miércoles, 16 de diciembre de 2015

Del salario al empleo de calidad

El desempeño económico de América Latina entre 2003-2006 ha sido considerado como el mejor en los últimos 25 años. Tal es la apreciación expresada en el informe del año 2006 del Panorama Social de América Latina publicado por CEPAL. 

El crecimiento del producto interno bruto (PIB) alcanzó 4,5% en promedio en los países de la región. Este factor influyó en la creación de 5,3 millones de empleos por año en las zonas urbanas, 75% de los cuales fueron asalariados. El número de empleos asalariados creados cada año entre 2003-2006 prácticamente duplicó el valor registrado entre 1991-2002: de 1,96 millones por año se pasó a 4,09 millones. Es indudable que la reducción de la pobreza corroborada en los últimos años está asociada con este aumento significativo en el número de empleos, especialmente asalariados.

También la experiencia latinoamericana ilustra que no es suficiente el número de empleos asalariados. Es fundamental analizar la calidad, así como las implicaciones para la productividad y el bienestar. 

En 1990 la proporción de empleos asalariados en América Latina era 71% sobre el total de ocupados. Para el año 2002 tal proporción había disminuido a 67,5%. Con la recuperación del último cuatrienio analizado por CEPAL, la proporción de empleos asalariados se colocó en 68,5%. En países como Argentina, Chile, Costa Rica y México, la proporción de empleos asalariados superó el 75% del total de ocupados en 2005. Otros países como Venezuela, Perú, Honduras, Guatemala,. Colombia y Bolivia, tienen menos de 60% de asalariados sobre el total de ocupados. Es también significativo que el 89% de los nuevos empleos ha sido creado por el sector privado.

Más de la mitad (51%) de los trabajadores asalariados en 12 países no tenían relaciones contractuales de carácter formal. Los empleadores tienden a establecer relaciones formales en mayor proporción con los trabajadores hombres (52%) que con las trabajadoras mujeres (46%). 

La ausencia de contratación formal es un impedimento para el acceso a servicios de salud, no sólo en el caso de las enfermedades laborales. Además, el beneficio de salud para otros miembros el grupo familiar tampoco se puede concretar. Lo anterior también aplica para los beneficios previsionales, especialmente en el caso de las pensiones. La ausencia de contrataciones formales impide la regularización de las cotizaciones y aumenta, por ende, los incentivos para no realizar ni siquiera el aporte voluntario. 

Las últimas cifras disponibles para el año 2005 indican que el 53% de los ocupados urbanos declaran ser afiliados a los sistemas de seguridad social, lo cual representa una disminución de siete puntos con respecto a 1990. Dada la gran proporción de asalariados que no tienen contrataciones formales, se estima que 65% de ellos no gozan de las condiciones jurídicas ni los incentivos adecuados para considerarse parte del sistema de protección social.

Es obvio que las consecuencias de esta situación afectan no solamente a los trabajadores y sus familias sino a la sostenibilidad institucional y financiera de la protección social. Todo ello es más crítico cuando sabemos que en los próximos años aumentarán las demandas de protección derivadas del envejecimiento de la población.

Si a todo lo anterior agregamos que los aumentos del salario real no han sido significativos, en la mayoría de los países de la región, el panorama de la calidad del empleo no es enteramente halagador. No basta con crear empleos asalariados. Es fundamental que tales empleos sean de calidad. Para ello es clave implementar políticas públicas complementarias que apunten al déficit de cobertura de los sistemas de seguridad social y a los grandes requerimientos de formación en el trabajo. En estas últimas el rol regulador del Estado es de especial relevancia. 

Tal como concluye el documento de CEPAL, América Latina debe generar alternativas de políticas públicas que mejores nuestros sistemas contributivos de seguridad social, pero ello no será suficiente. Para los millones de trabajadores fuera de los sistemas contributivos, es necesario tener opciones, muchas de ellas con un rol fundamental para el Estado. Mientras ello no pase seguiremos teniendo salarios pero no empleos de calidad.

Politemas, Tal Cual, 12 de septiembre de 2007

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