Las sociedades colocan su futuro en el éxito educativo. A mayor efectividad de la educación, más amplia es la gama de opciones para consolidar una sociedad productiva. Es por ello que el desempeño de los sistemas educativos asigna un énfasis especial al progreso de los estudiantes.
Cada año escolar debe facilitar que los estudiantes aprendan los contenidos curriculares y sean promovidos al nivel superior. Tal resultado debería obtenerse en la mayor cantidad de casos. Se entiende, por supuesto, que la promoción al siguiente curso significó la asimilación y comprensión adecuada de tales contenidos. En consecuencia, pasar al año siguiente es un éxito del alumno, de su familia, de sus maestros, de sus escuelas.
De otra manera, el fracaso escolar se convierte en una pérdida para todos. De esfuerzos, de recursos, y más grave aún, se convierte en frustración para toda la sociedad. Pero especialmente para los niños y sus familias. Los niños y niñas que repiten serán los decepcionados del sistema. Es probable que tal fracaso determine su salida de la escuela.
En la gestión del presidente Chávez la repitencia escolar ha aumentado. Cifras oficiales de la UNESCO (disponibles en su sitio web), indican que en el año 2004 el 12% de los estudiantes de primer grado de educación básica no fueron promovidos a segundo grado. Esta cifra es superior al 9% de repitencia en el mismo grado en el año 2000.
Si tomamos en cuenta que la matrícula de las escuelas públicas representa el 85% de la matrícula total, es claro que estamos en presencia de un grave problema de la gestión de la educación básica en manos del Estado. Especialmente cuando sabemos por investigaciones del Centro de Investigaciones Culturales y Educativas (CICE) que la repitencia en las escuelas privadas no llega al 3% en primer grado.
Las cifras de UNESCO permiten comparar con otros países de la región. En Chile repite el 2% de los niños de primer grado de educación básica. En Colombia y México el 8%. Esto es, tenemos seis veces más repitientes en primer grado que los que existen en Chile.
En segundo y tercer grado la situación no mejora. El 9% de nuestros estudiantes de segundo grado deben repetir el año. En Chile apenas el 3%. Esto significa nuevamente un aumento de 1% con respecto al porcentaje que existía en el año 2000. En tercer grado la repitencia en las escuelas venezolanas es otra vez 9%. En Chile solamente 2%.
La repitencia es fundamentalmente el fracaso del sistema educativo. A pesar de todos los recursos, el sistema fue incapaz de desarrollar en el estudiante las habilidades que le permitieran aprobar el curso. Las fallas involucradas son diversas. Desde la falta de apoyo en programas de alimentación y útiles escolares, hasta la imposibilidad de detectar los casos especiales de atención, así como las consabidas fallas en la formación general de los maestros.
Como productos de estas “fallas del sistema”, casi 200.000 estudiantes de primer a tercer grado no fueron promovidos al curso superior en el año 2004. Estos estudiantes debieron lidiar a pequeña edad con un fracaso impuesto. Muchos de ellos no volverán para el siguiente curso. Para ellos la escuela no será ya atractiva. Serán los desertores del sistema. Muchos de ellos no podrán recuperar en el resto de su vida las consecuencias de este fracaso. Muchos de ellos no podrán contar con las posibilidades de romper el círculo vicioso de la pobreza.
Todo lo anterior demuestra que en materia de calidad educativa nuestro país está entre los últimos de la región. Injustificable para la promocionada inversión educativa reiterada por el gobierno. Incompatible con los retos y exigencias de una sociedad productiva y sin pobreza.
Lamentablemente, el gobierno del presidente Chávez no ha significado ninguna mejora de la repitencia escolar. La actual gestión educativa, la más larga desde la dictadura gomecista, es fuente de fracasos y no de éxitos. Poco hay que agregar a esta gran muestra de incompetencia.
Politemas, Tal Cual, 31 de mayo de 2006
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