No resulta exagerado señalar que la crisis que conmueve a la primera economía del mundo nos afectará más temprano que tarde. Para un gobierno que no ha pensado mucho en el “mañana”, ni en la sostenibilidad del desarrollo, es evidente que la crisis los tomará por sorpresa, si es que no los ha tomado ya.
La ignorancia y la incompetencia del actual gobierno, sin embargo, no tienen que ser la conducta de los nuevos gobiernos a elegirse el próximo 23 de noviembre. A pesar de que muchas de las políticas para enfrentar la crisis son responsabilidad del nivel nacional de gobierno, los electores no entenderían unos gobiernos en los estados que se crucen de brazos o que se queden criticando la gestión de la “revolución bonita”.
Tales alternativas de política deben surgir de un examen adecuado de las necesidades de la gente y las posibilidades de recursos. Es evidente que una caída de los ingresos de las familias, afectará mucho más a aquellas que se encuentran en situación de pobreza extrema (casi 10% de la población). Pero no exclusivamente. Todas aquellas cuyo ingreso dependa de trabajos de baja productividad estarán en situación vulnerable. Eso significa que toda la población en situación de pobreza (35%, según las cifras oficiales), estará afectada mucho más. Si a ello sumamos los que puedan perder empleos en el sector formal, nos indica que podremos estar hablando de 40% de nuestra población. Si agregamos la inflación, la más alta de América y una de las más altas del mundo, es muy claro que estamos en presencia de un gran desafío. Sin un gobierno capaz al frente.
Es por ello fundamental fijar la atención en los déficits más significativos que puedan presentar los venezolanos en estos momentos. Lamentablemente el seguimiento de las condiciones de vida de la población no es una actividad desarrollada a cabalidad por la actual administración. No existen encuestas regulares de condiciones de vida. Quizás una de las pocas es la III Encuesta Nacional de Presupuestos Familiares, ENPF, realizada entre el BCV, INE, la CVG y la ULA. Los resultados fueron difundidos en 2007, pero los datos corresponden hasta el 2005. Valga señalar que la IV encuesta estará finalizada en 2009. Con esos datos es posible dibujar cierta parte del panorama social que enfrentamos los venezolanos.
Según los resultados de esta encuesta, el 31,8% del consumo de los hogares venezolanos se dedica a los alimentos. En los hogares de las zonas rurales el consumo en alimentos alcanza el 60% de los ingresos. También nos indica la encuesta que los hogares del cuartil más pobre consumen medio kilo de carne por persona, cuando en el cuartil de mayores ingresos se consumen casi 2 kilos.
El 66,6 del gasto de los hogares en salud corresponde a medicamentos. Sin embargo, en el cuartil más pobre el gasto en medicamentos alcanza el 89,4% de los gastos de salud. Los hogares más pobres gastan 70 veces menos en salud que los hogares de mayores ingresos. Finalmente, la III ENPF nos indica que el 51,7% de la población no ha sido beneficiario de ninguna misión. Lamentablemente no se indican los datos de cobertura por cada una de las misiones.
Estos datos indican que en los próximos tiempos los gobiernos de los estados deberán encarar agudos déficits en la cobertura de alimentación, nutrición, y salud de los venezolanos. Todo ello con una debilitada red de instituciones públicas especializadas en servicios sociales, y con la supremacía, al menos en recursos, del nivel nacional. Es en esas condiciones que deberán formularse nuevas alternativas de políticas sociales. Retos sustantivos para los nuevos equipos de gobierno en lo estados.
Politemas, Tal Cual, 1 de octubre de 2008
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