En septiembre de 2000, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 189 gobiernos suscribieron la Declaración del Milenio. Más de una década de esfuerzos de coordinación culminaban con esta declaración. La lógica es contundente. Para alcanzar el desarrollo es necesario, en primer lugar, definir y adoptar metas.
Las formas para lograr esas metas están condicionadas por las realidades de los países. Sin embargo, su adopción debe constituir una guía para la acción de los gobiernos, organismos internacionales, organizaciones sociales, centros académicos, entre otras instituciones.
La Declaración del Milenio adopta ocho metas, conocidas desde entonces como las Metas del Milenio. Estas Metas son: (1) erradicar la pobreza y el hambre, (2) universalizar la educación básica, (3) promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, (4) reducir la mortalidad de los niños menores de cinco años, (5) disminuir la mortalidad materna, (6) combatir la malaria y el VIH-SIDA, (7) asegurar la sostenibilidad del ambiente, y (8) promover alianzas globales para el desarrollo.
Para cada meta fueron establecidos indicadores precisos y los avances que deben realizar los países. Se determinó que el año de referencia es 1990. Para el año 2015 todos los países deberán alcanzar los requerimientos señalados para cada una de las Metas.
El actual gobierno suscribió la Declaración de Milenio. Con su firma se comprometió ante el mundo, y lo que es más importante, ante cada uno de los ciudadanos de este país. Su compromiso es muy concreto: adoptar las Metas del Milenio como guía de su desempeño.
Lamentablemente las acciones del gobierno no se corresponden con lo ratificado. Dos razones pueden señalarse. En primer lugar, el gobierno no ha adoptado ni el concepto ni la metodología aprobadas. Las Metas del Milenio no son mencionadas ni una sola vez en las Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007. Más aún, las Metas de Milenio no aparecen citadas en ninguna de las Leyes de Presupuesto del período 2001-2004. En la Ley de Presupuesto del año en curso se adoptan las Metas en las secciones correspondientes a los Ministerios de Educación y Deportes, y de Ciencia y Tecnología. Esperamos que el ejemplo de estos Ministerios sea seguido por otros para el próximo año.
En segundo lugar, el desempeño del actual gobierno marcha justamente en dirección contraria a las Metas. Todos los análisis, tanto nacionales como internacionales, concluyen que tenemos más pobreza extrema, y más hambre y desnutrición que lo que teníamos en 1990. El aumento de ambos problemas en este gobierno ha sido reconocido por las instancias oficiales. También han reconocido retrocesos en la salud infantil y el estancamiento de la mortalidad materna. Al menos en estas tres Metas el desempeño gubernamental es deplorable. A este paso en el 2015 no sólo no mejoraremos, es probable que estemos peor que en 1990.
Este gobierno ha demostrado que no quiere alcanzar las Metas. Ya sabemos que para llegar a alguna parte lo primero es querer ir. Este no es el caso. El gobierno actual, sin embargo, ha sido exitoso en el cumplimiento de otras metas. Aquellas que promueven el autoritarismo de nuevo cuño, la centralización, la reaparición del militarismo, la ausencia del equilibrio de poderes, la irresponsabilidad en el manejo de los recursos públicos, entre otras.
Queda a los ciudadanos organizados optar por las metas que quieren para sus sociedades. En esta columna optamos por las Metas del Milenio.
Politemas, Tal Cual, 18 de mayo de 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario