lunes, 28 de diciembre de 2015

Ni el original, ni la copia

El desarrollo integral supone la creación de empleos de buena calidad. El reto de los países es combinar los factores que favorezcan el círculo virtuoso entre inversión y formación de mejores puestos de trabajo. En la medida que se cuente con ciudadanos educados, capaces de interactuar efectivamente para usar y crear conocimiento, será posible que las sociedades alcancen estadios superiores de bienestar. Es evidente, sin embargo, que estos ciudadanos educados requieren contar con nuevos trabajos en los cuales incorporarse. Y que para crear esos trabajos es fundamental contar con empresas (grandes, medianas, y pequeñas) que decidan realizar la inversión requerida.

En muchos países no se combinan adecuadamente los factores que crean empleos de buena calidad. Venezuela es uno de ellos. Desde el año 1999, de acuerdo con CEPAL, nuestro país ha perdido más de 6% de empleos de alta y moderada productividad. Para el año 2003 casi el 60% de nuestros puestos de trabajo eran de baja productividad. 

Lo anterior merece una reflexión bien seria. Sin embargo, lo más preocupante es la clara tendencia del gobierno del Presidente Chávez para imitar, muchas veces sin mayor análisis, las limitaciones estructurales de modelos que han fracasado en la creación de buenos empleos. Entre estos modelos el gobierno actual ha tenido especial predilección por Cuba. 

Independientemente de las restricciones externas e internas que ha confrontado Cuba, el balance, después de casi cincuenta años, no es nada halagador. En un análisis reciente, publicado por el Profesor Carmelo Mesa-Lago en la Revista de la CEPAL (agosto 2005), disponible en www.eclac.cl, es posible identificar aspectos poco conocidos del empleo en Cuba.

Lo primero que llama la atención es la alta cifra de desempleo. En 1997 CEPAL estimó el desempleo equivalente en 25,7%. (esto es 7% de desempleo abierto más 18,7 % de subutilización). Los puestos de trabajo creados a finales de la década de los noventa eran de menor productividad que los creados en el período 1975-1989. Entre 2001 y 2002 se redujo la ocupación en el sector no estatal de 23,4 a 20,8%. De acuerdo con estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el desempleo en Cuba se encontraba en 21% entre 1998-2000.

Desde el año 2001 el gobierno cubano concentra grandes esfuerzos en la reducción del desempleo a través de programas de “pleno empleo” y “empleo de estudio”. A través de distintas modalidades, tales como, empleos de jornada parcial, cursos nocturnos con remuneración, becas en la educación superior, y programas de estudio como empleo, se ha logrado incorporar más de 750.000 personas, lo cual representa el 16% de la población económicamente activa. Es evidente que la ocupación de estas personas no representa creación de nuevos y mejores empleos. Constituye más bien un mecanismo de mayor intervención del estado en la economía. 

Lo más llamativo es que la estrategia cubana de creación artificial de ocupación, ha sido replicada por el gobierno del Presidente Chávez. Las Misiones, específicamente aquellas que ofrecen becas por estudio, tienen como efecto colateral la reducción de la desocupación. Paralelamente el país no está realizando la inversión requerida para generar nuevos y mejores empleos. Al final del camino queda claro que la reducción temporal de la ocupación no significará la creación de empleos más productivos.

Al igual que en Cuba, Venezuela confronta una crisis profunda en la creación de empleos de buena calidad. La similitud de las estrategias seguidas por ambos gobiernos conduce al mismo punto: el deterioro progresivo del aparato económico en un contexto de baja atracción de inversiones generadoras de nuevos procesos, tecnologías, manufacturas, y servicios. En este caso, ni el original ni la copia apuntan a la solución.

Politemas, Tal Cual, 5 de octubre de 2005

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