Ud., presidente Chávez, no cree en el voto. En el voto que es genuinamente democrático. El voto directo, secreto, el que emana de un acto de libertad. Si creyera en el voto, no hubiera encabezado un golpe de estado contra un gobierno electo por la voluntad popular. Ud. asaltó al poder en la oscuridad de la noche. Acto poco digno de la franqueza democrática.
Ud. utilizó el voto cuando las circunstancias lo indicaron. Cuando el llamado a la abstención no fue seguido por los venezolanos. Aprovechó el marco de respeto al acto electoral, imperfecto, es verdad, para acceder al poder. A partir de ese momento ha desatado una ofensiva contra el voto, lo ha arrinconado, lo quiere eliminar. Ud. sería muy feliz si votáramos por Ud. una sola vez más. Le gustaría estar en la presidencia para siempre, ya que es, según Ud, el único que puede gobernar a Venezuela.
En 1999 Ud. propuso un sistema de elección de la Asamblea Nacional Constituyente que no permitía la representación equilibrada de las tendencias políticas. Según ese método el 44% de la población del país, el que no votó por Ud, quedó reducido a 5% de los diputados a la Asamblea Nacional Constituyente. A Ud. no le importó el voto y la preferencia política de ese 44% de ciudadanos, con igual derecho a ser representados en la aprobación de una nueva constitución. Su concepto de democracia participativa vale sólo cuando se sigue lo que Ud. dice y ordena.
Pero todo no quedó allí. Cuando la tinta de la actual Constitución todavía no se había secado, apenas días después de su aprobación, Ud. liderizó su suspensión. Los mecanismos definidos en ella para el nombramiento de los poderes públicos fueron dejados a un lado. Se nombró a aquellos que contaban con su anuencia, ni siquiera el voto de los diputados a la Asamblea Nacional fue necesario. En aquella usurpación de poderes está la fuente de la división que hoy tenemos. En el abuso de poder se fraguó la exclusión. Sólo porque Ud. le tiene miedo a los votos que le son adversos.
Hacía falta menoscabar el Poder Electoral. Se procedió a nombrar a sus directivos para que representaran adecuadamente a la facción gobernante. Antes que resguardar la transparencia y la confianza en el voto, utilizaron la ley para separar aún más al país. Para aceptar la discriminación según las preferencias políticas. El uso de listas se hizo común hasta para la realización de los trámites básicos. Todo ello se hizo con su aprobación. No queda la menor duda. Ya sabemos que los que le siguen no le contradicen. Son una sola voz, una sola obediencia.
Al contrario de un gobernante democrático, que debe promover la práctica de elegir y ser electo, Ud. ha colocado en minusvalía el voto para millones de venezolanos. Ha tenido, hasta ahora, éxito en ese propósito. Muchos venezolanos hoy dudan del poder del voto. Ud. ha contribuido a despolitizar a los venezolanos. Porque sabe que en la desmovilización y en la apatía, Ud. gana.
Pero se había reservado para esta farsa de reforma otro golpe contra el voto. Un golpe que descubre claramente sus intenciones. Quiere Ud, porque es evidente que esta es su reforma, nombrar a las autoridades de los Territorios Federales, Ciudades Federales, y Municipios Federales. También quiere nombrar a Vice-presidentes para que estén por encima de funcionarios electos como los gobernadores y alcaldes. De manera que Ud. habrá construido un supra-nivel de gobierno para el cual no se necesitarán votos. Sólo su decisión bastará. Porque, como también Ud. dice en su propuesta de reforma, el llamado Poder Popular “no nace del sufragio ni de elección alguna”. Es claro que ese Poder Popular sólo puede surgir de la más amplia concentración de poder que habrá tenido Venezuela. La suya.
Pero Ud, señor Presidente, no ha ponderado adecuadamente su desprecio por el voto. Ignora que la democracia venezolana, a pesar de sus imperfecciones y flaquezas, ha construido lealtades. Que para millones de venezolanos el voto sigue siendo un valor fundamental. Que su vocación por las libertades públicas es superior a sus ansias de poder. Que es cuestión de tiempo y perseverancia para que lo empiecen a revalorizar. Presidente, no se meta con nuestro derecho al voto. La sociedad democrática no se lo acepta. Sabe que Ud. le teme al poder del voto. Por eso lo va a usar contra Ud.. Todas las veces que sea necesario.
Politemas, Tal Cual, 26 de septiembre de 2007
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