, y probablemente, uno de los intelectuales y políticos más prestigiosos de América Latina. Ha combinado con maestría una sobresaliente actividad académica con una clara influencia en la vida política de su país. 

A través del recuento de su vida es posible aproximarse a las particularidades de la vida política y social de Brasil, así como de las implicaciones para toda nuestra región. Ese es probablemente el aporte más relevante de sus memorias, publicadas en inglés a finales del año pasado con el título “The Accidental President of Brazil: A Memoir”. 

En este libro Cardoso describe su largo periplo, desde sus antepasados militares, pasando por su vocación por la sociología, la vida universitaria truncada por el exilio, la decisión de volver a su país, el descubrimiento accidental de la vida política, así como el tránsito de la oposición al gobierno, su gestión como Ministro de Finanzas, hasta su elección y reelección como Presidente de Brasil.

Más de veinte años después de la vuelta a la democracia en Brasil es muy aleccionador conocer los detalles, contados por este protagonista de excepción. Señala Cardoso que a mediados de los setenta se empezaba a sentir un agotamiento del régimen militar. La presidencia de Geisel tenía visos moderados. Atrás había quedado la represión brutal de finales de los sesenta, así como la época de la guerrilla opuesta al gobierno militar.

A pesar de ello, no estaba muy claro para los sectores de la oposición el camino a explorar. Cardoso había mantenido una extensa actividad académica en el Centro Brasileño de Análisis y Planificación (CEBRAP), el cual había fundado luego de su “jubilación forzosa” de la Universidad de Sao Paulo. 

El gobierno militar mantenía una fachada institucional al contar con representación de la oposición en el Congreso Nacional. Para las elecciones de 1978, Cardoso, de cuarenta y siete años, recibe una oferta de Ulises Guimaraes, presidente del Movimiento Democrático Brasileño, para participar como segundo en la lista al Senado. Cuenta Cardoso que aprovechó esta oportunidad para incorporar en la agenda política la idea de que sólo a través de la democracia se podían resolver los problemas de Brasil. A través de su contacto con trabajadores, con empresarios, con la amplia diversidad de la política brasileña, pudo apreciar que tal mensaje tenía eco. Aprendió, según su propia confesión, que participar dentro del sistema “era la vía más segura para el cambio democrático”.

El gobierno militar cometió el error de prohibir la candidatura de Cardoso, bajo el argumento de que su derechos políticos habían sido suspendidos cuando fue retirado de la universidad. Días antes de la elección, sin embargo, la Corte Suprema anuló la prohibición. El día de las elecciones, Cardoso recibió más de 1 millón de votos, suficientes para ganar el puesto de suplente al Senado. 

En marzo de 1983, Cardoso se convierte en Senador. El miembro principal había sido electo Gobernador de Sao Paulo. Sus amigos de la izquierda argumentaban que el Congreso era un simple teatro para simular que Brasil era una democracia. Muchos le preguntaban: ¿Cómo puedes participar en este fraude? 

Señala Cardoso que para aquel momento la oposición podría empezar a ejercer influencia. La previsible crisis económica era un factor a tomar en cuenta. Muchos brasileños de clase media y alta, que habían estado dispuestos a ignorar el lado negro de la dictadura, en la medida que la economía marchaba, empezaron a preocuparse por los derechos humanos. La popularidad del régimen empezó a decaer. Muchos oficiales militares dejaron de usar el uniforme en sitios públicos. 

Con gran determinación los sectores pro-democracia convocaron una masiva manifestación en Sao Paulo, el 25 de enero de 1984, conmemorando la fundación de la ciudad. La consigna era clara: ¡Elecciones directas ya! Esa era la estrategia para las elecciones previstas para el siguiente año. Era un gran grito de demanda de democracia. El presidente Figueiredo los acusó de subversivos. Cardoso pronunció en el Senado el discurso por la oposición. Trescientas mil personas gritaron la consigna: “Diretas já” en la plaza. Cardoso y Lula participaron con discursos, abriendo de esta manera el camino que los llevó a ambos a la presidencia de Brasil en las siguientes dos décadas.

Politemas, Tal Cual, 19 de septiembre de 2007

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