domingo, 27 de diciembre de 2015

El programa del candidato continuista

El 3 de diciembre está muy lejos todavía para el candidato continuista. Una semana habla de amor, la otra arremete contra sus adversarios políticos. Todo para evitar el debate sobre su gestión autoritaria e incompetente. Pero también para distraer al país de una constatación tan clara como el agua: el candidato continuista no tiene un programa de bienestar y progreso que ofrecer.

En los sitios web oficiales del candidato continuista no aparece ninguna mención a algo que se le parezca a un programa serio de gobierno. Los grandes temas del país: el empleo, el combate a la pobreza, la seguridad ciudadana, la construcción de viviendas, el mejoramiento de la educación y la salud, las pensiones de los trabajadores, entre otros, no han merecido la atención del candidato continuista ni de su equipo de campaña.

Es bastante significativa esta ausencia en el mensaje del candidato continuista. Muy reveladora de la incompetencia que ha caracterizado su gestión. El país sabe que el gobierno no puede mostrar avances en la creación de empleo decente, ni en el control de la violencia y el crimen, ni en la calidad de la educación, ni en la prestación de servicios de salud, ni en la protección de las familias pobres, entre otras áreas de políticas públicas. El país también sabe que ante todas las evidencias de su fracaso, el gobierno sólo presenta palabras vacías, repeticiones de propaganda oficial, fácilmente comparables con la inmensa cantidad de recursos provenientes de las exportaciones petroleras.

Es evidente que en estas circunstancias, el candidato continuista no puede ofrecer un programa de gobierno para los próximos años. Hacerlo implicaría llamar la atención sobre los resultados de la gestión gubernamental más larga después de la dictadura gomecista. Ante cada una de las áreas de políticas públicas, el gobierno tendría que ofrecer un balance y las nuevas propuestas. Los venezolanos notarían fácilmente la gran distancia entre lo ofrecido y las realizaciones. Por ello el candidato continuista evita la presentación de propuestas al país. El gobierno que aspira a reelegirse subestima a los ciudadanos, no le rinde cuentas, le pide el voto simplemente porque quiere mantenerse en el poder. No para mejorar su calidad de vida.

Por todo lo anterior el candidato continuista ha concentrado su oferta electoral en los enunciados generales del llamado socialismo del siglo XXI, en la recurrente aspiración de la reelección indefinida y en la creación del partido único de la revolución. Ideas todas completamente alejadas de los problemas urgentes y reales de los venezolanos. Ideas todas dirigidas a consolidar el dominio del Estado sobre la sociedad y expresiones de una concepción totalitaria.

El programa del candidato continuista representa el mayor riesgo a la convivencia ciudadana de los venezolanos en cincuenta años. El bienestar y el progreso quedarán subordinados ante el personalismo y autoritarismo, con riesgos claros de totalitarismo. El programa continuista sólo nos conduce a la anulación definitiva de toda expresión democrática. 

Ante el programa del candidato continuista, no puede haber indiferencia. La alianza unitaria debe continuar proponiendo soluciones para los grandes problemas del país. Debe insistir en aquellas alternativas que pudieran generar mayor bienestar para los venezolanos. También debe esforzarse por presentar ante el país un frente común, en el cual se compartan los fundamentos de la redemocratización de Venezuela y los contenidos de un programa de políticas públicas centrado en los problemas de la gente.

Las próximas semanas de la campaña electoral deben aprovecharse para comparar los rumbos que se le ofrecen al país. Para expresar por todas las vías posibles las amenazas que representa para el futuro el programa de candidato continuista. También es una oportunidad para convencer a los venezolanos de que el liderazgo de la alianza unitaria es capaz de acordar una visión de país en la cual estén incluidos todos los venezolanos.

Politemas, Tal Cual, 25 de octubre de 2006

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