domingo, 27 de diciembre de 2015

El candidato del Acuerdo y la esperanza

Manuel Rosales ha presentado un programa de gobierno que aspira “configurar y consolidar en el tiempo un Acuerdo de Unidad Nacional”. Con esta propuesta, ha interpretado un vasto sentimiento nacional. Ha sintonizado con las demandas que exigen anteponer la unidad a la división, la inclusión al sectarismo, la concordia a la crispación. Los venezolanos requerimos espacios de acuerdo y concertación. El candidato del Acuerdo Unitario se ha colocado en la posición de convocar al encuentro más significativo en esta etapa del país.

Es claro que gobernar después de ocho años de deterioro de nuestra convivencia democrática no será tarea fácil. Los efectos del gobierno autoritario e incompetente del candidato continuista han trastocado la naturaleza de nuestra vida en sociedad. Se ha profundizado la separación entre los venezolanos. En tales circunstancias, establecer acuerdos es crucial para enfrentar los grandes retos de una sociedad moderna y compleja como la nuestra.

Es allí donde radica la importancia del llamado del candidato del Acuerdo Unitario. Es el reconocimiento sincero de que no es posible enrumbar nuevamente al país por senderos de progreso sin que establezcamos nuevos acuerdos, surgidos del debate político y del acercamiento de posiciones en nuestro mosaico político democrático.

El Acuerdo de Unidad Nacional fue propuesto en dos dimensiones, compatibles y quizás inseparables. En primer lugar, señaló Manuel Rosales, el Acuerdo en un modo de construir los valores de la paz, la democracia, el progreso, y la inclusión. En otras palabras, acordar es importante como práctica y como sentimiento. 

En segundo lugar, se propone un acuerdo con el propósito de progresar. Para hacer viable el futuro de una sociedad democrática y solidaria. Como palanca para alcanzar el bienestar para todos los millones de habitantes del país. Por ello el acuerdo convocado por el candidato de la Unidad Nacional debe basarse en contenidos, en propuestas que garanticen justamente la inclusión y el desarrollo. No puede ser un acuerdo de élites, es un gran espacio de construcción de las más amplias demandas de la sociedad venezolana.

Por todo ello, el Acuerdo de Unidad Nacional concentra su atención en la promoción de las capacidades individuales, pero también en las posibilidades asociativas y organizativas. De allí que el desarrollo sea entendido como el resultado de la armonía entre las responsabilidades cumplidas por el Estado y el pleno ejercicio de las libertades de los individuos para crear y prosperar. En consecuencia, un Acuerdo de esta naturaleza tiene como uno de sus ejes la creación de trabajos productivos. Pero también enfatiza la preocupación por la reducción de la desigualdad social y la creación de oportunidades, especialmente para los grupos tradicionalmente excluidos.

Un Acuerdo de esta naturaleza requiere mejores instituciones. Ante el deterioro de nuestra capacidad para equilibrar tendencias y dar cabida a todas las expresiones, el Acuerdo de Unidad Nacional propone el fortalecimiento de la democracia, la alternabilidad, la división de poderes, la descentralización, la transparencia y la rendición de cuentas. Instrumentos primordiales para asegurar la corresponsabilidad en el manejo de lo público y el respeto a las expresiones diversas de una sociedad abierta y plural.

Al proponer este Acuerdo, Manuel Rosales ha despertado aún más en todos los sectores de país un gran sentimiento de esperanza. Ha fortalecido la convicción de que es posible derrotar al autoritarismo incompetente que nos ha gobernado por ocho largos años. Ha planteado los grandes objetivos para superar los grandes males de nuestros días: la pobreza y la desigualdad.

Para que esta esperanza pueda crecer es necesario que cada ciudadano asuma su parte en este Acuerdo de Unidad Nacional. Que exprese decididamente su voluntad en las elecciones del 3 de diciembre. Que contagie a otros con las posibilidades que hoy se abren. Que ayude a construir, con trabajo y dedicación, los espacios de acuerdos que nos merecemos los venezolanos.

Politemas, Tal Cual, 1 de noviembre de 2006

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